¿Podemos enamorarnos cuando vivimos con diabetes?
Cuando conocemos a alguien, (no debería) pero todo puede darnos miedo o inseguridad: desde nuestra forma de ser, nuestra altura, color de ojos, de cabello, cómo nos reímos, si tenemos un lunar, o dos… A todo esto, vivir con diabetes no es la excepción y puede que sea una de las cosas que más inseguridad nos de.
¿Nos aceptará el otro si nos aplicamos insulina y nos pinchamos? ¿Nos aceptará si tenemos un sensor o una microinfusora todo el día, todos los días, pegada al cuerpo? ¿Qué pasará en ese momento de intimidad en el que la ropa ya no lo tapa y no podemos sacarlo? ¿Le parecerá normal que tenga que comer azúcar o algún hidrato de carbono rápido en cualquier momento si lo necesitara? ¿Estará dispuesto a aplicarme un glucagón, si tuviera una hipoglucemia severa?
Todas estas preguntas me hice alguna vez cuando era más chica, una adolescente que empezaba a mirar con cariño a alguno de sus amigos. Ahora bien, el tiempo pasó, crecí y afortunadamente, no sentí ni vergüenza ni temor por vivir con diabetes. Siempre me acompañó, nunca la oculté, siempre fue parte de mi vida y de la vida de quienes me rodeaban.
Cuando conocí a Mati, mi actual novio, recuerdo que comenzamos a hablar sobre nosotros, como 2 personas que empiezan a conocerse. Hablamos sobre qué nos gustaba hacer, qué nos gustaba comer, hobbies, etc., y cuando llegó el momento de hablar de nuestros trabajos, sabía que sería el inicio de este camino, de compartir mi diabetes.
Mi respuesta en ese momento fue que formaba parte de una ONG llamada CUI.D.AR en Argentina, que trabaja con niños, adolescentes, jóvenes y adultos con diabetes. ¡Debo decir, lector y lectora, que sólo con esta frase sumé un puntito a favor! ¡Ayudar, suma puntos a la hora de querer conquistar a alguien!
Paso siguiente me preguntó…”¿por qué se te dio por una ONG del tema diabetes?” ¡Esa fue la jugada maestra! Esa era la pregunta que necesitaba para compartir mi diabetes de una manera simple y sin vueltas…”Porque tengo diabetes tipo 1″, le dije.
Tiempo después nos encontramos para almorzar, una de nuestras primeras salidas y seguimos conversando para conocernos. Hablando de lo que hacíamos en el día a día, y entre esas cosas me dijo: “Busqué qué es la diabetes tipo 1”. Debo confesar que yo en ese momento ya estaba sacando el anillo para casarme, pero me contuve y solo atiné a decirle: “¿Ah, sí? ¿Y qué encontraste?”
Su respuesta fue lo que todos podemos encontrar en San Google, falta de producción de insulina, hiperglucemia, lapiceras de insulina, etc. Así fue como ese día, mientras pedíamos la comida, medí mi glucemia con mi glucómetro, calculé la dosis de insulina que necesitaba, respondí a preguntas sobre la lapicera de insulina y todo fluyó como debía ser.
El tiempo fue pasando, seguimos conociéndonos y llegó el gran día en el que quisimos dar un paso más…¡Fuera ropa, excepto por el sensor!
¿Fue una molestia o algo que detuvo o complicó ese momento? ¡Para nada! Ese sensor en la panza, era parte de Estefi, era parte del combo…Un combo que no podía modificarse…era como era y lo elegías o lo dejabas.
Al día de hoy, hace 3 años que estamos juntos…El sensor sigue estando, ya le enseñé a aplicarme insulina, a cómo y cuándo usar un glucagón. También forma parte de CUI.D.AR y se jacta de saber mucho sobre la diabetes.
Moraleja: Si a la otra persona le molesta tu diabetes, definitivamente esa persona no es para vos. Ahora bien, si no le molesta, la va a recibir según cómo vos la presentes. Puede caerle mejor o peor, según cómo te caiga a vos. Puede odiarla o no, según qué sientas vos.
Hablar de nuestra diabetes, tiene que ser un tema de conversación cuando conocemos a alguien. No necesariamente tiene que ser el primero o segundo…quizás el cuarto o el quinto, pero debe existir ese momento en el que la otra persona conozca no sólo aquello que es más importante sobre vos, sino también aquello que hace a tu día a día.
