CÓMO UN ENDOCRINÓLOGO TERMINÓ CON MI TEMOR A LOS MÉDICOS


 2017-11-27

 

He visto un buen número de endocrinólogos durante los 11 años que he vivido con diabetes tipo 1. Cuando fui diagnosticada a la edad de 16 años, fui a la clínica para la diabetes en Stanford. Me agradaron los médicos y educadores certificados sobre diabetes que encontré ahí. Anhelaba mis citas. Sin embargo, conforme me acercaba a mis 18 años, sobrepasé la edad de la clínica pediátrica. Había llegado el momento aterrador de superarla y encontrar a un nuevo médico.

Visité a muchos buenos médicos durante mi búsqueda. Todos ellos eran calificados. Pero ninguno de ellos era ideal para mí. Era difícil decidir visitar a un médico diferente después de unas cuantas visitas. De ningún modo quería insultar a estos médicos o hacerles sentir como que hubieran hecho algo malo conmigo. Simplemente no eran para mí.

Pasé por un período de tiempo en donde no tenía un endocrinólogo porque me sentía desanimada con mi búsqueda del médico perfecto. Empecé a pensar que estaba siendo irracional y que, en el actual loco mundo de la salud, era tonto cambiar médicos debido a las preferencias personales. ¿El médico “perfecto” para mí realmente existe? Muy dentro de mí, creía que él o ella sí existía. Así que, con el apoyo de mis padres, seguí adelante y mi búsqueda continuó.

El año pasado volví a decidir que debía dejar de visitar a mi endocrinólogo. Después, me acerqué a mi médico de cabecera para saber si él me podía recomendar otro endocrinólogo. Él me refirió con un endocrinólogo que él decía que había “cuidado muy bien de sus pacientes en el pasado”. ¡El problema era que yo no podía agendar sino hasta después de dos meses! Decidí intentarlo de cualquier modo.

El día de mi cita, estaba nerviosa. Empecé a preocuparme de que simplemente terminaría cambiando a un nuevo médico después de esta visita. Pero resultó que el médico era ideal. Era callado, formulaba preguntas específicas y me hacía sentir cómoda. La cosa más importante para mí: cuando revisó mis datos de medición no hizo comentarios sobre eso ni me regañó cuando se topó con los números de los niveles de glucosa en la sangre en los 200, pocos momentos en los 300 o el impactante número en los 400. Su neutralidad era un alivio y me empoderaba a intentarlo con más empeño para mejorar mis niveles de azúcar en la sangre.

Aunque bajar mi A1c siempre ha sido una lucha, nada se ha comparado con el último par de meses. Durante un tiempo, mi A1c bajaba lentamente a un rango aceptable. Luego chocaba contra una pared y, parecía perder cualquier control y todo el control. Mi A1c empezó a subir y sentí como que no podía controlar mis niveles de azúcar en la sangre. Los rangos altos la insulina y los carbohidratos, los altos ritmos basales y la poca cantidad de carbohidratos no parecían mucho para nada.  Conforme mi siguiente cita con el endocrinólogo se acercó, la ansiedad se instaló y empecé a entrar en pánico. ¿Qué me iba a decir? ¿Me dejaría de atender como su paciente?

Mi temor a los médicos regresó. Estaba tentada a cancelar mi cita, pero sabía que necesitaba ayuda. Cuando el asistente médico tomó mis estadísticas, la presión arterial y ritmo cardiaco estaban elevados hasta el techo (muy inusual para mí). Estaba temblando, sudando y con miedo. Estaba convencida de que mi médico estaría asombrado con mi poco control. Cuando él finalmente llegó, yo estaba tan estresada que apenas podía hablar. Con una voz muy amable, me preguntó cómo me sentía. Le expliqué cómo estaba teniendo mucho problema con controlar mi glucosa en la sangre. Dosis aumentadas de insulina, cambios en la dieta; parecía que nada estaba ayudando. Con una sonrisa amable, él me explicó que esto era más común de lo que uno puede pensar. Me dijo que, con frecuencia, cuando los adultos jóvenes empiezan a trabajar más, no siempre se percatan de cuánto se estresan y cuánto tiempo pierden que antes era utilizado para cuidar de la diabetes. Tranquilamente me explicó los pasos que tomaríamos para manejar nuevamente mi enfermedad. Me dijo que las cosas iban a estar bien.

Sentí tal oleada de alivio. Esto era algo que yo había estado callando durante meses y su respuesta me dio a mayor cantidad de paz y esperanza que he experimentado en mi camino con diabetes tipo 1. Pude controlarme durante el resto de mi visita y fui sintiéndome segura de que yo podía cambiar las cosas a mi alrededor. Cuando regresé a mi auto, lloré, dejando ir todo el miedo, el estrés y la falta de control que había sentido durante tanto tiempo.

Ahora que he encontrado a un médico que me gusta, me doy cuenta de que la búsqueda no fue inútil. Es muy importante encontrar a un médico con el que te sientas cómodo y que te apoye de modo que necesites ser apoyado. Confía en tu instinto. Busca al médico adecuado. Encuentra al aliado perfecto que te ayudará a manejar tu camino con diabetes. Vale mucho la pena.

 

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ESCRITO POR HELEN MILNE, PUBLICADO 11/27/17, UPDATED 01/08/18

Helen es estudiante de enfermería de 27 años de edad, quien ha vivido con diabetes tipo 1 durante los últimos 11 años. Le gusta conectarse con otras personas con diabetes, hablar sobre la diabetes y espera convertirse en educadora sobre diabetes algún día. Vive en Santa Cruz, California y, le gusta estar en el exterior y ser activa, jugando vóleibol de playa y pasando el tiempo con su gato cuando no está estudiando.