CONVIVIR CON HIPOGLUCEMIAS


 2018-05-14

Mi nombre es Leyre y os escribo desde Zaragoza (España). Actualmente, tengo 28 años y fui diagnosticada con  diabetes tipo 1 hace poco, ya de mayor, con 27 años. Al principio, fue un shock ya que representó un cambio importante. No sabía casi nada de diabetes, y lo que conocía era en su mayoría información sobre diabetes tipo 2. Yo soy química y además trabajo en investigación, así que en seguida empecé a investigar sobre mi enfermedad. Encontré que la diabetes es una enfermedad compleja, que para poder convivir “bien” con ella requiero de muchos conocimientos, llevar muchos controles y tener una vida algo más organizada. Había que informarse mucho, pero yo tenía claro que no iba a dejar que esto cambiara mi vida, que pensaba seguir trabajando en lo mío, que seguiría haciendo los mismos planes con mi novio, mi familia y mis amigos, que aprendería lo que fuera necesario, pero no iba a cambiar nada.

 

Así que empecé a formarme y a formarme. Una de las cosas positivas que vi de todo esto, fue la gente maravillosa que puedes encontrar. Gente en tu situación que no duda en ayudarte en lo que sea, porque lo entiende, porque sabe que es lo que has vivido y quiere ayudarte a que tu adaptación sea la mejor posible. Así que un día, a pesar de que no me gustan demasiado las redes sociales, decidí escribir un blog. Decidí que por esto merece la pena esforzarse para ayudar a otras personas que estén en la misma situación que yo, y me pareció buena idea escribir un blog donde pudiera plasmar todos estos conocimientos que estaba adquiriendo. Podéis encontrar lo que escribo en mi blog: siendocelulabeta.com. Allí hablo un poco de todo, todo lo que voy aprendiendo y vivencias con la diabetes.

 

Hoy quería contaros una historia que podéis encontrar allí también, una de mis experiencias con hipoglucemias. A pesar de que soy feliz con mi diabetes y todo, eso no quita que haya momentos duros, momentos asociados a subidas y bajadas de azúcar. El buen manejo de nuestros niveles de glucosa en sangre nos ayudará a evitar que estos episodios no se produzcan muy a menudo, pero a veces son inevitables y nos dan algún susto. Creo que también hay que hablar de ellos, para tener más conocimientos de estas situaciones, y así estar más preparados por si nos ocurre en algún momento. Además, también quiero contar esta historia para que se vea la importancia de los medidores continuos de glucosa.

 

El otro día tuve una de estas bajadas que te dejan temblando, y no por los síntomas que experimentas de la propia hipoglucemia, sino de pensar, ¿qué habría pasado si no la pillo a tiempo?

 

Era un martes.

 

Esa mañana había estado con mi educadora y me había puesto el Dexcom g5 para que lo probara. Además, nada más tenerlo en funcionamiento, lo conecté con mi reloj para poder ver la glucemia en él.

 

Por la tarde, había quedado con una amiga en su trabajo para hacer un proyecto. Teníamos una hora y cuarto para hacerlo, un tiempo muy ajustado.

 

Ya habían pasado algo más de dos horas desde que comí (por lo que no creo que me quedara mucha insulina del bolo activa) y tenía 15 minutos andando hasta su trabajo.

 

Me medí en sangre y tenía 8.9 mmol/L160 mg/dL. Buen valor para estar a tope esa tarde. Aun así, como iba a ir caminando, y para prevenir sustos, me comí dos galletas antes de salir (1 ración).

 

Cuando iba a mitad de camino, me dio por mirar el reloj (más por la novedad porque lo acababa de estrenar esa mañana) y me marcaba 7.8 mmol/L140 mg/dL y doble flecha hacia abajo. La verdad es que me dejó un poco extrañada, pero había visto que era bastante fiable durante esas horas que lo había llevado, así que decidí fiarme y me tomé mi batido de chocolate de emergencias (2.5 raciones). No podía permitirme estar mal esa tarde y dos flechas hacia abajo es un cambio muy grande.

 

Cuando llegué al trabajo de mi amiga, volví a mirar el reloj y marcaba 5.0 mmol/L90 mg/dL con las dos flechitas. Me tomé una pastilla de glucosa de absorción rápida (0.5 raciones).

 

Saludé a mi amiga, y entramos en el despacho. En ese momento empezaron a sonar las alarmas del móvil de glucosa baja como si no hubiera un mañana. Yo extrañadísma, porque tampoco me encontraba muy mal (un poco mareada solamente). Así que ya me medí en sangre porque me pareció rarísimo y pensé que igual el sensor se había estropeado.

 

Decido medir mi glucosa en sangre y para mi sorpresa apareció ¡¡¡¡2.2 mmol/L40 mg/dL!!!!!

 

Hacía unos veinte minutos estaba en 8.9 mmol/L160 mg/dL. ¿Cómo podía ser que me bajara tan rápido? ¿Qué había pasado?

 

Total, que me tomé dos pastillas de glucosa de acción rápida.

 

Mi amiga mientras tanto iba preparando todo para empezar. Yo me volví a medir a los minutos y ya había subido a 2.8 mmol/L50 mg/dL. Bajito, pero al menos no había vuelto a bajar. Así que me tomé otras dos pastillas y a trabajar.

 

Como el móvil seguía pitando lo desconecté (se que no es lo mejor, pero no teníamos tiempo) y le dije a mi amiga que estuviera pendiente de mí no vaya a ser que me diera algo.

 

Durante la reunión estuve un poco agotada, pero aguanté.

 

Cuando acabamos, me volví a conectar todo. Me volví a medir la glucemia capilar. Ahora pensaba que estaría por las nubes, que después de esas 6 raciones extra que me tomé para remontar me había subido muchísimo el azúcar, que por algún motivo mi cuerpo había tardado en remontar, pero que después de las 6 raciones me habrá “pasado” de comer. Mi sorpresa fue cuando me medí. Tenía 6.7 mmol/L120 mg/dL, y cuando recuperé los datos del g5, se veía como había llegado a LO (menos de 2.2 mmol/L40 mg/dL) y luego había subido lentamente hasta estabilizarse en 6.7 mmol/L120 mg/dL.

 

Ver eso me dejó temblando. ¿Qué clase de bajada había sido esa? ¿Qué habría pasado si no hubiera estado mirando el reloj? ¿Habría llegado al trabajo de mi amiga y me habría dado algo bien gordo? ¿Me habría llegado incluso a quedar inconsciente? ¿Habrían sabido reaccionar?

 

Bueno, preguntas que es mejor no hacerse. No pasó nada grave y eso es lo importante.

 

He repasado lo que hice ese día para ver de dónde pudo venir todo, pero aquel día no hice nada especial que no hubiera hecho el día anterior, ni ejercicio ni nada.

 

Así que todo se quedó en un misterio y fue un gran día para haber empezado a usar un sistema de monitorización continua.

 

ESCRITO POR LEYRE TEJEDOR, PUBLICADO 05/14/18, UPDATED 08/06/21

Leyre Tejedor, tiene 28 años y vive en Zaragoza (España). Fue diagnosticada con diabetes tipo 1 en 2017. Es química y trabaja en investigación, tras su diagnóstico comenzó a investigar sobre este mundo para llevar la diabetes con toda la normalidad posible y se animó a escribir el blog siendocelulabeta.com donde cuenta todas las cosas que va aprendiendo, así como sus experiencias con la diabetes. También la puedes seguir en Facebook (Siendo Célula Beta) y Twitter (@celula_beta).