Encontrarte a Un Padre de un Niño con DT1


 2018-04-17
Diego, el segundo de mis tres hijos fue diagnosticado con diabetes Tipo 1 el lunes 29 de Abril de 2013, teniendo apenas 11 años y medio de edad. Los síntomas de diabetes Tipo 1 iniciaron en diciembre de 2012. Tiempo después, cuando entendí cómo es que evoluciona la condición, no pude explicarme cómo su cuerpo pudo soportar tanto sin insulina.
Todo este tiempo ha sido difícil, sobre todo por la negatividad que él ha tenido con relación a su diagnostico. En los primeros 3 años estuvo hospitalizado 4 veces, unos 23 días en total, todas por cetoacidosis diabética. 
En Hospital Roosevelt nos han brindado atención pronta a pesar de la crisis por corrupción que hay en en nuestro país, Guatemala. En nuestra última estadía hospitalaria en febrero 2016 no había insumos para atender a Diego. Tuve que moverme rápido y llevar por mi misma un medidor de glucosa, tiras para medir glucosa, insulina y muchas otras cosas.
Vi a mi hijo en coma en cuidados intensivos en su diagnóstico y 3 años más tarde entrar a la sala de shock, a punto de entrar nuevamente a cuidados intensivos, por no administrarse insulina, en algunos casos por descuido, olvido o simple rebeldía.
Le recuerdo siempre en su infancia  lanzándose al agua sin miedo para aprender a nadar solo desde muy pequeño. Mi  hermana lo llevaba a entrenar natación y recuerda con mucho detalle que tuvo las agallas de tirarse del trampolín de 10 mts de altura, en el aire gritó a todo pulmón, se zambulló en la piscina de polo para salir diciendo “OTRA VEZ” con escasos 6 años de edad, igual se lanzó de un tobogán de 25 mts, usar patines, bicicletas, patinetas, intrépidas subidas a un árbol, etc.

 

Miedos y aprender a divertirnos

En nuestro caso esto  se convirtió en un recuerdo cuando llegó la diabetes a nuestra vida. Desde entonces experimento miedos que yo no alcanzaba a comprender del todo, hasta que leí que la diabetes tiene una fuerte carga emocional;   hace apenas dos años volvió a subirse a un tobogán, casi obligado,  yo lo acompañé a pesar del miedo que me provocan, fue muy gratificante verlo divertirse y recuperar un poco de esa confianza. El año pasado  asistió a su 4to. campamento de chicos con diabetes que organiza EDUMED y cuando vi las fotos y pude ver que participó en algunos deportes extremos. Eso sí que me supo a gloria.
Como madre se de primera mano lo abrumadora que puede llegar a ser la diabetes, aunque después de un tiempo te acostumbras a esta nueva forma de vivir, hay ocasiones en que sientes que ya no puedes con el paquete. Se que puedes sentir que las emociones y las circunstancias te superan: las citas médicas, las notas del colegio, comprar medicina, insumos. Se también que con frecuencia el dinero no te alcanza y te vez obligada a hacer malabares con la quincena. Por si fuera poco, en algunos países, el nuestro incluído, la discriminación escolar o deportiva de la que somos presa cobra cuenta en nuestra entereza emocional. Increíble toparse con tanta desinformación. Comprendo, a veces, el desgano y poco positivismo que mi hijo tiene.

Escucha, se amigo

Para los padres, el apoyo de la familia y los amigos es vital, tener un empleo y un jefe que te autorice los permisos para atender las citas médicas también lo es, contar con el apoyo de insumos de instituciones como la Asociación Creciendo con Diabetes alivia la carga económica. Pero aún así, a veces necesitas más que eso, necesitas que alguien te escuche, que preste atención con lo que debes lidiar, alguien que te invite a un café o una cerveza para distraerte un poco.
Me gustaría decirte, a ti que lees, que si te encuentras a una madre o padre de uno  o más niños con diabetes Tipo 1 le escuches con atención, permite que se desahogue, no le critiques, no lo cuestiones,  solo quien trae puestos esos zapatos, sabe que la tarea no es nada fácil.

ESCRITO POR ASTRID ROSAS, PUBLICADO 04/17/18, UPDATED 06/09/20

Astrid tiene 40 años. Ella vive en la ciudad de Guatemala y es madre de tres adolescentes, Rodrigo de 18, Diego de 16 y Cristian de 14, Ella es soltera, católica y trabaja como empleada de una empresa textil. A Astrid le gusta viajar lo mismo a las montañas, que a la playa.