Mi Diabetes Combativa. Testimonios desde México.
Si buscáramos la palabra manifestación en un diccionario encontraríamos que se refiere a grupos de personas en la vía pública con un objetivo en común, un menaje definido y una propuesta para conseguirlo. Dependiendo del diccionario que consultáramos encontraríamos también que muchas veces son el medio en el que nos expresamos para reivindicar algún derecho. Es una expresión colectiva, donde participan personas de diferentes edades, grupos, lugares, etnias, razas para alzar la voz por un tema en común.
Desconocemos cuántas marchas ha habido en México durante 2020 pero sabemos que no terminarán pronto. Sabemos que las más grandes en nuestro país de la última década ha sido, entre otras, la marcha contra la Inseguridad de 1997, la marcha pacífica por Ayotzinapa en 2014 y la marcha contra la violencia de género en 2020. Sabemos, que no terminarán pronto porque aún nos falta trabajo que hacer.
Es en estos eventos colectivos donde también nos damos cita quienes vivimos con diabetes. Sabemos que podemos, sabemos que queremos, sabemos que debemos manifestarnos, exigir, alzar la voz. Pero, ¿qué es de nosotros en estos eventos donde además se llevan a cabo en un país que poco comprende de nuestra condición de vida. ¿Estamos listos para hacerlo de forma segura? Aquí unas historias.
Melanie, Jalisco
Sí, he ido a varias marchas en protesta. Asistí a tres feministas: una por los 43 de Ayotzinapa y otra por los desaparecidos en Jalisco.
Siempre tengo que estar preparada con mi mochila con agua, glucómetro, insulina, colaciones y jugos en caso de hipoglucemia, y he llevado conmigo un celular cargado.
Me he escrito “Diabetes Tipo 1” a lo largo de mi brazo para que sea visible junto con un número de contacto por si tuviera cualquier emergencia. Aprovecho las paradas del contingente para medir mi glucosa, pero si no hay oportunidad me checo mientras camino. Casi siempre mi glucosa está elevada durante las marchas por todas las emociones que experimento en esos momentos, sobre todo cuando he temido por la seguridad de mis colegas que me acompañan y por la mía.
Afortunadamente nunca me han detenido o sufrido un episodio de abuso policial.
Renata, Ciudad de México
Yo he asistido a la marcha del orgullo 8PRIDE LGBTTT, que también de alguna forma es una protesta festiva 🏳️🌈.
Realmente no sentí que mi diabetes representara algún problema en ese ambiente. Quizá sí es más difícil la forma en la que debes llevar contigo insulina y medidor de glucosa (para aquellos que no usamos bomba de insulina o sensores). Hay que tomar en cuenta que en estos eventos hay mucha gente y debemos tener mucho cuidado con dónde guardamos o dejamos nuestras cosas.
Con respecto a todo lo demás que implica mi diabetes y asistir a marchas nunca tuve un problema. De hecho en esa misma marcha paré y preparé mi inyección para comerme unas papitas ja,ja . La gente está muy concentrada en otras cosas, lo cual puede ser un arma de doble filo por que puede que te de una hipo y nadie se de cuenta y al mismo tiempo se evitan situaciones donde la gente pueda agredirte o insultarte por hacer algo (como inyectarte) que pueda parecer malo o “asqueroso” para esa persona.
Por suerte iba con alguien que sabía sobre mi condición y sabía qué hacer en caso de cualquier emergencia lo que creo es sumamente importante.
Manuel, Ciudad de México
A lo largo de mis 22 cortos pero divertidos años de vida, he tenido la fortuna de vivir en carne propia una marcha de protesta. Tal vez, antes de meter el condimento de mi diabetes deba explicar mis razones para estar ahí.
Resulta que conforme uno crece, se va enojando sobremanera con cosas que pasan a nuestro alrededor. Es algo que no lo controlas, solo pasa y me sorprende que muchas otras personas no lo sientan tan intenso y necesario como yo.
He estado en el contingente separado de algunas marchas feministas, siempre con el supuesto de que al marchar separado puedo apoyar de manera fáctica y no robar el foco de atención de los movimientos y grupos feministas que tanto se esfuerza por cambiar a las personas que habitamos en este país.
También he marchado en la ya clásica protesta de cada 2 de octubre en nuestra ciudad, en la que se dan cita más de 100 mil jóvenes al año para hacer sentir, para hacer ver y para hacer que se escuche los sentimientos de enojo, de frustración y de hartazgo de una sociedad tan lastimada como la que habita en México.
Finalmente, he tenido la necesidad y el dolor en carne viva de tener que organizar y liderar una marcha con pasamontañas y megáfono en una postal que tendría orgulloso a cualquiera integrante del EZNL porque uno de mis más grandes amigos fue asesinado en el campus central de Ciudad Universitaria hace 3 años. Convocar a la gente y ser el origen de voces indignadas pero sobre todo rotas de dolor fue algo que cambió totalmente mi perspectiva acerca de muchas cosas de la vida.
Todos estos sucesos los he vivido con estos sentires mezclados y también con mi diabetes. Es cierto vivir con diabetes no te impide ir a una protesta social y gritar consignas que han heredado los jóvenes generación tras generación y tragedia tras tragedia. Pero a menos en mi experiencia es algo que requiere un poco de concentración y tiene su chiste.
El Kit y el escenario
De entrada, el kit del revolucionario tiene que adaptarse y el pasamontaña, la gorra, la pancarta y el agua deben abrirle paso a el glucómetro con suficientes tiras, hasta insulina y SIEMPRE con cosas que te saquen de un apuro de hipoglucemias. Una hipo en medio de una protesta no es el escenario ideal. Hay que tener en cuenta que se debe cuidar al doble nuestras cosas, ya que entre la multitud puede ser común perder algún aditamento.
Dicho esto y descrito el campo donde se juega y las reglas que no siempre son muy clara, uno se adentra en la marcha, caminas con un contingente con banda que está en la misma sintonía que tú y dentro de ese contexto debes ir sorteando obstáculos, como haber tenido previa alimentos que te permitan armarla hasta que la protesta llegue a algún lugar y si, mantener monitoreados continuamente tus niveles de glucosa (quizá aquí entra el comercial y el tip de destinar un medidor continuo de glucosa para asistir a esa clase de eventos).
En mi experiencia, siempre he ido acompañado por amigos que conocen sobre mi diabetes y pueden auxiliarme en caso de cualquier eventualidad, también he protestado a lado de otras personas que tienen diabetes, lo cual hace aún mejor la compañía.
Al hablar de marchas y protestas, es necesario mencionar el término contrario que le da sentido a esta dicotomía social y política, que es la autoridad. Hablar de autoridad es algo complejo y nos llevaría a un debate doctrinal de la teoría jurídica y política, pero el punto al queme quiero referir en este caso es a la policía, la tira, los puercos, cómo muchas veces se les llama en el argot popular y sobre todo en el lenguaje juvenil mexicano. La presencia de estos peculiares, creídos y muchas veces enojados sujetos en las protestas es común y al estar envestidos de su carácter de autoridad muchas veces (siempre) tratan de solucionar cualquier muestra mínima de problema con el uso (excesivo) de la fuerza pública.
Medidas violentas
Lamentablemente, al igual que muchas personas en todo el mundo, yo he sido víctima de estas medidas erróneas y violentas por parte de la autoridad policial, en más de una ocasión me han detenido por verme sospechoso, por aplicarme mi insulina, por simplemente tener cierto aspecto y estar en cierto lugar a determinada hora.
Cuando era estudiante de preparatoria, en las inmediaciones de la colonia Roma en la Ciudad de México me pedían dinero para no llevarme detenido, sin mayor explicación. Al negarme, este sujeto me tomó por el cuello y trataba de quitarme mi celular y mi bomba de insulina, yo tenía mucho miedo y me preocupaba sobre todo que lograra quitarme mi bomba.
Fue tan violento el episodio que una familia que pasaba cerca me auxilió pensando que se trataba de un asalto. Afortunadamente pude aprovechar el instante para huir y salvar mi vida. No es la única experiencia, pero quizás ha sido la que más temor me ha causado.
En el contexto de la protesta, cuando organicé la marcha en memoria de mi amigo Víctor Manuel Orihuela Rojas, nos fuimos hacia la Agencia de Ministerio Público encargada del caso, en Coyoacán. Al llegar, la protesta era grande, era ruidosa y sobre todo era de personas que realmente pedíamos justicia. Fue tanta la exigencia que la policía dejó de detenernos por las pintas en sus paredes y patrullas con el garabato furioso que se leía: ¡ORIHUELA VIVE!; en lugar de seguir con las detenciones y de señalarme a mí y a mis otros dos cómplices, nos invitaron a pasar a hablar con el agente encargado del caso.
Con responsabilidad plena de las cosas que yo debía llevar conmigo, de los momentos clave a revisar y al hacerme responsable de estar preparado para cualquier eventualidad con relación a mi diabetes, no solamente pude asistir a una protesta, también yo mismo la hice y logré inyectarle la energía para darle vida y sobre todo lograr levantar mi voz y ser escuchado por una autoridad apática y gris, todo esto al ritmo de chequeos a media marcha y a toda velocidad y buenos niveles que me dio mi medidor continuo de glucosa, el único sustento que necesité para alzar la voz.
Y también mucho valor, mucho.