Diabetes Tipo 1 y un diagnóstico desconocido, el relato de Yoly.


 2018-11-13

Cuando vives con diabetes de cualquiera de sus tipos tiendes a culpar a la condición por cualquier cosa rara que sientes en tu cuerpo. A veces aciertas, a veces no.

Corría el año 2000 cuando inesperadamente sentí un endurecimiento en mi seno izquierdo. Sólo tenía 28 años y estadísticamente nadie sospecharía que podría ser cáncer. Máxime cuando en mi familia (según yo) no había antecedentes de esa enfermedad.

Después, descubrí que una tía paterna tuvo cáncer de seno. Saqué cita con mi doctor y al palpar  me refirió a hacerme una mamografía. No salió nada, solo me dijeron tus senos son muy densos típico de la edad. No quedé satisfecha. Me enviaron hacerme una sonomamografía ahí salió algo extraño lo que dió pie a otros estudios.

El médico al que me refirieron dijo y cito casi textual ” no te preocupes lo que tu sientes es una pequeña bolita que al estar debajo del tejido puede sentirse más grande.” Lo miré con cara de ¿what? Y respondí “Doctor, lo que yo siento no es una bolita, es una masa, e indiqué claramente dónde y qué sentía con mis manos. Además, dije segura de mi misma, esto que se siente pesa.”

Cuando el lo sintió entonces fué que entendió a lo que yo me refería. Decidió hacerme una biopsia de aguja. De más esta contarles que ha sido una de las pruebas más difíciles que me han hecho . Al intentar introducir la aguja en mi seno el tejido era tan denso que apenas podía entrar.  El médico cambió de aguja y rápidamente comentó “Este tipo de aguja atraviesa todo”. Sentí un pequeño chorrito de sangre que corría desde la punción hacia mi garganta, claro, para mi suerte, todo este procedimiento sin anestesia. Cuando al fin pudo extraer una muestra comentó en voz alta “Esto yo nunca lo había visto” imaginarán mi cara de terror.

Esperé los resultados de la biopsia y estos solo revelaron q era tejido duro y gomoso, pero no había ningún diagnóstico.
Por mi cuenta decidí llevar mis estudios al Hospital Oncológico en Centro Médico. Allí el médico que me atendió, el Dr. Alberto Cardona, entendió mi preocupación. En realidad, yo sólo quería saber qué era lo que me pasaba. Mi seno cada vez se sentía más pesado e incluso más grande q el derecho, esto no era normal.
El decidió así hacer una  biopsia más específica.

Mi terror era evidente, en mi vida había entrado a una sala de operaciones y mucho menos había sido sometida a anestesia general. ¿Qué pasaría con mi glucosa durante el tiempo que estuviese allí dormida y sin consumir alimentos?, ¿Se darían cuenta si tuviese una hipoglucemia?

Yo no usaba ningún aparato médico como hoy día, que tengo un medidor continuo y una microinfusora. Mi vida, en aquel entonces, dependería exclusivamente de que el personal médico estuviese pendiente y actuara.

Entré en sala, sólo recuerdo contar y ya al despertar estaba en la sala de recuperación con un parcho en mi pezón que tapaba la pequeña  herida.  Ahora sólo quedaba esperar dos semanas para los resultados de patología.

Fueron dos semanas muy tensas. Traté de no pensar, pero era imposible. Quienes me conocen saben que me adelanto a los acontecimientos. Trato de tener plan A,B,C … y hasta Z. Me veía al espejo y ya se imaginarán lo que veía.
Realmente fueron las dos semanas más largas de mi vida.

Al fin llegó el día de la consulta. Rápidamente, el médico oncólogo dijo en voz alta “No es Cáncer”

Si supiera el peso que me quitó de encima. Reí y lloré y agradecí a Dios una nueva oportunidad.
Sin embargo aún no tenía un diagnóstico final. El médico indicó que se trataba de un  tejido gomoso y denso que estaba creciendo y que habría que eliminar, sin la seguridad de que no volvería a aparecer. Dos semanas después estuve nuevamente en sala de operaciones, esta vez para remover eso que me había crecido cuyo origen se desconocía.

Seis meses más tarde volví esta vez en mi seno derecho. Ya más tranquila pues sabía que podía ser lo mismo y entendía cuál sería el proceso.
Durante 5 años estuve en seguimiento en el Oncológico. Cada 6 meses mamografía y sonomamografia como prevención. Ya una vez de alta cada año me hago mis estudios sin falta.
Los años han pasado y aun me aqueja el enducerimiento y el dolor a veces es insoportable sobretodo algunos días del mes. Pero ahí están.

No hace mucho, quizás hace como 2 años atrás, descubrí por casualidad que podía ser lo que me sucedía. Reconocí cada uno de mis síntomas en una condición relacionada con la diabetes Tipo 1 que hoy se que se llama Mastopatía Fibroquística o Mastopatía Diabética.

La Mastopatía Diabética es una lesión fibroinflamatoria de la mama, poco frecuente, que característicamente se presenta en mujeres premenopáusicas con diabetes Tipo 1 con varios años de evolución. La etiopatogenia es desconocida y no predispone al desarrollo de cáncer mamario o linfoma.

Clínicamente, se presenta como masa mamaria única o múltiple, en una o en ambas mamas, de rápido crecimiento, habitualmente en localización subareolar, de consistencia firme o dura, indolora, móvil y sin compromiso de la piel que la recubre.

Estas características sugieren la sospecha de malignidad por lo cual es fundamental excluir esta posibilidad. La mamografía, sonomamografía y resonancia nuclear magnética pueden contribuir al diagnóstico, sin embargo no muestran imágenes específicas por lo cual para establecer con certeza la naturaleza biológica de la lesión es necesario llegar al estudio histopatológico.

El conocimiento de las características de esta entidad clínica puede ahorrar múltiples e injustificados procedimientos quirúrgicos en los enfermos que padecen esta condición.

Al fin encontré un nombre, una causa y una prognosis.

Hoy, 18 años después de esa experiencia no tomo las cosas por sentado. Hago lo que me toca y mis chequeos anuales son rutinarios. Todo a tiempo tiene solución. Y mis tres cicatrices, dos de ellas demasiado obvias,  son el recuerdo de que esos días de angustias no pasaron en vano, que hoy soy más fuerte y que han habido muchas batallas en mi vida pero hoy puedo dar gracias por la vida.

En Honor al Dr. Alberto Cardona, Médico Cirujano Oncólogo y paciente de cancer de mama, quien fué el ángel que Dios dispuso me acompañará en esa travesía y que hoy mora junto a Él.

ESCRITO POR Yoly Rivera Cabrera, PUBLICADO 11/13/18, UPDATED 08/11/20

Yoly Rivera Cabrera tiene 45 años. Fue diagnosticada con diabetes tipo 1 cuando tenía 10 años de edad.Posee un Bachillerato en Psicología de la Universidad de Puerto Rico y una Maestría en Psicología Escolar de la Universidad Interamericana de PR. Realiza trabajo de voluntariado, abogacía y representa a los pacientes con diabetes Tipo 1 en varios escenarios, organizaciones y agencias. Ofrece talleres y charlas sobre cómo vivir con la condición. Dirige un grupo de apoyo para adultos con dt1 único en la Isla del Encanto. Ama la naturaleza, a los perros y gatos y siente una gran pasión por el dibujo y la pintura. Y recientemente escribe sus vivencias a través del blog #YoSoyTipo1