Hasta en el Cuarto Más Obscuro, Podrás Encontrar un Espacio Iluminado.
Imagina que de un día a otro te dicen que tienes que cambiar por completo tu estilo de vida, que debes de tener nuevos hábitos y una dieta saludable en la que no siempre vas a poder comer a tu antojo. Lo que acabas de leer fue exactamente lo que me pasó cuando me diagnosticaron diabetes Tipo 1, el 15 de mayo de 2018, cuando apenas estaba pasando por los 17 años.
Quererme lo suficiente
Te voy a ser honesta, antes de mi diagnóstico, yo era una persona a la que no le importaba lo suficiente su salud; trasnochaba, ingería alcohol, no hacía ejercicio comúnmente y comía cosas poco saludables para mi cuerpo. No cuidaba de mí y con esto no quiero decir que fue la razón por la cual vivo con diabetes, pues en el caso de la diabetes Tipo 1 estos factores no son los culpables de su aparición. Lo que quiero decir es que, decidí quererme lo suficiente para cuidarme hasta que mi vida se vio en un real estado de peligro.
Desde noviembre del 2017 comencé a presentar síntomas a los que, debo decir, no les puse atención. Comenzó con ese cansancio inocente, que poco a poco se volvió más grave. Me dormía en todas mis clases y no tenía la energía suficiente para hacer las cosas que me gustan. Recuerdo que en todo momento tenía una ansiedad incontrolable por comer cosas dulces y ricas en carbohidratos y a pesar de que comía una buena cantidad no me satisfacía. Era aún más extraño que no aumentaba de peso, por el contrario, adelgazaba cada vez más.
Cada noche despertaba con calambres intensos en las piernas, una constante sequedad en la boca que, por más litros de agua que tomase, jamás desaparecía. Mis conocidos e incluso familiares me comentaban que me veía enferma y yo sólo respondía que no estaba haciendo nada para perder peso pero que me sentía muy bien, lo cual era falso, pues aparte de la situación fisiológica, la estaba pasando muy mal emocionalmente, pues no entendía qué estaba pasando con mi cuerpo.
Esperar que sea algo pasajero
Desgraciadamente, mi mamá no es de la idea de ir constantemente al médico lo que es una situación normal en México. Aquí siempre que nos enfermamos esperamos curarnos solos o que sea algo pasajero. Cuando le dije que algo extraño estaba pasándome no me quiso creer. En realidad yo creo que más bien, no quería aceptar una realidad que ya estábamos viviendo. Mis padres están divorciados y la persona que toma las decisiones y da el apoyo 100% en casa es mi mamá, así que supuse que tenía razón y decidí dejarlo pasar.
En abril el psicólogo de mi preparatoria me citó para hablar de lo que estaba pasando, el decía que, o tenía anorexia nerviosa, o tenía diabetes, quiso descartar lo orgánico y también citó a mi mamá para que me hicieran unos estudios de laboratorio. Fue hasta entonces cuando mi mamá aceptó que algo malo ocurría y que lo mejor era actuar. Yo por otra parte tenía miedo, miedo de que se confirmara lo que ya presentía.
Finalmente me realizaron los estudios que, unas horas después mostraban 315 mg/dL en glucosa en ayuno. Recuerdo que esa tarde me encontraba con mi mejor amigo, cuando mi mamá me llamó diciendo que iría por mí, en ese momento yo imaginaba lo peor.
Tienes diabetes Tipo 1
Cuando llegó y pronunció con lágrimas en los ojos: “Tienes diabetes Tipo uno”, yo simplemente me quedé callada, pensando en que, si había más tipos de diabetes y yo tenía la uno, quería decir que no era tan grave. No sabía si llorar o enojarme, no entendía realmente lo que estaba pasando, en seguida acudimos al hospital de gobierno de donde entonces vivía (Apizaco, Tlaxcala) y al ser de gobierno tenía que hacer una cita previa o tener seguro y yo no tenía ninguna de las dos cosas así que nos dirigimos al hospital particular. Después de un mes hicimos una cita con un nutriólogo, especializado en obesidad y nutrición del paciente diabético. Respiré al saber que sí podía comer en su mayoría de todo, en los momentos y porciones adecuadas, de inmediato cambió el tratamiento de insulina y en pocos meses los efectos de mis nuevos hábitos empezaron a notarse en mi cuerpo.
Estudiar y trabajar en diabetes
Desde preparatoria sabía que quería estudiar ciencias de la comunicación y con este nuevo enfoque. Decidí que cuando egresara de la licenciatura, generaría toda una campaña de prevención e información sobre diabetes Tipo 2. Esta condición es muy prevalente en México y gran cantidad de personas no conoce lo suficientemente de ella. Le platiqué a mi psicólogo, el mismo que me ayudó a quitarme la venda de los ojos y me dijo: “¿Por qué esperarte y no empezar desde ahora?”, así que con su apoyo y el de mi escuela inicié todo un proyecto de nutrición y diabetes.
Fui a jardines de niños, primarias y secundarias para impartir pláticas sobre conceptos generales de ésta enfermedad crónica y sobre todo contarles mi experiencia, tanto a padres de familia como a los jóvenes y niños, yo no podía creer la sorpresa que generaba en ellos al saber que yo vivo con ésta enfermedad.
Me sentía contenta de saber que el mensaje había cumplido su propósito, el cuál era, cuidar de sí mismos, independientemente de la edad que tuvieran , pues la diabetes desconoce edad, sexo y posición económica. Otra parte del proyecto fue emitir mensajes en un programa de radio al cual yo pertenecía como practicante y que también generó una respuesta positiva en la audiencia.
Después de un año con el proyecto, me fui adaptando un poco más a la situación, claro con momentos malos de vez en cuando, porque este padecimiento es difícil de asimilar y de solventar, porque hay veces en las que quisiera que no existiera y poder llevar una vida sin inyecciones o medicamentos, sin tener que preocuparme por los efectos de lo que consuma, pero esto no puede ser así, estoy consciente de que es un reto que vale la pena superar y que llevaré día a día hasta que me sea posible y que, por más compleja que se torne mi vida, siempre encontraré un lado positivo para motivarme y salir adelante, para poder cumplir todas mis metas, acompañada por supuesto de mis seres queridos.
Mi vida hoy en día
Actualmente tengo 18 años, estoy estudiando ciencias de la comunicación en Puebla y cada fin de semana regreso a ver a mi mamá y mi hermano en Tlaxcala. Ahora más que nunca debo ser autosuficiente, pues aunque quisiera, mi mamá no me puede apoyar de la forma en la que lo hacía hace un año. El proyecto se pondrá en marcha de nuevo una vez que me adapte a este nuevo cambio y que a su vez adapte a mi diabetes a él. Aún así la meta sigue en pie y sé que en un futuro podré incluso fundar una organización que apoye a todas las personas que padecen diabetes.
Así que sin más, sólo me queda decirte que: “hasta en el cuarto más obscuro, siempre podremos encontrar un espacio iluminado.” Cuídate.