Imagen corporal y diabetes tipo 1
Si hace diez años, me hubieras pedido que te “mostrara mi bomba de insulina”, hubiera salido huyendo. Si me hubieras preguntado si estaba realmente cómoda con mi apariencia física, me hubiera reído en tu cara. La cultura de la dieta y la industria de la belleza me decían que mi tamaño no era deseable. Me decían que las mujeres como yo podrían tener más dificultades para encontrar el amor y me decían que tenía que trabajar más duro y comer más saludable para ser “fuerte y sexy”. La representación de los medios me decía que *las mujeres* no tienen tubos conectados y me decía que la diabetes no era parte de la vida cotidiana. OBVIAMENTE, no me decían estas cosas físicamente. Pero no tenían necesidad de hacerlo, estaba grabado en los mensajes que veía en las revistas, en la televisión y en las noticias. Estaba grabado en el lenguaje que usábamos cuando hablábamos con nuestros amigos y con las personas que hemos idolatrado durante tanto tiempo. Crecer y pasar por la pubertad y todos esos cambios encantadores ya es bastante difícil, pero agrégale una discapacidad o enfermedad que quizás sea o no visible, y toda tu lista de “cosas por las que me preocupo” se va alargando cada vez más.
Las circunstancias importan
Lo que pasa con la imagen corporal es que hay muchos factores que pueden llevarnos a tener una imagen corporal positiva o una imagen corporal negativa: cómo te criaron, tus amistades, en qué ciudad viviste, qué recursos tuviste al crecer. Todas estas cosas son parte de la gran ecuación desordenada que crea el tema de la imagen corporal y puede explicarse cuando pensamos en cómo vemos nuestros cuerpos. Para mí, tener diabetes tipo 1 fue un factor enorme que me llevó a tener una imagen corporal increíblemente negativa. No solo odiaba a mi cuerpo por “quedarme mal”, sino que también tenía el estigma de tener la enfermedad que era “causada por comer demasiada azúcar”. Crecí más grande y más fuerte que mis amigos y, a la edad de 13 años, un profesor de baile me dijo que simplemente era demasiado grande para bailar en ciertos números debido al hecho de que los trajes iban a ser “más reveladores” (no es broma).
Durante mis años de adolescencia (de los 13 a los 19 años), realmente luché con mi imagen corporal. Escondía mi diabetes para que nadie supiera que la tenía. Escondía mi bomba en mi sostén, y pasaba días sin medir mis niveles de azúcar en la sangre si eso significaba que tenía que hacerlo delante de la gente. Recuerdo vívidamente el momento de mi vida en el que pasé 38 días sin medir mis niveles de azúcar en la sangre. Además de todo lo mencionado anteriormente, también sabía que había una forma *realmente fácil* de perder peso mediante la manipulación de la insulina y el cuidado adecuado de la diabetes. Te lo digo, ¡yo ni siquiera era grande! Lo que no me di cuenta era que mis hábitos poco saludables me guiaban silenciosamente por un camino peligroso hacia la diabulimia. No fue hasta los 20 años que me di cuenta de que no era vergonzoso ser diferente (léase: ¡ÚNICA Y TOTALMENTE UNA GUERRERA!). Había pasado tantos años preocupada por lo que la gente pensaría de mis dispositivos y enfermedades, que había olvidado pensar sobre cómo los estaba viendo yo misma.
Cambiando mi camino
Recuerdo mi momento en que se me encendió el foco tan claramente. Estaba en la playa en República Dominicana y mi pareja y yo salimos a caminar. Solo estaba pensando en cómo me veía y me estaba enfocando mucho en “meter la panza” e ignorar voltear a ver hacia mi Omnipod y Dexcom. Pasamos junto a una mujer y mi pareja me dijo: “¿Viste su tatuaje?” Le dije: “Ni siquiera me di cuenta … ¿qué era?”, Y DIABLOS. REALMENTE ME CAYÓ COMO UN BALDE DE AGUA FRÍA. ¡Estaba tan envuelta en mis propias inseguridades que ni siquiera podía preocuparme por nadie más! Creo que esto ocurre muchas veces, ya sea que estemos embebidos con nuestros teléfonos u ocupados en conversaciones para juzgar a quienes nos rodean. También soy una firme creyente de que somos nuestros críticos más despiadados y nuestras inseguridades generalmente no son nada obvias para un ojo extraño.
Quiero compartir mis 3 pensamientos principales que me ayudaron a superar mi lucha para mostrar mi enfermedad y mi cuerpo, y cómo superé mi imagen negativa:
- NO ERES TÚ, SON ELLOS: esta etapa fue la más difícil de aprender y fue una de las piezas faltantes en lo que respecta a la imagen corporal y a vivir con una enfermedad visible. Lo que SOLO recientemente me di cuenta es que no podemos controlar las acciones o los pensamientos de los demás. La gente es naturalmente curiosa. Para nosotros, los tubos, los cables y los dispositivos son nuestra norma. Pero para muchos, esta es la primera vez que ven nuestro cuerpo o que escuchan acerca de alguien “como nosotros” que tiene diabetes. Miran fijamente porque son curiosos y esto es algo nuevo para ellos. Así como cuando dicen que “Los niños hacen tantas preguntas”. Es algo así … pero para todas las edades: las personas mirarán fijamente las cosas con las que no están familiarizadas y harán preguntas (groseras o no) si no saben de lo que se trata. En estos momentos puede ser difícil superar el miedo a las críticas, pero he aprendido a tomarme el tiempo para educar o simplemente para devolver una sonrisa. No solo hace que dejen de ver fijamente, sino que les muestra que estás consciente de que están intrigados. ¡Salúdalos cuando pasen! ¡Pregúntales si quieren aprender más! O deja que te vean inyectarte la medicina. Deja que te hagan preguntas. Al principio, esto fue difícil para mí, pero honestamente me he dado cuenta que el 99 % de las personas aceptarán tu oferta y apreciarán tu franqueza para compartir.
- YO, Y YO MISMO: al final del día, TÚ eres el crítico más despiadado de ti mismo. La imagen corporal es divertida en cierto sentido porque nos vemos en las posiciones más vulnerables (lease: encorvados por los vómitos y la diarrea al mismo tiempo). Para cuando eres adolescente, ya has pasado tanto tiempo mirando tu cuerpo que has empezado a encontrar cosas en las que te empiezas a enfocar: acné, pecas, lunares, bultos, protuberancias, ¡lo que se te ocurra! Pero recuerda que tus amigos te ven por unas horas a la vez. Y te puedo PROMETER con todo mi corazón que cuando tus amigos o los desconocidos te ven, lo último en lo que están pensando es en todos tus rincones y recovecos.
- VERDAD DIFÍCIL: La despiadada verdad es obviamente una píldora más difícil de tragar pero también una muy humillante. Es la idea de que somos, de hecho, diferentes.De hecho, podríamos tener un aspecto diferente al de la “norma”. Es el consejo que les doy a las personas y luego, tres meses después, vuelven a enviarme mensajes y me dicen cómo me odiaron cuando se los dije, pero que ahora se dan cuenta de su realidad y fue lo que les permitió olvidarse por completo de la imagen corporal negativa. Es la idea de que esta es nuestra realidad y tenemos dos opciones: ¡podemos combatirla o aceptarla! No se trata de aceptar que sea DIVERTIDO, o CON SUERTE o NO GRAN COSA; es la moción de que entendemos que esto es con lo que nos toca que lidiar y que podemos hacer las paces con nuestros cuerpos o combatirlo hasta el final. No estoy muy entusiasmada ni lo acepto 24/7. ¡CLARO QUE NO! Pero pienso en todas las veces que escondí mi enfermedad en lugar de divertirme en el bachillerato. Y en cuánto peligro me puse porque quería ser como “los niños normales” y descuidé mi salud. Pienso en cuánto estrés les puse a mis seres queridos mientras me veían odiarme a mí misma y a mi cuerpo por algo que NO PODÍA CONTROLAR. El perdón era algo de lo que tenía que aprender. Finalmente perdoné a mi cuerpo y comencé a trabajar con él en lugar de contra él. Quizás fue lo más difícil de entender, pero una vez que lo hice, no podía creer lo diferente que veía mi cuerpo, mi condición médica y mi mundo.
Una sorprendente diferencia
Una vez que comencé a trabajar CON mi cuerpo, perdí todas mis inseguridades para mostrar mi enfermedad y mis partes de robot. No me importaba lo que la gente pensara de mi apariencia física (particularmente hablando de mi peso o tamaño). No me importaban las miradas, ni las preguntas insensibles, ni los comentarios porque sabía que aquellos que estaban preguntando era simplemente porque tenían curiosidad, o se sentían o inseguros. Abrí las conversaciones y me mostré a mí misma y al mundo que realmente no somos tan diferentes o incapaces. Luchamos todos los días para mantener nuestro cuerpo con vida, y eso ES UNA DECLARACIÓN INCREÍBLE. Si la gente supiera lo duro que trabajamos para ser los increíbles humanos que somos, ¡se sorprenderían! Pero normalmente no entienden, y eso está bien… porque hemos construido estas comunidades para aquellos que sí entienden la lucha.
Llegar a tener una imagen corporal positiva, lleva tiempo. Y mucha confianza en ti mismo. Se te aparece cuando quieres correr y esconderte (o sea a veces también yo en la sección de peso en el gimnasio). No me convertí en una mujer biónica segura de mí misma y despreocupada de la noche a la mañana, pero cada día sentía que mi corazón se ponía un poco menos pesado.
Por favor, ámate a ti mismo. ¡Te prometo que la vida es mucho más placentera sin el temor o la preocupación de lo que piensan algunos extraños! Déjalos mirar, muéstrales lo increíble que eres! Baila, o canta y ríe y deja que te vean… tubos, sillas, cables y todo… ¡toma el control de tu felicidad y de tu propia imagen! Tomará tiempo … (tal vez incluso años) … ¡pero puedes llegar allí! Comencé mi negocio porque cuando estaba luchando, deseaba tener un entrenador que me ayudara a guiar mis pensamientos y frustraciones. Siéntete libre de enviarme un mensaje si deseas más orientación sobre este tema. ¡Estoy aquí para ayudarte y solo quiero ver a todos felices, sanos y confiados en sus cuerpos!
XOXO,
Erika Arff