La hermana


 2017-06-19

“¡Mamá, mira, un buen número de nivel de azúcar en la sangre!”

Estaba parada, perdida en mis pensamientos, en el mostrador de la farmacia esperando a que el farmacéutico llenara la receta médica de mi hija con diabetes Tipo 1. Mi hija que no tiene diabetes Tipo 1 estaba parada a mi lado. Cuando previamente dije que necesitaba realizar este viaje, ella quiso venir conmigo; y ahora su voz entusiasta interrumpió mis pensamientos y me trajo de vuelta a la realidad.

Observé el rostro serio de mi hija de nueve años.

“Lo siento, querida, ¿qué?”

Ella me estaba observando con su dedo señalando a algo debajo del mostrador.

“Ven a ver aquí, Mamá. Es un buen número,” dijo impacientemente.

“Nosotros no hablamos sobre ‘buenos’ números, recuerda’. Me incliné para observar lo que ella estaba señalando. “En su lugar, deberíamos de”…

“Lo sé, pero ¡mira!” me interrumpió.

Fue entonces cuando me percaté del soporte de acero que sostenía el mostrador. Había un código de producto grabado en el soporte. Y justo debajo del código, se leía: “5.1.”

Un soporte de acero con un código grabado fue todo lo necesario para llevar su atención hacia la diabetes. Para ella, el “5.1” naturalmente se traducía a 92 mg/dL5.1 mmol/L.

Mis ojos encontraron los de ella y sonreí.

“Sí, querida, tienes razón. Ciertamente es un número de azúcar en la sangre muy bueno.”

“Mamá, nosotros no hablamos sobre ‘buenos’ números, recuerda”.

Me reí. “Sí”.

Ella tenía ocho años cuando su hermana mayor, quien tenía 11 en esa época, fue diagnosticada con diabetes Tipo 1 en el 2015.  Han pasado casi dos años y medio desde aquel día fatídico, y tan solo un poco más de un año desde nuestro momento en la farmacia.

Se dice que cuando un niño es diagnosticado con diabetes Tipo 1, es como si toda la familia fuera “diagnosticada” con diabetes Tipo 1. Eso es muy cierto. Nadie en nuestra familia de cuatro tuvo protección del impacto de esta enfermedad incurable, de alto mantenimiento y autoinmune. Ni siquiera nuestra hija que no tiene diabetes pudo escapar de las repercusiones de la diabetes.

Ella habla un lenguaje teñido con jerga médica.

Sabe cómo son los síntomas de niveles bajos de azúcar en la sangre.

Durante episodios nocturnos de hipoglucemia, ella le ha administrado tabletas de glucosa a su hermana mientras duerme.

Ella educa de forma precisa sobre la diabetes Tipo 1 cada vez que es confrontada con ignorancia o ideas erróneas.

Ha acompañado de forma voluntaria a su hermana a innumerables citas con endocrinólogos sin importar que ha admitido aburrirse cuando está ahí…

Tiene mucha experiencia en cómo sus propias necesidades toman un segundo plano por un momento cuando aparece un episodio de hipoglucemia.

Ha escuchado la afirmación “tu hermana tiene diabetes Tipo 1 porque consumió mucha azúcar”, varias veces durante los últimos dos años y medio. Ella continúa eliminando audazmente esa mentira…

Sabe lo que significa ver a su hermana devorar dulces y tomar jugos, sin que ella pueda tomar ninguno.

Ella sabe cómo se miran mamá y papá después de una noche de poco sueño.

Ella sabe lo cara que es esta enfermedad.

Ha experimentado cómo la vida, algunas veces, se interrumpe y se detiene por un momento o dos cuando la diabetes nos presenta una dificultad inesperada.

Ella es una de los simpatizantes más grandes de su hermana. Cada año, el 14 de noviembre, en el Día Mundial de la Diabetes, orgullosamente usa su camiseta con las siguientes palabras: Mantén la calma, mi hermana controla muy bien la diabetes Tipo 1.

A pesar de su miedo a las agujas (apenas puede ver las agujas, mucho menos sostener una en sus manos), ella ha practicado con kits de glucagón vencidos para hipoglucemia y sabe qué hacer en situaciones de emergencia. El amor por su hermana, así como su apreciación de la seriedad de esta enfermedad la capacita con la valentía para desafiar de frente su miedo a las agujas.

Si le preguntaras cuál es la cosa menos favorita de la diabetes Tipo 1, sin dudar por un momento, te diría que es cuando se elevan los niveles de azúcar en la sangre de su hermana. Ella conoce el efecto alterado que tienen los niveles altos de azúcar en la sangre sobre sus estados de ánimo y emociones, porque ha tenido mucha experiencia respecto a lo que es estar en la parte receptora de una impaciencia ocasionada por la hiperactividad, el enojo y el mal humor…

Lo que más le desagrada sobre esta enfermedad es cuando su hermana lame la sangre de su dedo después de revisar su nivel de azúcar en la sangre.

Ella sabe lo que es querer ayudar desesperadamente a su hermana para controlar esta enfermedad, sin poder lograrlo.

Ha llorado debido a la diabetes.

Ha experimentado enojo y frustración debido a la diabetes Tipo 1.

Ella sabe que no entiende por lo que su hermana pasa diariamente.

Ha sido profundamente afectada por esta enfermedad en varios niveles.

Ella puede ser solamente la hermana, pero su vida también cambió el día en que la diabetes Tipo 1 llegó a la vida de su hermana. Eso no se puede negar.

Nunca podremos saber realmente el impacto que la diabetes Tipo 1 ha hecho en su vida y cómo eso la ha cambiado y la ha formado. Al final, realmente no importa porque es lo que es. La diabetes ha sido incorporada en su vida y no se puede escapar de ella. Ha ampliado sus límites de empatía. La ha hecho crecer un poco más rápido. Le ha ayudado a encontrar su voz de defensora. La ha vuelto más fuerte y más valiente y más atenta hacia las necesidades de los demás.

Estoy increíblemente agradecida con DIOS por esta hija nuestra. Realmente es una bendición en mucho niveles.

Es la risa en nuestra casa. Es la divertida. Es la que da alegría y abrazos. Es un ser hermoso, vivaz y excéntrico. Al mismo tiempo es sensible, atenta y empática. ¡Realmente es una paradoja! y nuestras vidas están grandemente enriquecidas y bendecidas gracias a quien ella es y en quien ella se está convirtiendo.

Ella es la hermana de una guerrera con diabetes Tipo 1; y quizás un poco más.


Lee: La guía de la diabetes Tipo 1 para los hermanos.

 

ESCRITO POR MICHELLÈ DREECKMEIER, PUBLICADO 06/19/17, UPDATED 09/06/21

Michellè es esposa, maestra de baile y bloguera. Ama a su familia, el sonido del silencio, las tazas grandes de buen café, las montañas, las cadenas de luces y las biografías. Ella y su esposo, Hannes son padres orgullosos de sus dos hermosas hijas, Miah Niecke, su princesa de 12 años con diabetes y Ajani, su milagroso paquete de alegría de 10 años. Su familia con diabetes y dos perros residen en Pretoria, África del Sur. Michellè es una educadora de baile en el campo estudios prácticos de ballet clásico y enseña clases de ballet por las tardes en una de las escuelas locales de arte, baile y drama. Es voluntaria para T1International. Síguela para más información sobre el camino de su familia respecto a la diabetes Tipo 1 en Instagram: @family.ing_with_T1D o conéctate con ellos a través de su página de Facebook: Family.ing With T1D.