MIEDO DE IR A DORMIR Y NO DESPERTAR


 2017-08-22

Jamás se me hubiera ocurrido que algo tan simple como ir a dormir me hubiera quitado el sueño por completo o me hubiera mantenido despierta todas las noches durante horas. Por varios años, tuve ataques de pánico y ansiedad frecuentes antes de irme a dormir. De pronto, dejé de dormir y comencé a tener niveles de glucosa elevados a propósito porque me daba terror no despertar al día siguiente. En noviembre de 2015 fui ingresada a un hospital de salud mental porque la diabetes estaba afectando mi vida y simplemente no estaba logrando resolver mis conflictos. Había dejado de medir mis niveles de glucosa en sangre y había dejado de inyectarme. Aún tenía ataques de ansiedad frecuentes antes de irme a dormir y no pude presentar mis exámenes durante un año en la Universidad. Esto ha pasado por tres años – terror para irme a dormir y el conocimiento de que podría no despertar por lo que ha pasado en mi vida.

En los ochos años que he vivido con esta condición he estado cerca de morir ocho veces: he sido ingresada en el hospital muchas veces, estuve siete días en una unidad de cuidados intensivos porque mi cuerpo luchaba por matarme y mi equipo de profesionales al cuidado de la salud luchaban por mantenerme con vida. Mi glucosa en sangre ha bajado tanto que he tenido convulsiones, he caído inconsciente y me ha mantenido al borde de la muerte tantas veces que he perdido la cuenta. He tenido tantas convulsiones que fui referida a un neurólogo que me diagnosticó equivocadamente con epilepsia.

Durante años me dijeron que algunos adolescentes atraviesan por diabetes burnout y yo me reía incrédula. No podía creer cómo alguien no cuidaría de sí mismo cuando saben lo que la diabetes puede ocasionar. Estoy segura de que todos hemos escuchado que para alguien con diabetes tipo 1 el riesgo de problemas de salud mental es hasta cuatro años más elevado. Pero todo esto parecía ridículo la primera vez que lo escuché. Recientemente había sido diagnosticada y de inmediato pensé que no tenía nada que ver una cosa con la otra- pero es una condición que es increíblemente dominante y los problemas de salud mental vienen generalmente de la mano.

Atravesar por burnout y ser diagnosticada equivocadamente con depresión y ansiedad fueron el punto más bajo pero, todo se trata de honestidad. Ni mis padres, ni mi equipo al cuidado de la diabetes ni mis psicólogos notaron los síntomas de alerta porque me había convertido en una experta mentirosa. Había logrado dominar el arte de las pruebas falsas y hasta descubrí una forma de poner pruebas falsas en mi medidor. Así, en caso de que fueran descargadas en las revisiones de la clínica nadie me preguntaría por qué siempre había resultados perfectos en mis registros y mi hemoglobina glucosilada tenía un resultado que no correspondía. Dejé de usar microinfusora de insulina durante dos años para asegurarse de que no hubiera evidencia de lo que pasaba en mi vida. En mi mente, esta era la mejor forma de mantenerme lejos del hospital y me hubiera gustado tener interés en cuidarme algunos meses para darme cuenta de las consecuencias de no cuidarme.

Gracias a varias estrategias de afrontamiento, muchas visitas de seguimiento y mi equipo al cuidado de la diabetes trabajando junto conmigo en esta fase sin secretos y mentiras es que estoy logrando vencerla. Y, la mejor parte, el burnout es real pero puede vencerse. Mi mamá y mi papá han dado tanto de su vida en los últimos siete años y no permitiré que su esfuerzo en mi cuidado haya sido en vano. Todos queremos crecer con impecable salud y no tener que preocuparnos de amputaciones, enfermedad renal o ceguera. He comenzado a realizar pruebas rutinarias hasta 9 veces al día o más y mi siguiente cita será para decidir si puedo volver a utilizar microinfusora de insulina. Como una vez dijo  Og Mandino once said, “Si persisto lo suficiente, ganaré”.


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ESCRITO POR Erin Gold, PUBLICADO 08/22/17, UPDATED 08/22/17

Erin vive en  Brisbane, Australia con tres amigas de la Universidad. Fue diagnosticada con diabetes tipo 1 hace 8 años a la edad de 11. Es capitán del equipo de Netball, educadora en cuidado infantil, mesera, bloguera y trabaja en una librería mientras cursa  su segundo año de Universidad en  Queensland. Cuando no está en la universidad (o en competencias de  Netball o escribiendo, o en la  librería, o en un restaurante) se dedica a trabajar para sobrellevar el burnout y la depresión y ansiedad cuidando de sí misma, midiendo su glucosa, contando carbohidratos y visitando a su equipo de profesionales al cuidado de la salud, o sea lo que sea que necesite su diabetes.