Contagiar automanejo. La historia de mi tía.
Hoy me he topado con una realidad de la diabetes a la que nunca he querido verle la cara. El acercamiento a la muerte por complicaciones propias de la diabetes. Me duele verlo en un ser muy querido, mi tia Aída, quien en compañía de otras tres tias nos cuidaron y jugaron tanto conmigo y mi hermano así como a todos mis primos.
Con Aída nos sentimos acompañados y chiqueados (más de lo que mis papás quizá hubieran querido). Hace unos años, después de mi diagnóstico tuvo una situación de salud que derivó en diabetes tipo 2, una diabetes que lamentablemente quizá no fue aceptada y se dificultó el control. De esas diabetes que, como tantas, no se sienten hasta que se sienten las complicaciones y estas se manifestaron en grande hace un año, cuando diagnosticaron insuficiencia renal y la necesidad de diálisis. Un año después su cuerpo ha sufrido mucho y está cansado.
Como persona con diabetes y más como educadora son temas que no me gusta hablar, porque mi idea siempre es ver el lado “dulce” de la diabetes, el decir #ConDiabetesPuedo y esas cosas que nos empoderan como pacientes y como seres humanos. Hacer una diferencia y ver la otra cara de la diabetes. Hoy me duele, me duele reconocer esta realidad que no había querido ver, estudié y estudio todo lo que puedo relacionado con la diabetes pero nunca quise estudiar enfermedad renal o todo aquello que significara una complicación, mi nivel consciente o inconsciente de rechazar lo que la diabetes significa. Me duele que, aunque me cuide y busque controles de glucosa lo más apegado esta sea una posibilidad. Me duele más ver a tantas personas sin control, sin una guía porque algunos médicos están cansados de que “los diabéticos” no se cuiden ni se interesen. Las personas con diabetes somos más que una enfermedad y está en nosotros los profesionales (ojala fuera en todos los profesionistas) de la salud hacer una diferencia, cambiar la visión, movilizar al ser humano que somos y que vivimos con diabetes a controlar y, si bien, quizá no se pueda evitar una complicación se pueda extender el tiempo de estar bien sin tener que ver de frente la cara a esta realidad.
Yo no pude hacerlo con mi tia y me duele tanto, porque lo que profeso no pudo tener efecto en alguien tan amado y me hace replantear lo que hago conmigo como persona con diabetes, con mi marido y mi papá que también tienen diabetes, con mi hijo que no tiene diabetes y con quien tomamos acciones para que, si la llegara a tener, sea a una edad en la que las complicaciones no alcancen ni a llegar. Me hace replantear mi labor como especialista en diabetes y nutrición en ese agujero negro en el que se nos pierden los pacientes al momento de aceptar o no la enfermedad y todo lo que esto conlleva.
Debo confesar que tengo miedo, tengo miedo a llegar a esta situación, tengo miedo de que mi familia sufra y de que mi hijo me padezca en mi condición como persona con diabetes. Pero se que, ese miedo solo me da dos opciones, la primera y quizá más sencilla es dejarme ir, abandonarme en la tristeza y desilusión de la diabetes, negarla. O bien, con ese miedo amarrarme el cinturón y la microinfusora así como todos los afortunados aditamentos que puedo tener, a mi equipo médico, a mis amigas que viven con diabetes y saben tanto y enfrentar ese miedo controlando mi diabetes, mi salud, no siendo negligente conmigo misma y, si llegaran las temidas complicaciones, trabajar con ellas para evitar que el daño sea mayor.
La diabetes tiene dos caras y no por ver una cara buena ocultemos la realidad de las complicaciones. La diabetes es controlable perfecta e imperfectamente porque no siempre se pueden tener los controles de glucosa perfectos pero si hay algunas imperfecciones podemos y debemos acercarnos a los profesionales, hacer ajustes, no tener miedo al cambio de medicamentos, esquemas, alimentación y ejercicio. Se lo debemos a nuestros hijos, a nuestros padres, a nuestras familias pero principalmente a nosotros mismos.
Amo vivir, amo mi vida y mi consigna es y seguirá siendo #ConDiabetesPuedo. Espero poder contagiar a tantos me sean posibles, disminuir el riesgo de complicaciones y aumentar la calidad y el tiempo de vida de todos mis compañeros que viven con diabetes.