BUSCANDO CONSUELO EN UN DIAVERSARIO DE CUMPLEAÑOS


 2018-04-01

El primer diaversario es el más difícil. Si alguien me hubiera dicho el año pasado que tendría diabetes para Halloween, habría pensado que estaban locos. Pero el diagnóstico llegó en mi cumpleaños número 27, que también es el día de Halloween. A medida que las personas envejecen, tienden a sentirse atemorizadas por sus cumpleaños. Ahora tengo dos razones para que el mío me atemorice, porque también es un recordatorio del día en que mi vida cambió para siempre. No hay forma de endulzar algo así, incluso si se descubre una cura. Me atemoriza mi cumpleaños tanto como me atemoriza pincharme con una aguja cada tres días para cambiarme el sitio de mi bomba. Siento como si de golpe hubieran jalado para arrancar una alfombra debajo de mí.

A medida que se acerca el primer aniversario de mi diagnóstico de diabetes tipo 1, los recuerdos vienen en oleadas. La fotos después de haber perdido casi 20 libras, esi impactantes de verlo ahora. Recuerdo que luchaba por subir y bajar las escaleras tanto en mi casa como en el trabajo. No tenía energía. Me llevaba un vaso de agua a la cama y me despertaba durante la noche para tomarlo e ir al baño. Salía a tomar algo con mis amigos y mis vaqueros me quedaban tan holgados que mi amiga me convencía de que me pusiera unas mallas, e incluso esas eran holgadas.

¿Quieres saber cuál fue la parte más aterradora? Salir del hospital. Estaba dejando la comodidad y la seguridad del lugar donde me habían diagnosticado y me habían devuelto a la vida. Una vez que pude administrarme las inyecciones de insulina por mi cuenta, me fui con un mes de suministros y eso fue todo. Mi padre me llevó a casa y me reencontré felizmente con mi perro Colby. Entonces el pánico se apoderó de mi: ¿ahora qué? Tuve que ver que hacía para la cena.

En el hospital, recibí un curso intensivo sobre nutrición por un nutricionista en la unidad de cuidados intensivos. ¿Lo recordé cuando llegué a casa? Apenas. En vez de quedarme en casa, enloqueciendo, intenté conducir hasta la tienda de alimentos naturales y orgánicos Whole Foods.

Logré llegar a la tienda, pero al entrar pude sentir la ansiedad. Es un lugar ocupado y siempre hay gente allí. ¡Ya ni siquiera sé cómo comprar comestibles! No me siento cómoda en mi propio cuerpo, entonces ¿cómo puedo estar cerca de las personas? Esto fue un error ¿Será que ya ni soy una persona normal?

Me apresuré a agarrar algo, luego fui a casa y me senté en la cocina, agotada. Decidí hacer chuletas de cerdo, arroz blanco y una ensalada. Hice un desastre en la cocina, pero lo logré. Luego preparé una jeringa, insulina y mi medidor. Cuando comencé a pincharme el dedo, me di cuenta de que había cometido un error de novato: olvidé quitar la parte superior de la lanceta y se me atascó. Estallé en llanto, llena de lágrimas en mis ojos. ¿De verdad tenía diabetes ahora? ¡Ni siquiera podía recordar el primer paso para manejar mi nivel de azúcar en la sangre! ¿Por qué el universo decidió que este fuera mi camino en la vida? Esa fue la primera vez que lloré por mi diagnóstico.

Al mirar atrás, el colapso fue algo necesario y estaba destinado a suceder en algún momento. Mientras estaba de licencia por enfermedad del trabajo, fui a Whole Foods casi a diario. Estoy segura de que en mi compañía de tarjetas de crédito lo vieron y pensaron: “¿Por qué esta chica va a Whole Foods todos los días?”

La verdad es que necesitaba hacerlo. Estaba lo suficientemente cerca de casa que me sentía segura al conducir allí y necesitaba superar mi ansiedad por estar en una tienda de comestibles. Algunas veces caminaba por cada pasillo, solo mirando las etiquetas de los alimentos. Me tomó un tiempo sentirme cómoda en una tienda de comestibles, ¡pero ahora me encanta visitarla! Estas son pequeñas victorias.

 

Quizás a medida que pasen los años, será más fácil. Reconstruirme después de mi diagnóstico no fue una tarea fácil. Tengo la suerte de tener un increíble sistema de apoyo en mi vida. Mi familia y amigos han sido un importante apoyo. Me siento muy afortunada de tener un seguro por medio de mi trabajo para cubrir algunos de mis gastos. Me encuentro cada día sintiendo miedo porque mi páncreas no funciona y tengo que administrarle insulina a mi cuerpo manualmente, lo cual es algo que no puedo comprar en el supermercado.

No estoy sola en este camino. La comunidad de diabetes tipo 1 que he conocido ha sido de gran apoyo y ayuda, y no me siento sola todo el tiempo. Si uno de nosotros cae, siempre hay alguien allí para que nos recoja. Estamos juntos en esto y eso me consuela.


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ESCRITO POR SUZANNAH SPINKS, PUBLICADO 04/01/18, UPDATED 04/11/18

Suzie vive en Cambridge, Massachusetts. Tengo 27 años y me diagnosticaron diabetes tipo 1 en mi cumpleaños número 27, que cayó en Halloween el 31 de octubre (¡oh, la ironía!).