¿Cómo administrarte una inyección de insulina?
Todos crecimos con un poco de miedo acerca de esas visitas ocasionales al médico; y por lo general era miedo de recibir una inyección. Seguro que era agradable recibir una paleta de caramelo (o tal vez una pegatina, si tus padres eran de esa clase), pero probablemente no te parecía que fuera un acuerdo justo, ¿verdad?
Y ahora que te enfrentas con tener que administrarte una inyección de insulina, no pienses que estás siendo inusual o especialmente cobarde si esto parece que fuera *el peor* elemento de tener diabetes. Sin embargo, una consolación (muy pequeña) es que las inyecciones de insulina son subcutáneas, es decir, el área entre la piel y el músculo, por lo que las agujas son generalmente más pequeñas y más cortas de lo que te estás imaginando.
En realidad, después de la novedad (o “terror”, como sea en tu caso) desaparece y tienes un poco de práctica, encontrarás que puede ser un proceso simple y sin dolor. Una clave para minimizar el malestar es ser rápido y estar seguro con tus movimientos, y definitivamente mejorarás con la práctica…pero ese no es un gran consuelo cuando estás empezando, así que vamos a caminar por el proceso paso a paso, con algunos consejos útiles en la marcha.
Nota: esta información es para fines educativos solamente y no constituye un consejo médico. Para tener una orientación específica sobre administrar una inyección de insulina, por favor habla con tu médico.
Revisa tu insulina
La insulina tiene una fecha de caducidad, así que debes estar consciente de esto y no uses insulina vencida. En serio, sólo tírala. La insulina tampoco se puede almacenar en el congelador, ni se puede dejar en la luz solar directa. Si las has mantenida fresca en una bolsa o en el refrigerador, dale un tiempo (30 minutos) para que se ponga a temperatura ambiente. Una vez que abres una vial se puede mantener a temperatura ambiente durante alrededor de 28 días. Hay varias marcas diferentes de insulina, por lo que debes saber cuál es la que tú utilizas y debes asegúrate de saber tu dosificación.
Es mejor si te aseguras de que no haya “grumos” dentro del frasco de insulina. A veces esto puede ocurrir cuando una botella se agita demasiado, por lo que, si ves grumos no utilice ese frasco y consigue otro.
Dependiendo del tipo de insulina, es posible que tengas que mezclarla suavemente. La insulina “de acción rápida” es clara y no necesita mezclarse. La insulina “Intermedia” o de “acción prolongada” no necesita mezclarse y por lo general parece turbia. Rodar suavemente el frasco entre las palmas de las manos durante unos momentos ayudará, pero recuerda no agitarlo.
Consigue todo lo que necesitarás
- jeringa, con aguja.
- torundas (gaza esterilizada) con alcohol. Es mejor que limpies la parte superior del frasco, así como la piel alrededor del lugar donde administrarás la inyección.
- Un recipiente para “objetos punzocortantes”, que es básicamente cualquier caja resistente con una tapa donde puedas mantener las agujas y jeringas usadas. Hay reglas acerca de cómo y dónde se pueden tirar, así que averigua en tu localidad qué sería lo más conveniente para ti. Ten en cuenta que es posible que tengas que usar un tipo específico de recipiente según la opción que elijas para tirarlos.
Lávate las manos
Que no te de flojera, no te saltes esta parte…quién sabe qué bacterias o virus invisibles has recolectado con tus dedos aparentemente limpios, y minimizar los gérmenes antes de pincharte es la mejor manera de reducir la posibilidad de irritaciones o infecciones en la piel.
Escoge un lugar para la inyección
Es mejor si te inyectas en un área de grasa, no de músculo, y hay varias zonas comunes para inyecciones (el abdomen, los muslos, o la parte posterior de los brazos). Es importante rotar los lugares donde te inyectas; siempre por lo menos a 1 pulgada de la vez anterior, a 1 pulgada de cicatrices, y a 2 pulgadas de tu ombligo. Algunos médicos incluso proporcionan una tabla para ayudarte a llevar la cuenta. Evita cualquier lugar que esté hinchado o magullado.
Asegúrate de que tu piel esté limpia, y de que te puedas limpiar esta área con alcohol para asegurarte. Recuerda que debes dejar que se seque el alcohol antes de inyectarte, pero no trates de soplarlo para acelerar el proceso (quieres menos gérmenes, no más).
Llena la jeringa
Después de que abras la tapa y de limpiar la parte superior con alcohol, coloca la botella sobre una superficie plana. Toma la jeringa y luego retira el émbolo (llenándolo de aire) hasta que llenes la cantidad que vayas a inyectar. Luego, insértala en el frasco y empuja el émbolo. Esto empujará aire en el frasco, lo que añadirá presión y hará que sea un poco más fácil sacar la insulina.
Pon el frasco boca abajo y vuelve a halar el émbolo de la jeringa hacia atrás hasta que tengas la cantidad apropiada. No dejes burbujas de aire en la jeringa, así que le puedes dar un golpecito o regresa un poco de nuevo a la botella para asegurarte. Comprueba que todavía tengas la dosis correcta en la jeringa después de eso.
Saca la jeringa del frasco. Y por favor, no toques nada con la aguja porque la contaminarás. Ahora ya está todo listo …
Inyéctate la insulina
La clave para minimizar el dolor de una inyección es la velocidad. Quieres hacer movimientos rápidos y decisivos e inyectarte en un ángulo recto; no muevas la jeringa después de hacer contacto. Algunos otros consejos incluyen asegurarse de que uses insulina a temperatura ambiente (hay más molestias cuando está fría) y que trates de relajar los músculos antes de inyectarte.
Pellizca un pedazo de piel alrededor de donde te vayas a inyectar. Esto debe darte una zona con suficiente tejido graso, así que es conveniente que apuntes directamente hacia abajo (en un ángulo de 90 grados) en la piel, pero si eres delgado(a) y no hay mucha flacidez allí, entonces mantén la aguja en un ligero ángulo (45 grados). Recuerda que lo que quieres es evitar el músculo, y al hacerlo también será menos doloroso.
Sostén firmemente la jeringa, como un dardo, a unas pocas pulgadas de tu piel…y luego insértala con un movimiento rápido. No lo pienses mucho, sólo mete la aguja hasta adentro. Ahora suelta tu piel, empuja el émbolo de la jeringa suavemente para inyectar la insulina, y luego espera 5 a 10 segundos antes de sacar la aguja (en el mismo ángulo en que la hayas insertado).
Pon la aguja y la jeringa en tu recipiente para objetos punzocortantes. Nunca vuelvas a usar cualquiera de los dos.
Si hay una fuga pequeña de insulina o un poco de sangre en el lugar de la inyección, presiona la zona, pero evita frotarla. Puedes utilizar una bola de algodón o una toallita, e incluso un pequeño vendaje si lo deseas. Si esto sucede constantemente o si presentas enrojecimiento o inflamación repetidamente después de una inyección, entonces menciónaselo a tu médico para que te aconseje.
FELICITACIONES
¡Felicitaciones! Date una recompensa, puedes mantener algunas paletas de caramelo (sin azúcar) a la mano o tal vez incluso algunas pegatinas.
Referencias:
WebMD: “Giving Yourself an Insulin Shot”
Johns Hopkins: “Giving Yourself a Subcutaneous Injection”
FDA: “How to Get Rid of a Sharps Container”
NIH: “Giving an insulin injection”
American Diabetes Association : “Insulin Routines”
Univ. of Pittsburgh: “Insulin Pens: How to Give a Shot”
Univ. of Michigan: “Subcutaneous Self-Injection”