Bailando en el desfile de Macy’s
Estaba a punto de dar la presentación más importante de mi vida, en el desfile anual de Macy’s por el Día de Acción de Gracias. Por fuera no me veía distinta, pero mi traje no era como el de las otras bailarinas. El mío tenía una bolsa que había sido cosida por dentro y contenía una pluma de insulina, tabletas de glucosa y un medidor. Evidentemente esto no era lo que tenía pensado cuando me inscribí para bailar en el desfile de Acción de Gracias de Macy’s.
Fue en mayo de 2013, dos meses después de inscribirme en el desfile de Acción de Gracias de Macy’s cuando fui diagnosticada con diabetes tipo 1. Aparte de aprender a administrarme insulina y de hacer cálculos matemáticos antes de cada comida, tenía dos caminos que podía elegir: seguir ensayando para el desfile o renunciar. Elegí seguir ensayando. Fue difícil adaptarme a esta nueva rutina y al mismo tiempo ensayar para bailar en el desfile; simplemente decidí no dejar que la diabetes se interpusiera en esta increíble oportunidad, y no lo hice.
Poco antes del desfile, apenas tenía tiempo para dormir, ya que estaba involucrada en cualquier actividad extracurricular que fuera posible. Acababa de regresar de un viaje de una semana a Canadá, donde obtuve el primer lugar en las Competencias de coros y bandas de escuelas secundarias. Poco después, me dediqué por completo a las clases de bailes, los ensayos y las lecciones de voz, sin mencionar el ensayo técnico y las pruebas de vestuario para la obra de mi escuela. No es necesario decir que esas largas noches de tareas y cenas se convirtieron en algo normal. Si a esto le añades un nuevo diagnóstico de diabetes tipo 1, tener 16 años y tratar de ser independiente, evidentemente me encontraba ante algunos desafíos nuevos.
A medida que el desfile se acercaba rápidamente, hubo algunos correos electrónicos y llamadas entre mi mamá y el equipo de baile, para asegurarse de que los arreglos necesarios estuvieran listos para el desfile. La mayoría de los bailarines llegaron una semana antes del desfile, sin sus padres, pero ese no era el caso para mí. Debido a que mi diagnóstico aún era bastante nuevo, y no sabíamos qué esperar, mi mamá se quedó todo el tiempo en el mismo hotel. Los ensayos de baile eran largos, pero yo perseveré y hacía pausas para tomar jugo cuando era necesario. No voy a decir que esa semana fue fácil, ya que experimenté niveles altos y bajos, literalmente, y tuve que comer mucho para prevenir que se me bajaran los niveles. Sin embargo, hubo muchos factores que me dieron la motivación para seguir en este proceso: el apoyo de mis padres, mis familiares y amigos y por supuesto, nadie podía inspirarme más que Nick Jonas. ¡Si él podía hacerlo, yo también!
Entonces llegó el día del desfile: nos aseguramos de que nuestros trajes estuvieran bien, el peinado y maquillaje listo. En mi caso, tuve que asegurarme de tener listo el plan médico y los arreglos para marchar y presentarme en el desfile. Poco después, tomamos la decisión de que mi mamá iba a caminar en el desfile junto a los bailarines. Nos dirigimos al metro temprano; teníamos que estar ahí a las 5:30 a.m., y afortunadamente, mi mamá llevaba bocad illos y jugos para mí, ya que iba a ser una larga espera antes de que el desfile empezara. Finalmente llegó el momento de empezar a marchar en el desfile hacia Herald Square, donde se llevaría a cabo la presentación. Ahí estaba yo, a punto de salir en televisión nacional, y mi mamá me pasaba ositos de goma para evitar que se me bajaran los niveles durante mi presentación.
En el proceso que he vivido al padecer de diabetes tipo 1, las lecciones que he aprendido son invaluables, y he desarrollado una nueva apreciación por las personas que padecen de una enfermedad crónica. Mi diagnóstico ha abierto más puertas de las que ha cerrado. Ahora soy líder de jóvenes para la Asociación Americana de la Diabetes y sigo haciendo todas mis actividades extracurriculares. Trabajo, no me preocupo por las cosas que no son importantes y no doy mi salud por sentado. La moraleja de mi historia es que cuando la vida me da limones, hago limonada, o mejor aún, ¡jugo de uva!