Creo que anoche salvamos la vida de nuestro hijo


 2016-08-02

Nuestra última noche antes de hacer una purificación de una semana, decidimos festejar un poco, habíamos bebido y veíamos un programa en la planta baja, cuando de repente fuimos sorprendidos al oír los gritos frenéticos de nuestro hijo en su habitación.

Fue difícil de comprenderlo al principio ya que fue algo rápido, entre dientes y repetitivo, pero pronto nos dimos cuenta mientras subíamos por las escaleras de que él estaba gritando, “¡MAMI, NECESITO JUGO!” Mi marido comenzó a revisar su sangre inmediatamente mientras yo me apresuré a bajar las escaleras a toda velocidad en busca del sagrado suero de la vida: una caja de jugo.

Hice una pausa por sólo un brevísimo instante mientras miraba las tres últimas cajas de jugo que teníamos en la casa y decidí llevarlas todas conmigo. No podía creer lo estúpidos que habíamos sido al no haber puesto jugos en su habitación. O que sólo tenía 3 cajas de jugo en la casa. 46.8 mg/dL2.6 mmol/L. Ese era el nivel de glucosa en la sangre en su nivel bajo, pero ciertamente no es lo más bajo que la ha tenido en su vida. [Se trata de un niño que no se dio cuenta de que estaba en 27 mg/dL1.5 mmol/L una vez.]

Así que pensé: “Esta probablemente sólo sea una combinación de un terror nocturno (aunque él nunca ha tenido uno antes) y una baja de azúcar”. Sin embargo, luego la situación se puso extraña y aterradora. Él se negaba rotundamente a tomarse el jugo y se sacudía violentamente. No articulaba palabras, solo se sacudía violentamente y gritaba. Saqué el glucagón y seguí todas las instrucciones que aparecen en el interior de la tapa del kit.

Inserte la jeringa, llene la botella de glucosa con agua, agítela bien, absorba la glucosa de la botella con la jeringa, apuñale al niño en el muslo.

 

Después de ver la advertencia de no administrar demasiado glucagón, sólo le di la mitad de la dosis. Los temblores y sacudidas no cesaron. Aunque, ahora estaba viendo imágenes de enfermeras que se acercaban a él con agujas y violentamente trataba de mantenerlas alejadas. Periódicamente, me miraba a mí y en medio de su llanto preguntaba, “¿Qué está pasando?”

Sus palabras eran entre dientes y su mandíbula estaba apretada. Al menos que él me estuviera preguntando qué era lo que estaba pasando, él no sabía que yo estaba allí. Sus ojos miraban a través de mí y me suplicaba que yo fuera a donde él estaba. Yo estaba sentada frente a él tratando de consolarlo. Su cuerpo se sacudía de manera impredecible y no se detenía. En este punto empecé a sospechar que lo que estábamos presenciando era un ataque hipoglucémico, en concreto una “convulsión parcial” (o convulsión focal). Él estaba teniendo casi todos los signos y síntomas del inicio hacia la terrible realidad:

  • sudoraciónCaitlinEdwards5-495x660
  • confusión
  • temblores
  • sensación de frío y humedad
  • alucinaciones
  • comportamiento emocional inexplicable
  • llanto incontrolable
  • abstraído de sus alrededores
  • cambios en la visión
  • pérdida de la capacidad de hablar con claridad
  • pérdida del control muscular
  • ansiedad
  • un estado de trance
  • los ojos mirando al vacío
  • los ojos parpadeando rápidamente
  • incapacidad para responder
  • movimientos corporales incontrolables – sacudidas
  • contracción muscular involuntaria

 

Todos los síntomas excepto unos cuantos, realmente… supe que esto era diferente a la convulsión febril de mi que mi segunda hija mayor había tenido a la edad de 18 meses de edad. Esta vez había sido algo aterrador, pero había algo diferente que lo distinguía. La única diferencia muy significativa es que las irregularidades de azúcar en la sangre que pueden causar una convulsión diabética también pueden hacer que el paciente con diabetes entre en estado de coma.

Sabíamos que necesitaba ser tratada como una emergencia médica.

Sabíamos que ya sea estaba teniendo una convulsión o que estaba en el proceso de tenerla muy rápidamente. Le di el resto del glucagón que quedaba mientras mi esposo de más de 200 lb desesperadamente luchaba para evitar que se moviera. Llamamos a urgencias al 911.

Sus ojos muy abiertos, llenos de terror y que veían hacia quién sabe dónde, mientras que su cuerpo se movía locamente y sin control en el suelo duro. En un momento de “claridad”, o al menos en un momento en que se dio cuenta de que mi esposo estaba con él, le rogó a su padre que mantuviera a “esa gente” alejada. Así que mi dulce esposo se sentó allí sosteniendo a mi hijo con diabetes tipo 1 meciéndolo con su brazo estirado, advirtiéndole sobre las enfermeras invisibles que lo atacaban con agujas.

Por último, el glucagón comenzó a surtir efecto. Empezó a calmarse un poco dentro de los pliegues del abrazo fuerte y calmante de mi esposo. Preguntó por mí y finalmente pidió la caja de jugo. Aún estaba hablando con el paramédico por la línea de urgencias en ese momento y decidí cancelar la ambulancia.

Todo el episodio duró desde las 10:34 p. m. hasta las 10:42 p. m. Ocho minutos. Ocho minutos que hicieron que el tiempo se detuviera por completo.

Pero ya pasó todo… por ahora.

CaitlinEdwards3Mientras lo preparábamos para revisar su sangre una vez más, las lágrimas silenciosas se me escapaban. Él estaba poco consciente como para notarlo, estoy agradecida por eso mientras las tibias gotas caían con fuerza sobre su medidor. Es muy real que las convulsiones en quienes viven con diabetes pueden llevarlos al coma, lo cual puede provocar hinchazón cerebral y lesión cerebral, y con demasiada frecuencia la muerte.

“La diabetes es una enfermedad grave y si los niveles de glucosa en la sangre no se monitorean ni se controlan periódicamente, se pueden producir múltiples complicaciones. Una convulsión hipoglucémica es una de estas complicaciones. Es provocada por niveles peligrosamente bajos de azúcar en la sangre. Este estado puede provocar una convulsión diabética. Puede ser fatal si no se trata de inmediato”.

Hemos sido testigos de demasiadas muertes de exactamente este tipo durante el verano en los medios de comunicación. Una niña, que no era mucho más grande que mi hijo menor en ese tiempo, murió de “complicaciones”, debido a la diabetes tipo 1. Ella cayó en coma, esta vez debido a una hiperglucemia. Más tarde, un chico un poco mayor murió en un campamento de baloncesto, porque el personal ignoraba que vivía con diabetes cuando comenzó a vomitar (extremadamente peligroso para las personas con diabetes tipo 1). Y la lista continúa, abarcando desde niños hasta adultos.

Estoy aquí sentada mientras él está acostado a mi lado. “Mamá, ¿puedo dormir contigo?” Ya lo creo. Yo no quiero volver a dejarte ir.

Sé que él realmente no se acordará de esa noche, pero yo nunca la olvidaré.

Sólo espero que no vuelva a suceder. Acababa de decirle a alguien que en los casi tres años que lo habíamos visto lidiar con la diabetes, nunca habíamos tenido que usar el glucagón ni habíamos tenido que llamar a una ambulancia. Ni una sola vez había tenido una convulsión. Es decir, hasta esta noche. Siempre pasa de esa forma, ¿no es así? Tan pronto como uno se siente seguro de que nunca le va a pasar a uno, a él, jamás. Entonces sucede.

No estoy segura de que podré dormir esta noche. Estoy a punto de revisar de nuevo su sangre y es probable que lo haga varias veces hasta la mañana siguiente. Su rostro está cubierto de pintura negra para la cara, los contornos de una pelota de béisbol que le habían dibujado en una fiesta a la que había asistido ese día se han esparcido por todos lados debido a la paliza que le dieron las convulsiones. Se ve como un payaso en mal estado, y aunque todo lo que quiero hacer es limpiar su cara… lo dejaré dormir. Con cara sucia o no, él es mi dulce hijo cuya enfermedad me hizo cuestionar si su vida estaba en peligro inminente. Él puede manchar mis sábanas con pintura y golpearme la oreja con el codo, mientras ronca a mi lado tanto como le sea posible, porque está vivo. Vivo.

Por lo que podemos deducir, acabamos de salvarle la vida a nuestro hijo. O por lo menos, es lo más probable. Y nunca voy a subestimar esta enfermedad de nuevo. 


Lée nuestra guía TODO LO QUE DEBES CONOCER DEL GLUCAGON.

ESCRITO POR Caitlin Edwards, PUBLICADO 08/02/16, UPDATED 09/13/21

Caitlin Edwards es una madre de cuatro hijos que trabaja desde su casa en su tienda de Etsy llamada TheLoftCat. Su tercer hijo, Jasper, fue diagnosticado con diabetes tipo 1, el 26 de febrero de 2013. Tenía cuatro años de edad en el momento. Tener cuatro hijos significa que recuerda cómo era poder dormir, ¡con mucho cariño!