Lo que salvó la vida de mi hijo


 2016-08-01

El glucagón es esa caja roja que asusta a los enfermeros y a quienes viven con diabetes tipo 1. Tenemos glucagón en casa, uno en la escuela y lo llevamos con nosotros en las  vacaciones. Como madre de un adolescente con diabetes, he surtido diligentemente su receta médica del glucagón durante los últimos 11 años y lo he usado para practicar inyectándolo en un pedazo de fruta cada año después de que ha vencido. Pero realmente nunca la había usado en mi hijo. Es decir, no hasta esta primavera.

En nuestro segundo día en Costa Rica, mi hijo comió lo que parecía una comida segura para un país en desarrollo, una pizza de pan plano mientras que el resto de nosotros escogimos algo menos seguro como ensaladas y ceviches. Lo que no podíamos saber era que el queso en la pizza de ese restaurante a la orilla de la playa estaba contaminado con una toxina y al cabo de una hora mi hijo estaba experimentando señales de intoxicación por alimentos. Lo que esto significa para una persona con diabetes es que su cuerpo supo inmediatamente que rechazaría la comida y por lo tanto no utilizó las 12 unidades de insulina que mi hijo se había administrado para metabolizar los carbohidratos.

La primera señal de que algo andaba mal fue una caída peligrosa en su nivel de azúcar en la sangre, de 37. Cuando su nivel subió nada más a 60 después de tomar 16 onzas de Coca Cola, me preocupé un poco. Un momento después, a mi hijo le dio náusea y supe que teníamos que actuar rápidamente. Le pedí a mi esposo y a mi hijo mayor que se abrieran paso como fuera en la playa rocosa para ir a traer el glucagón que estaba en la habitación del hotel. A mi hijo le tomó 25 minutos de ida y vuelta corriendo para que regresara (con los pies lastimados) con el glucagón; 45 minutos antes de que mi esposo pudiera regresar con el carro.

Brevemente después de que mi esposo y mi hijo se fueran corriendo al hotel, los vómitos iniciaron y con esto se reanudó la caída en los niveles de azúcar. Fueron los 25 minutos más largos de mi vida esperando por esa inyección de glucagón de rescate, sin saber si mi hijo tendría una convulsión o algo peor. Todo esto fue un caos ya que el grupo de lugareños trató de ofrecer ayuda a la pobre madre gringa y su hijo vomitando. ¿Cómo dices en español que él tiene diabetes y que es una emergencia?

El glucagón llegó. Con mis manos temblorosas y ya sin la luz del día, le administré la inyección salvadora a mi hijo. Estaba tan agradecida de haber practicado usando el glucagón vencido cada año. ¡En una emergencia es muy difícil mantener la calma y leer las instrucciones! Como no pude meter todo el glucagón en la jeringa de aguja grande, le apliqué el resto del glucagón usando la jeringa de insulina de emergencia que teníamos en su kit de la bomba de insulina.  

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Llegamos al hotel y una hora después llegó un doctor para ponerle un suero intravenoso a mi hijo. A este punto, él tenía niveles elevados de cetonas y tenía la necesidad urgente de dextrosa intravenosa para elevar el azúcar en la sangre lo suficiente para darle insulina y fluidos para rehidratarlo. Esta combinación de dextrosa y fluidos era crucial para eliminar el exceso de cetonas. Al día siguiente mi hijo fue llevado en ambulancia desde nuestra ubicación remota en la playa a 4 horas hacia el sur, a un hospital privado en la capital, San José, donde estuvo 3 días en recuperación.   

Era un hospital moderno donde recibió muy buenos cuidados. Yo pedí dos cosas: otro glucagón, en caso de que tuviera otra intoxicación por alimentos. Podría pasarle nuevamente en cualquier momento ya que este no era un virus al que él podría crear resistencia. Y pedí  unas tiras de cetonas. ¡Nos gastamos un paquete de 50 tiras en 3 días! Aún en el hospital yo estaba haciendo las pruebas de cetonas.

Su respuesta fue que no podían darnos el glucagón. Es demasiado caro mantenerlo, por eso no han tenido en Costa Rica por más de 10 años. Dijeron que las tiras de cetonas eran MUY difícil de obtener y que cuando las conseguían, estas eran  enormes y al parecer servían para hacer pruebas de todo, desde cetonas hasta embarazos, y no estaban preparados para hacer esas pruebas en el hospital.

Después de tres días, mi hijo fue dado de alta y disfrutamos un viaje completamente diferente en Costa Rica quedándonos cerca de la capital en lugar de la selva como estaba planeado. Amamos viajar juntos en familia. Hemos vivido en el extranjero con nuestro hijo que tiene diabetes tipo 1. Cuando estuvimos de vacaciones en Francia logramos conseguir y programar en francés una nueva bomba cuando su bomba de insulina se rompió.  Las aventuras de viajes son maravillosas y no quiero que las limitemos; aquí hay algunas cosas que aprendí para que nuestros viajes al exterior sean más seguros:   

  1. Siempre ten glucagón disponible al alcance. Llévalo en tus vacaciones, pero ¡no lo dejes en el hotel cuando tomes un día de excursión a una hora de distancia!
  2. Si usas tu inyección de glucagón es mejor que tengas otra a mano. Si el doctor no hubiera llegado cuando llegó con mi hijo, probablemente yo hubiera necesitado una segunda inyección para subirle el nivel de azúcar lo suficiente como para darle un poco de insulina.   
  3. Si te enfermas, puede ser que un frasco de tiras de cetonas no sea suficiente. Empaca un segundo frasco.
  4. Si tu viaje es internacional o a un lugar remoto en Estados Unidos siempre lleva doble de todo, no solamente de los accesorios de la bomba.  
  5. Antes de irte de vacaciones y ¡vete de vacaciones!, asegúrate de saber dónde está el hospital más cercano.
  6. Si vas a viajar a países en desarrollo, averigua en tu hotel si hay un doctor que vaya a domicilio en caso de intoxicación de alimentos. No puedo imaginarme cómo hubiera podido terminar nuestro viaje sin que el doctor atendiera a mi hijo en nuestro hotel.

Prepárate. Cuídate. Y ¡buen viaje!  


 

También de Bonnie puedes ver The Stomach Flu Away From Home-Prepare Your College T1D (La gastroenteritis cuando estás fuera de casa – prepara a tu hijo universitario que tiene MD1).

Del equipo de diabetes tipo 1 puedes ver Traveling with T1D (Viajando con MD1).

ESCRITO POR Bonnie O Neil, PUBLICADO 08/01/16, UPDATED 01/24/23

La diabetes ha marcado algunos de los recuerdos de la infancia de Bonnie pues creció con una hermana mayor que fue diagnosticada con MD1 a la edad de 16 años y, antes de su nacimiento, tuvo un hermano que no sobrevivió al mismo diagnóstico. Desde que el hijo de Bonnie, Austin, fue diagnosticado con MD1 a los 5 años, ella ha trabajado sin descanso con la JDRF para recaudar fondos para la investigación y para despertar conciencia sobre esta enfermedad. Bonnie terminó un período de dos años como presidenta de división para la JDRF. A ella le encanta viajar y ha vivido en París y Londres. Además escribe reflexiones espirituales en su blog, This is the Day (este es el día), el cual puedes encontrar en www.bonnieoneil.com.