El amor y el tiempo de sueño perdido
Este contenido es posible gracias al apoyo de Medtronic Diabetes socio activo de Beyond Type 1 en el momento de su publicación.
Un miedo conocido
Bip … Bip … ¡BIP!
Al principio, creí que estaba soñando, pero el pitido persistía y cuando me desperté, me di cuenta de que era el monitor de glucosa continuo (MCG) de mi esposo Matt, advirtiéndole que tenía un nivel bajo de azúcar en la sangre. Busqué mi teléfono y abrí mi aplicación de seguimiento. Cargó y pude ver que estaba a un poco más de 60 con una flecha inclinada hacia abajo.
Lo moví para que despertara y le dije, aún medio dormida, “Cariño, tu alarma está sonando. Tienes un nivel bajo ¿Puedo darte una tableta de glucosa?
Él aturdido respondió: “¿Qué pasa?” y le repetí que tenía un nivel bajo, pero quizás un poco más abruptamente y al grano.
Rápidamente me dijo: “No, estoy bien. Lo arreglaré. Puedes volver a dormir. Gracias.”
Estaba tratando de no cargarme con su diabetes, y yo trataba de apoyarlo y ayudarlo. Hicimos este baile durante unos minutos y luego volví a dormir. En general, probablemente perdí 15 minutos de sueño. Matt, por otro lado, estuvo medio despierto durante la próxima hora más o menos tratando de que su azúcar en la sangre volviera a subir. Cuando la gente me pregunta si pierdo tiempo de sueño debido a la diabetes de Matt, generalmente respondo: “No tanto como él” y mantengo el tema a nivel superficial. Lo que no les digo es lo que con frecuencia pienso: perder tiempo de sueño es mejor que perderlo a él.
Una temporada difícil
Hubo un tiempo en que no podía dormir porque tenía un miedo muy intenso de que me despertaría y Matt estaría en coma o peor, muerto. Esto fue durante un momento especialmente difícil cuando la diabetes de Matt era prácticamente el centro de nuestras vidas. Para resumir, tuvo un nivel bajo severo mientras viajaba solo fuera del país y cuando regresó, su azúcar en la sangre estaba muy inestable. Esa fue la primera vez que realmente sentí el peso de la diabetes en nuestras vidas.
Las lágrimas corrían por mi cara mientras estaba acostada junto a él en la cama por la noche, pensando en todos los horribles resultados de un nivel bajo grave. Ponía alarmas para despertarme a medir su azúcar en la sangre durante la noche para asegurarme de que estaba dentro de un rango seguro. Me aseguraba de que su pluma de glucagón estuviera cerca, y ensayaba en mi cabeza cómo usarla. Pensaba dónde estaba el hospital más cercano y debatía si debía llevarlo en el auto al hospital o si debía llamar a una ambulancia. Recuerdo que a veces me despertaba a medianoche y pasaba mi mano sobre su boca para sentir su respiración. Hubo algunas ocasiones en las que me topaba con él accidentalmente mientras dormía y sentía que estaba empapado en sudor por tener un nivel bajo a medianoche. Me sentía culpable por tomar mi medicamento para la ansiedad antes de dormir y, con frecuencia, no lo tomaba porque sabía que el medicamento me dejaría inconsciente y no podría despertarme con las alarmas tan fácilmente. Decir que puede ser difícil dormir cuando un ser querido tiene diabetes es un eufemismo.
En ese momento, también estaba estudiando mi maestría en terapia ocupacional. Un día, mientras estaba en clase, mi maestra estaba hablando sobre las rutinas de sueño y de alentar a los clientes a dormir lo suficiente. Ella enumeró algunos de los efectos secundarios que puede provocar la falta de sueño, que incluyen fatiga, irritabilidad, estado de ánimo deprimido, olvidar las cosas, incapacidad para concentrarse, etc. Mientras describía estos efectos secundarios, me di cuenta de que estaba experimentando casi todos los síntomas. En ese momento, supe que algo tenía que cambiar con respecto a mis hábitos de sueño. Algunas estrategias que utilicé para mejorar mi tiempo de sueño fueron agregar luces tenues en nuestra habitación y apagar la iluminación principal por la noche. También comencé a prepararme para dormir una hora y media antes de querer descansar, y a vaporizar aceites esenciales, como el de lavanda. Realmente, hacía cualquier cosa que desacelerara mi mente de la locura del día y me pusiera en un estado mental relajado para mejorar mi calidad de sueño. Fue una temporada difícil en nuestras vidas, pero Matt y yo lo superamos juntos y, con un poco de ayuda de la tecnología y estos hábitos saludables, hubo más tranquilidad en general.
Doblando la esquina
Ahora, a veces, ni siquiera me despierto con el sonido de la alarma de Matt porque se despierta de inmediato y trata su nivel bajo de azúcar en la sangre. Algunos días, me despierto con algunas notificaciones que me alertan de que Matt tuvo un nivel bajo durante la noche. Me siento decepcionada de mí misma por no escuchar las alarmas de vez en cuando, pero él me asegura que no fue tan malo y me dice su famosa frase: “yo me encargo”. ¿Pero y si no lo hace? ¿Qué pasa si la cantidad de insulina que se inyectó para corregir un nivel alto de azúcar en la sangre antes de acostarse era demasiada? ¿Qué pasa si me quedo despierta un poco más tarde después de que él se duerma para ver qué tendencia tiene su azúcar en la sangre? Puedo llegar a enfocarme demasiado en todo lo que podría pasar, mientras Matt se pregunta: “¿Qué tal si todo está bien?”
Y tiene razón. Tengo que recordarme a mí misma lo comprometido que está Matt con el manejo de su diabetes, y tengo que confiar en que él puede cuidarse y se cuida a sí mismo (y probablemente de todos modos lo hace mejor que yo). Siempre estaré dispuesta a quedarme despierta un poco más tarde con él, o a poner una alarma si él quiere que lo haga, pero también debo ceder un poco. Porque no todo está bajo mi control, no importa cuánto quiera que sea así. La diabetes no es una carga; es solo una parte de nuestras vidas. ¿A veces apesta? Sí. ¿Perdemos tiempo de sueño por eso a veces? Sí. Pero mantengo mi afirmación anterior: perder tiempo de sueño es mejor que perderlo a él, y solo tenemos que hacer el mejor trabajo que podamos para seguir avanzando.
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