La docencia con diabetes Tipo 1: aprender, educar y proveer


 2015-08-16

 

Cuando comencé a dar clases en el 2002, con un páncreas totalmente funcional, no sabía casi nada sobre la diabetes Tipo 1. Cuando estaba creciendo no conocía a nadie que tuviera esta enfermedad o si conocía a alguien, no lo sabía. Fue hasta mi segundo año dando clases cuando conocí a alguien que vivía con esta enfermedad: era uno de mis estudiantes. Durante una reunión con sus padres al principio del año, me instruyeron sobre su condición, cómo identificar los signos de hipo e hiperglucemia, cómo controlar la proporción de los carbohidratos y cómo darle meriendas cuando estaba bajo su nivel de azúcar en la sangre. Estaba anonadado y triste por lo que le estaba pasado este niño de sexto grado. Recibía punciones en los dedos, tenía que contar los carbohidratos e inyecciones de insulina… todo esto mientras al mismo tiempo trataba de ser un chico activo de 11 años. Al observar las dificultades de este niño, aprendí mucho sobre cómo vivir con diabetes Tipo 1. De hecho, fue este conocimiento el que me ayudó al futuro diagnóstico algunos años después.

En el 2008 a la edad de 28 años, comencé a experimentar una micción frecuente y sed extrema. Supuse que mis repetidas idas al baño eran causadas por las grandes cantidades de líquidos que estaba consumiendo debido a mi excesiva necesidad de saciar mi sed.  Después me di cuenta que estaba usando el baño hasta cuando no estaba tomando nada. Después salté a la conclusión de que tenía un agrandamiento de la próstata o algo. Por ser un hombre estereotípico, no tenía ningún deseo de ver a un médico con respecto a este asunto. Así que dejé que los síntomas siguieran y más cosas comenzaron a aparecer. Me comencé a sentir letárgico todo el tiempo. No le puse atención y lo atribuí a mis visitas constantes al baño en medio de la noche. Sin embargo, no podía ignorar el siguiente síntoma. Siempre había tenido una excelente vista, para ser exactos 20/10, pero repentinamente las cosas se volvieron borrosas. Tenía problemas para leer las letras impresas. Es cuando todo encajó.  Recordé las reuniones con los padres de mi estudiante y comencé a sospechar que podía tener diabetes Tipo 1. Mi esposa que tuvo diabetes gestacional cuando esperaba a nuestro primer bebé, todavía tenía su medidor de glucosa. Así que una noche varias horas después de la cena, me pinché el dedo. La lectura de la gota de mi sangre era de 488. No podía creer lo que estaba viendo. Tenía diabetes Tipo 1. Al recordar, no puedo evitar preguntarme cuánto tiempo hubiera pasado antes de darme cuenta. Si no hubiera sido por mi estudiante, quien sabe cuánto tiempo hubiera pasado y que tan serio se hubiera puesto.

Dos verdades y una mentira

Ahora siendo un maestro con diabetes, acepto el papel. Lo uso para educar a mis estudiantes sobre esta enfermedad. Al principio de cada año hago una actividad que llamo “Dos verdades y una mentira”. En una ficha, cada estudiante escribe dos hechos sobre sí mismos junto con una mentira. Lo leen en voz alta y trato de adivinar cuál hecho no es cierto. Es divertido y es una buena manera para aprender sobre ellos. Una de las dos verdades que comparto es que tengo diabetes. La mayoría de los chicos suponen que esto es mentira y se sienten asombrados cuando descubren lo contrario. Comienzan a levantar la mano. Hacen preguntas y comparten historias personales sobre miembros de su familia o amigos con diabetes Tipo 1. Es tan enriquecedor ver su genuino interés y preocupación. Les hago saber sobre el nivel bajo de azúcar en la sangre y lo que hay que hacer si me sucede alguna vez en clase.  Me ha sucedido y me volverá a suceder. Creo que esto los puede asustar un poco pero es importante que estén enterados. No es sólo por mi bienestar pero también para su tranquilidad cuando suceda. En varias ocasiones el nivel de mi azúcar ha bajado a menos de 80 cuando estaba dando clases y tuve que parar de dar clases para tomar un CapriSun (jugo) o dos. En otras ocasiones tuve que llamar a la oficina para que alguien diera mi clase porque el nivel de azúcar en la sangre estaba a menos de 60 y descendiendo rápidamente. Paso 6 horas al día, 5 días a la semana por 180 días con estos chicos. Es muy importante que sepan de mi condición, lo que necesito hacer y lo que ellos necesitan hacer en ciertas circunstancias. Cuando se me baja el nivel de azúcar en la sangre, siempre me impresiona cómo son de responsables, comprensivos y proactivos. Por supuesto que recibo comentarios ocasionales como “no es justo, yo quiero un CapriSun (jugo)” o “yo quisiera comer Skittles en la clase”.  En el fondo de mi mente estoy pensando:

  • ¿De verdad? Yo desearía no tener esta enfermedad que requiere que coma o tome algo para no desmayarme ahora.
  • ¿De verdad? Yo quisiera haberme dado el gusto de comer el panecillo de canela cubierto con un glaseado que conseguiste en la cafetería y que comiste sin vacilar durante el recreo hace algunos minutos.

 

Pero me abstengo. Son chicos y parece que algunos no parecen entender la severidad de la situación. Algunos simplemente no lo entienden. La mayoría sí lo entienden y su compasión es conmovedora y apreciada.

Lindsey Freitas - Bellalu Photography-78

Mi papel como educador no cesa al fomentar conciencia. También asumo el papel de encargado para estudiantes con diabetes Tipo 1. Cada año el personal se asegura de que todos los estudiantes con diabetes Tipo 1 estén en mi clase. Los padres se sienten tranquilos que sus hijos estén a salvo en las manos de alguien que verdaderamente entiende esta enfermedad y que puede intervenir si es necesario. No es sólo esto sino que estar en mi clase aumenta la tranquilidad de ese niño. Se sorprenden que su maestro también sea como ellos. A menudo los maestros son puestos sobre un pedestal. Los niños piensan que tenemos la respuesta para todo y que no nos podemos equivocar, que ante sus ojos somos perfectos (si tan sólo así fuera). Descubrir que tu maestro también tiene diabetes Tipo 1, no obstante… wow. Inmediatamente se forma un vínculo. El niño ya tiene alguien que él o ella puede admirar y que entiende por qué es lo que está pasando. Aunque esto a veces parece absurdo porque yo soy el que me siento inspirado por ellos, porque son niños que tienen que lidiar con esta condición a una temprana edad. Son mis héroes. Yo sigo cumpliendo con mi parte ayudándolos en su recorrido con la diabetes Tipo 1.

Otra manera en la que puedo contribuir con mis estudiantes que tienen diabetes Tipo 1 es con el campamento de ciencias. Como maestro de sexto grado, se me permite el lujo de poder asistir al campamento de ciencias por cinco días cada año. No es un misterio porque los padres de niños en sexto grado que tienen diabetes Tipo 1, tienden a ser aprensivos de enviar a su niño de 11 años por una semana al campamento. Estos son los mismos padres que constantemente monitorean el nivel de azúcar en la sangre de su hijo, despertando a media noche para hacerle la prueba a su hijo, las personas que no permiten que su hijo salga de la casa sin haber revisado los niveles y que tienen algo de azúcar con ellos por si acaso. Ceder el control durante cinco días puede ser muy difícil. No quieren que su hijo se pierda esta experiencia de una semana pero tampoco quieren que esté en un serio problema. Aquí es donde yo intervengo. Yo voy al campamento con su niño con diabetes Tipo 1. Yo voy con ellos en sus caminatas, me pongo en contacto con su líder de cabaña, asisto  a supervisar el nivel de azúcar y las comidas, verifico que tengan su insulina y sus meriendas con ellos en todo momento y hasta envío mensajes a sus padres durante el día o los llamo en la noche para tenerlos informados. En algunos casos pongo mi alarma para las 2:00 a.m. y atravieso el campamento para pinchar el dedo a un niño cuando duerme para chequear su nivel de azúcar en la sangre. Puede parecer mucho trabajo para un maestro, pero estoy más que feliz de brindarle esta tranquilidad a los padres mientras que esto propicia la experiencia del campamento al niño y los recuerdo que le durarán toda una vida.

Ser un maestro con diabetes Tipo 1 tiene sus altas y bajas (¡estos términos pueden tener muchos significados!). Puede ser inspirador ayudar a hacer conciencia acerca de la diabetes Tipo 1 y apoyar a los que están lidiando con ella en la clase. Me siento bendecido de estar en una posición donde puedo educar e influenciar a la generación más joven.  Sólo espero que aprendan tanto de mi como yo aprendo de ellos.


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