Soy distinta y me encanta. Mi dulce vida, de Nelly Flor.


 2018-11-07

 

Soy distinta y me encanta.

Nací con un lunar blanco en el ojo derecho y a los 8 meses de gestación. Viví muchos años en un enorme departamento en el centro histórico de la ciudad de México. En general siempre he sido muy diferente al resto de mis amigas; no sólo por mis intereses personales, o vestirme distinto y hablar distinto. Crecí en una increíble comunidad católica; tengo una bellísima familia conformada por una mamá sumamente amorosa que trabaja en el campo, y un padre que es agente de seguros… y de viajes en mi imaginación. Un hermano, quien me lleva 3 años y siempre he considerado mi gran amigo; una hermana 8 años mayor a mí que es médico y quien además me hizo tía de un niño genial que me recuerda que la verdadera alegría está en las cosas más pequeñas y básicas de la vida. Estudié Moda y Creación en la Ciudad de México y me he dedicado al “Costume and Personal Stylist”… hasta ahora. Hoy, vivir con diabetes tipo 1, hipotiroidismo y vitiligo, me convirtió en Asesor-Motivador-Terapeuta especialista en desarrollo humano. Me llamo Nelly Flor y esta es mi perorata.

Mi nombre completo es Nelly Flores Mendoza; Flores me viene de Jalisco, Mendoza de Guanajuato y Nelly de Cuba… esta es la pimienta en mi biografía porque a mi parecer define parte importante de mi personalidad por varios motivos. El nombre de Nelly suena a una chica dulce, y pues sobra aclarar que literalmente lo soy; el origen etimológico es el diminutivo de Eleonor, que significa “Aquella que arde o resplandece”… así que por donde lo mire, mi destino está marcado por el segundo en el que mi mamá aceptó bautizarme con el sobrenombre de mi abuela, quien nació en Cuba aunque en sus venas corría sangre asturiana, lo que dio como resultado una mujer alegre y bailadora, y pues eso me lo supo transmitir y también lo hice algo muy mío.

Pero más allá del nombre, mi abuela llenó mi mente de infinitos recuerdos maravillosos que hoy, a casi tres años de su dolorosa partida, no hay un solo día que no me venga a la mente. (Por ese motivo me tatué su firma cerca del corazón… pero de mis tatuajes te cuento unos párrafos más tarde)

Uno de los recuerdos más presentes de mi vida es cuando mi abuela me encontró curioseando, muy pequeñita, de tan solo 5 años de edad, en su taller de costura, sentada en el pedal de su antigua máquina Singer, jugando con los hilos que había en uno de los pequeños cajones, y me preguntó: “¿quieres que te enseñe a coser?”, enseguida respondí asintiendo con la cabecita. Así incursioné en el mundo de la ropa, lo que años más tarde me facilitó la elección de mi carrera profesional. Estudié Moda y Creación en la Casa de Francia en la Ciudad de México y desde entonces trabajé en el área de vestuario en cine y televisión, y como consultora de imagen personal, hasta ahora…

Hoy en día busco desarrollarme profesionalmente en la asesoría y apoyo a personas que viven con diabetes u otras condiciones como hipotiroidismo y vitíligo, al igual que yo. Así que desde hace tres años me preparo académicamente para lograr ese objetivo.

Mi Dulce Vida.

Fue en agosto del 2009, en un momento de muchísimo estrés, tanto laboral como personal, que comencé a percibir algunos síntomas que ahora sé, son típicos del diagnóstico de la diabetes. Comía como cavernícola y cada día estaba más delgada, tenía la mano derecha dormida, me zumbaban los oídos, tomaba agua como si no hubiera un mañana y por lo consiguiente comenzaba a echar raíces en el baño. Después de un par de días de no ver mejoras, me hicieron estudios de sangre y fue así como me sumé a la media de la población diagnosticada con diabetes tipo 1.

Mis papás y mis hermanos estaban tan preocupados que fui capaz de seguir al pie de la letra, todas y cada una de las indicaciones del doc y de mi nutrióloga, con tal de aligerarles ese mal trago. En tanto,  me mantuve enojada con la vida sin ser consciente del por qué. Ahora lo sé; la rabia era la consecuencia de no haberme permitido asimilar mi reciente realidad y los ajustes en la mayoría de mis hábitos (o en muchos de ellos), por lo que tardé 6 años en abrazar genuinamente esta condición.

Mi Dulce Vida, el blog.

Un día, hace un par de años, busqué a una editorial donde trabajaba una amiga muy querida para pedirles un espacio y colaborar en la sección de moda hablando de estilo, imagen y autoestima en alguna de sus revistas; y fue ella quien me sugirió que escribiera de cómo vivo con diabetes. Convirtiéndose en mi mentora, atendí su sugerencia y lo siguiente fue que sin darme cuenta ya era bloguera y videobloguera.

Mi rutina cotidiana.

La mayoría de la gente no es muy conscientes de este hecho, pero realmente creo que la vida de una persona con diabetes es muy exigente porque además de las rutinas cotidianas, también tenemos que realizar algunos movimientos extraordinarios constantemente como ponernos recordatorios y atender alarmas para medir nuestra glucosa, incluso hasta 7 veces al día; comer colaciones, tomar decisiones y hacer cálculos matemáticos cada vez que consumimos prácticamente cualquier alimento; y ni hablar de cumplir con la obligación de ejercitarnos TODOS los días, y comprometernos a dormir 8 horas diarias…

Aceptando esta realidad, decido agradecer la llegada de un nuevo día cada mañana y me propongo hacer todo lo que tengo que hacer, lo mejor posible sin sobre exigirme. Así, mi rutina cotidiana es un poquito más relajada. Todos los días comienzo con el café de la mañana, que para mí es religión, y más tarde me preparo un desayuno balanceado. Atiendo mis pendientes laborales; ya sea escribir, contestar correos, hacer llamadas, grabar mis videos, ir a escuelas a dar platicas y talleres, atender el consultorio; o juntas con mi socio y dedicarme a nuestro laboratorio de ropa reciclada. Todo depende del día de la semana. Por las tardes entreno, quedo con algún amigo para platicar, ir al cine o alguna exposición y cenar; asistir a terapia o quedarme en casa encerrada en mis clases autodidactas de cocina escuchando todo tipo de música; desde un flamenquito o algún concierto de Schubert, Guns n roses, Placebo, Flamming Lips, Band of Horses, AmyWinehouse, Dua Lipa, Ely Guerra, Vicentico, Cerati o… la increíble banda de un amigote llamada Gran Sur (realmente me considero una mujer muy musical y alegre). Los fines de semana se los dedico por completo al UltimateFrisbee y a mi familia, de manera que cada vez son más ocasionales las veces que salgo de fiesta, aunque debo admitir que me encaaaanta bailar, así que cuando se da la oportunidad la tomo sin chistar.

¿Qué es el UltimateFrisbee?

Digamos que es un deporte de competencia en equipo que consiste en dar pases con un frisbee hasta llegar a una zona de anotación, como el futbol americano, y al recibir el frisbee en esa zona, se anota. Exige muchísma condición física porque es tan intenso y tan rápido como el básquet bol.

Comencé a practicarlo desde hace 11 años y por mucho tiempo lo dejé hasta el 2016, que un amigo me invitó a regresar, formando parte de un equipo mixto. Hoy en día, pertenezco a tres equipos, con quienes además de compartir el gusto por el deporte,  mantenemos un estilo de vida saludable, y por consecuencia, me ayudan a alcanzar algunos objetivos personales como mejorar mis niveles de glucosa en la sangre de una manera mucho más ligera y divertida.

Los tatuajes.

En la adolescencia estaba llena de prejuicios e inseguridades, que muy probablemente no eran míos sino que era algo aprendido. Años más tarde, mi forma de pensar y de ser dieron un giro de 180 grados, supongo a eso se le llama madurar. De manera que decidí tatuarme un pequeño ganchito en el cuello una vez que yo pudiera pagarlo con mi propio dinero y no con el de mis padres. En ese entonces tenía un año y medio de haber sido diagnosticada, por lo cual, al primero que consulté guiada en cierto modo por mi intuición fue a mi endo, quien me dio luz verde pues mis niveles de glucosa estaban súper. Aún así me sugirió pensarlo bien por lo definitivo y perpetuo que significaba. Me tatué el ganchito con la promesa de no hacerme más de uno al año. Cumplido el año, me hice una jirafita en las costillas izquierdas y por los siguientes 4 años no volví a tatuarme hasta que mi abuela había fallecido; entonces el dolor que estaba sintiendo intenté disiparlo poniéndome su firma cerquita del corazón. Claro que no funcionó, el dolor sigue y supongo seguirá, pero es hasta hoy, mi tatuaje favorito. Después el vitíligo comenzó a notarse cada vez más (como ya había mencionado, en efecto, también tengo vitiligo e hipotiroidismo) y nuevamente, la mejor forma que se me ocurrió para abrazarlo fue con un tatuaje feliz… Entonces me tatué el título de una canción cerca del codo izquierdo, donde tengo una mancha que crece cada día más rápido. Finalmente, este año, como regalo de cumpleaños, me hice una carita triste y una feliz (el ying y el yang) en las yemas de dos dedos de la mano (mismos que ya se borraron) y una pequeña flor de cerezo en la muñeca izquierda que me recuerda florecer donde sea que me plante.

Hasta pronto y gracias.

 

 

 

ESCRITO POR Nelly Flores Mendoza, PUBLICADO 11/07/18, UPDATED 11/05/18

A ti que ya eres mi querido lector o que tal vez lo serás, te digo hasta pronto y te doy infinitas gracias porque por ti, abrazo mis defectos y me motivas a hacer las cosas cada día mejor. Mantengamos el contacto, encuéntrame en todas las redes sociales como @nellyflordotcom ; en mi blog personal www.nellyflor.com y en “Diabetes juntos x ti” la revista digital e impresa. Te deseo una Dulce Vida siempre :D