Cuando ya no quieres continuar


 2017-02-16

Toda persona con diabetes sabrá lo que quiero decir.

No es que ya no quieras continuar con tu vida, lo que pasa es que ya no quieres continuar con tu vida con diabetes.

Es una actitud que atrae un poco de empatía de comunidades grandes: “Ay, lo entiendo, pero no tienes opción,” “Realmente es malo pero debes mantener la frente en alto”, “Dios no te lo hubiera dado si Él supiera que no puedes manejarlo”…

Benditos. Ellos tienen buenas intenciones, pero no entienden.

A veces, la vida con diabetes no es VIDA.

LA VIDA es una serie de momentos, pero cuando tienes diabetes no puedes disfrutar de esos momentos sin intentarlo, sin prepararte con anticipación para disfrutar de esos momentos que están por venir:

Debes administrar un bolus ahora o más tarde te sentirás mal y no te parecerá graciosa esa broma; debes comer ahora o más tarde te sentirás mal y no estarás feliz sobre esa buena noticia; debes revisar el nivel de azúcar en la sangre ahora porque tal vez está bajando y eso te hará sentir mal después y no podrás prestar atención en clase.

Y ciertamente no puedes disfrutar de un momento cuando tu cuerpo te grita: “¡Agua, ahora!” “¡Sanitario, ahora!” “¡Insulina, ahora o morirás!”

Cuando mi novio, a quien amo eternamente, me invitó a salir por primera vez, mi lectura era de 18.2 mmol/L. Cuando me invitó, mi corazón no palpitó por sus palabras, sino porque estaba muy ocupada palpitando por mi alto nivel de azúcar. Mi estómago no sintió mariposas porque ya estaba agitado debido a las cetonas que se estaban creando dentro de mí. Cuando besé su mejía, mis labios estaban secos de la sed porque mi sangre estaba volviéndose ácida. Fue un momento en la VIDA que perdí porque no intenté lo suficiente de antemano para disfrutarlo.

El asunto es que nunca sabes cuándo ese siguiente momento especial sucederá y no quieres perdértelo, así que debes intentarlo; debes intentarlo todo el tiempo para disfrutar tus momentos, los buenos y los malos, mientras todas las demás personas parecen controlarlo sin mayor esfuerzo.

No es justo. Es agotador. Tu cerebro siempre está encendido y siempre está preocupado.

El problema es que este es un sentimiento despectivo. Es un pensamiento efímero que pasará porque la enfermedad no lo hará y, debido a eso, cuando el sentimiento regresa, con frecuencia se siente profundo e intenso, luego es almacenado y olvidado. Porque ¿qué tan tonto es eso? ¿querer escapar del intento de no morir?

Bueno, eso no importa. Soy un ser humano. Siento agotamiento, frustración, desesperación y tengo derecho de sentirme así; estoy en mis derechos de querer renunciar a todo. Tengo derecho de imaginar lo que sería para las personas que pueden despertar en la mañana y simplemente comer y luego salir de casa y simplemente vivir, sin intentar no convertirse en una persona con amputaciones o con ceguera o tener un riñón que no funcione o que su corazón se rinda. Ellos no tienen que colocar agujas en sus dedos y sus estómagos o bombear una toxina en su torrente sanguíneo el cual, con una dosis equivocada, podría matarte de cualquier modo. Ellos pueden ser curiosos sobre su propia mortalidad sin ser encarados con las realidades de cada día.

Yo no puedo hacer eso. Aún en los días con las lecturas perfectas, todavía pienso en eso, en mi salud, tratando disfrutar mis momentos, pero sin poder dejar de preocuparme sobre los siguientes momentos.

Entonces, ¿qué haces cuando ya no quieres intentarlo?

Enojarte. Enojarte mucho. Permítete sentir. Piensa en ello por un momento y dite a ti mismo, “esto es válido. Lo que siento es real y permitido y, puedo llorar y puedo temblar y puedo estar mocoso en mis pijamas porque este colapso es mío y yo puedo tranquilizarlo. Puedo ser menos que mi mejor versión por el tiempo necesario. Puedo llamar a mis amigos para que me apoyen o puedo sentirme aquí sola y gritar en silencio. Puedo hacer lo que quiera y puedo tomarme todo el tiempo que necesite para sacar los sentimientos sucios que se alojan dentro de mí”.

Por supuesto, es entonces un asunto de recordar que eres una Reina, para tocar base con tu red de apoyo y para poner tu corona nuevamente en tu cabeza; para regresar a vivir tu vida con diabetes. Hay mucho material en el mundo sobre cómo salir del bosque durante la luz del día, pero no hay mucho sobre qué hacer cuando estás en el bosque y el sol se esconde.

No soy psicóloga, no soy una profesional de la salud mental, pero soy una persona con diabetes Tipo 1 en búsqueda de alguien que me diga que puedo sentirme triste y que mis sentimientos son reales y que tienen sentido y que está bien no sentirse bien.


Lee: Burnout por la diabetes por Mark Heyman, doctor, CDE.

 

ESCRITO POR NICKY HAEUSLER, PUBLICADO 02/16/17, UPDATED 06/25/18

Nicky fue diagnosticada con diabetes Tipo 1 en el 2004 a la edad de 6 años. Ella es estudiante de primer año de la universidad estudiando una Licenciatura en Artes Creativas en Queensland, Australia, en donde continúa navegando, explorando y entendido lo que es vivir en este mundo con una enfermedad que le durará toda la vida.