Había una vez…un diagnóstico de diabetes Tipo 1
Mi nombre es Wilma Jennifer Flores Marín. Vivo con diabetes Tipo 1 desde hace dos años. Al diagnóstico presenté lo que ahora sé que se conoce como cetoacidosis diabética.
Todo comenzó cuando cursaba primer grado de preparatoria. Comencé a tener síntomas que nunca en mi vida había sentido, tuve mucho miedo. No sabía que era lo que me sucedía.
Estaba cansada todo el tiempo, débil, deshidratada, con micciones frecuentes y sed excesiva. No podía parar de beber agua, sentía que no era suficiente, por lo que llegué a pensar que era una simple deshidratación o algo relacionado.
Las micciones eran cada vez más frecuentes, me daba tanta pena el interrumpir mis clases por ello, que hasta me llegué a imaginar el no poder salir de mi casa por eso mismo. Sin embargo, nunca paré de realizar mis actividades diarias.
Los síntomas eran cada vez más intensos, así que acudí al doctor. Él me informó que debía ir urgencias; ya que los síntomas eran un indicio de diabetes.
Mi vida en riesgo
Al acudir a urgencias y explicar todos mis síntomas, me midieron mi glucosa y tenía 28.3 mmol/L510 mg/dL, por lo cual ya era necesario mi ingreso al hospital. Mi vida estaba en riesgo.
Estuve dos semanas completas estando en el hospital, tras muchos análisis y estudios, confirmaron que, efectivamente, había caído en cetoacidosis diabética, era el principio de diabetes Tipo 1.
Del miedo a la Educación en Diabetes
Tanto mis padres como yo, no lo creíamos, estábamos completamente asustados y con tantas, pero tantas dudas y completamente desinformados del tema.
Cuando al fin lograron controlarme a base de insulina, tuve mi egreso del hospital.
Me explicaron que debía comenzar a aplicarme insulina todos los días y tener bastante control en mi alimentación. Sin embargo, la información no era suficiente, además de estar en la fase de “duelo” y no aceptación de mi padecimiento. Trataba de creer que un día llegaría a “curarme” y dejar de inyectarme. No quería que esa fuera mi realidad.
Después de un año, tuve la fortuna de conocer a la Asociación Mexicana de Diabetes del Sureste, y ahí fue cuando mi vida cambió por completo. Comencé a aprender tantas cosas, conocer personas extraordinarias que me hicieron ver que no estoy sola en esto.
El aprender tanto sobre mi padecimiento, alimentación, acudir con profesionales de la salud, logré estar en un mejor control, y sobretodo la aceptación. Los cambios fueron notorios.
La clave de todo está en la EDUCACIÓN en Diabetes tipo 1.
¡Depende de mi!
El debutar con cetoacidosis fue sin duda una batalla difícil, por lo cual, ahora sé que el control depende de mí y mi cuidado, para no volver a caer en ello.
Hoy en día he ganado tanto gracias a este estilo de vida, pero he luchado DURO para verlo.
Sí, la diabetes Tipo 1 es un reto, el desafío de cada día, pero me ha enseñado mucho y ha formado a quien soy ahora. No me detiene, me fortalece más allá. Vivo más allá de la diabetes Tipo 1.
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