Agradecidos por Gabby


 2018-12-27

Un cambio repentino

Pánico. Confusión. Miedo. Estas fueron las emociones más fuertes que recuerdo haber sentido siendo la madre de un niño de dos años y medio recién diagnosticado con diabetes Tipo 1. Y la pregunta más grande rápidamente surgió: “¿Cómo voy a hacer esto?”

Una vez que comencé a entender todo lo concerniente a la insulina, los medidores de glucosa, las inyecciones, las bombas, el conteo de carbohidratos y todo lo que necesitaba aprender rápidamente, llegué a una conclusión devastadora: nadie sabrá cómo cuidar a mi hijo mientras mi esposo y yo estemos en el trabajo.

En el momento en que nuestro hijo Brennan fue diagnosticado, lo estaba atendiendo nuestra increíble proveedora de cuidado infantil, la señorita Gabby, que lo había estado cuidando desde que tenía tres meses de edad. Ella era todo lo que podríamos haber deseado en una guardería. Al ser recomendada por un compañero de trabajo, sabíamos que ella sería la única para nosotros desde el momento en que conoció a Brennan y su hermano mayor, Derek. Era paciente, cariñosa y divertida, y amaba a nuestros niños como si fueran suyos. Durante los próximos dos años y medio, los dejamos con ella, sabiendo que tendrían la mejor atención posible mientras estábamos trabajando.

Pero luego llegaron las noticias que cambiarían el curso de nuestras vidas para siempre… a Brennan se le diagnosticó diabetes Tipo 1. Mientras nos preparábamos para la estadía en el hospital y la educación a grandes rasgos sobre el cuidado de un niño con diabetes Tipo 1, había una pregunta que no paraba de hacerme en mi mente: “¿Gabby seguiría viendo a Brennan ahora que cuidar de él implicaba mucha más responsabilidad?”. Por lo que sabíamos, ella no tenía conocimiento previo sobre la diabetes Tipo 1, y poner esto en sus hombros era mucho pedir. La llamamos la tarde de su diagnóstico para hacerle saber que estaría en el hospital por unos días mientras aprendíamos cómo cuidarlo y entendíamos un poco más sobre cómo sería el futuro.

Una visita bienvenida

Brennan fue admitido el martes por la noche y las primeras 18 horas fueron de información e instrucciones confusas. Aprendimos cómo controlar la glucosa en la sangre, administrar una inyección con una pluma, extraer la insulina de un frasco en una jeringa y administrar una inyección, cómo contar los carbohidratos y cuáles eran sus proporciones de carbohidratos, objetivos y factores de sensibilidad. Estaba haciendo más matemáticas en esas primeras horas de lo que alguna vez pensé que haría en mi vida. Tomaba fotos de la pizarra donde estaban las fórmulas para poder tenerlas en todo momento. Y en todo momento me sentía aterrorizada de fallar. Si me sentía así siendo su madre, ¿cómo podría pensar que Gabby asumiría la carga adicional de su atención médica constante? Miré a mi esposo y a mi mamá y le pregunté qué haríamos si Gabby no pudiera cuidarlo más. Tenía tres meses y medio de embarazo con nuestra hija en ese momento, y me sentía como si estuviera viviendo una pesadilla, esperando poder despertarme. No podía dejar de llorar por miedo a lo que nos deparaba el futuro.

Mientras practicábamos la extracción de insulina de un frasco con una jeringa, la noche siguiente nos dieron una sorpresa muy agradable. Gabby y su esposo, Tom, fueron al hospital para ver a Brennan. No tenía idea de que estaban planeando una visita. Escuchar que estaban esperando afuera de nuestra habitación era la mejor noticia que habíamos recibido en 24 horas, y Brennan estaba encantado de verlos. Le llevaron juguetes para que él jugara durante su estadía porque simplemente así es como es Gabby. Su primer pensamiento es siempre para sus bebés, y nunca hubiera querido que Brennan estuviera en el hospital sin algo que hacer.

Un favor que había que pedir

Después de que se intercambiaran los abrazos, tenía que saber si esto sería un factor no negociable. “¿Todavía estás dispuesta a verlo?” Pregunté, con lágrimas cayendo por mi cara. Sin dudarlo, Gabby respondió: “¡Por supuesto! Yo lo amo. Enséñame todo lo que necesito saber para cuidarlo. Tom hizo eco a su respuesta. Solo escuchar esas palabras iluminó lo que había sido un día muy oscuro. Ahora lo único que me quedaba por hacer era descubrir cómo iba a enseñarle lo que todavía estaba aprendiendo a hacer yo misma.

Cuando Brennan salió del hospital, tenía en mente un plan aproximado de cómo iba a lograr que Gabby y Tom se pusieran al tanto de cómo cuidar a mi pequeño hijo, pero necesitaba la cooperación de mis jefes. Como maestra de preparatoria, tengo algunos períodos libres durante el día y sucedió que era durante las comidas ese semestre. Mi plan era quedarme un poco en Gabby’s por la mañana para poder acompañarlos a desayunar, ir a la escuela y enseñar un par de periodos de clase, y luego regresar a la hora del almuerzo para volver a hacer lo mismo. Mi jefe de departamento y el director inmediatamente estuvieron de acuerdo, de modo que para el lunes siguiente, ese era mi nuevo horario.

Un plan en marcha

Creé una hoja de instrucciones detalladas paso a paso para controlar su azúcar en la sangre, contar los carbohidratos y calcular la cantidad de insulina que se le administraría. Pero cuando entramos por la puerta ese lunes por la mañana, Gabby ya había medido y contado los carbohidratos para el desayuno que ella había preparado para él. Para ella era muy importante entenderlo bien. Durante los dos primeros días, hice todo yo misma mientras observaban y hacían preguntas. Para el miércoles, Gabby quería medir su azúcar en la sangre en el almuerzo. Así lo hizo, y nunca más tuve que hacerlo por ella a partir de ese momento. Para el viernes, ella le estaba poniendo a Brennan su inyección después del desayuno. Cumplí con mi nuevo horario los primeros días de la semana siguiente, pero no era necesario. Durante esas primeras semanas, Gabby estuvo enviando mensajes de texto con cualquier pregunta o inquietud sobre sus números, pero en poco tiempo, ella ya estaba tan cómoda con eso como yo lo estaba.

Han pasado más de cuatro años desde que a Brennan le diagnosticaron diabetes Tipo 1 y aunque ahora está cursando el segundo grado, si necesita que la señorita Gabby lo cuide en un día libre de la escuela, ella regresa sin perder el ritmo. Al recordar esos primeros días y semanas, me doy cuenta de lo bendecidos que somos por tener a alguien como ella en nuestras vidas. Si no fuera por ella, uno de nosotros se habría visto obligado a quedarse en casa para cuidar de él. También a menudo me pregunto qué hice para merecer que Gabby cuide a mis hijos y ayude a criarlos. Dios la puso en nuestras vidas por una razón, y estamos muy agradecidos por eso. Ella ama a mi hijo como si fuera suyo y, aunque sabía que Gabby era especial antes de que diagnosticaran a Brennan, desde entonces ha consolidado su lugar en nuestra familia y en nuestros corazones para siempre.

ESCRITO POR Deborah Zahorak, PUBLICADO 12/27/18, UPDATED 04/04/19

Debbie Zahorak es profesora de negocios de secundaria de Aurora, IL. Ella es una madre de tres hijos, uno de sus hijos es un niño de 7 años con diabetes Tipo 1. En su tiempo libre, disfruta entrenando y compitiendo en triatlones y medios maratones. También le gusta leer y practicar deportes de todo tipo con sus hijos.