No es Una Elección: Ser Una Persona Transgénero con Diabetes Tipo 1

 2020-02-13

Nota del editor: Este artículo fue originalmente publicado en  College Diabetes Network y es republicado aquí con su autorización.


En secreto

Cuando mis padres venían a visitarme a la universidad durante el primer semestre de mi primer año, me preparaba para su llegada quitando las decoraciones en la puerta de mi dormitorio porque tenían mi nombre de preferencia. Escondía cualquier cosa en mi habitación que pudiera insinuar el hecho de que soy transgénero. Y, sin embargo, después de ver mi cabeza recién afeitada, mi madre me preguntó: “¿Estás tratando de lucir como un chico o algo así?”.

Comencé a decirles a mis amigos que era transgénero en la escuela secundaria, y di los primeros pasos de mi transición durante mi primer año de universidad, comenzando por cortarme el cabello y usar ropa más masculina. Mantuve esta información escondida de mis padres todo el tiempo que pude por miedo, y la mayoría de las personas todavía me veían como una chica en ese momento porque todavía no había comenzado la terapia de reemplazo hormonal. Con frecuencia, no me hice valer pidiéndole a la gente que usara el nombre y pronombres correctos. Me dolía negar un aspecto importante de mi persona fingiendo ser una chica, pero había situaciones en las que era necesario.

Vivir con diabetes hace que algunas de estas situaciones sean inevitables. Por ejemplo, generalmente evito decirles a los médicos que soy transgénero porque me temo que las actitudes discriminatorias afectarán la atención que recibo. Sin embargo, me expusieron en la oficina del endocrinólogo hace un par de años, lo que significa que mi identidad LGBTQ+ fue revelada sin mi consentimiento. Al tomar mis signos vitales, una enfermera bien intencionada notó el pin en mi bolso que decía que no uso pronombres y me preguntó si tenía un nombre preferido diferente de mi nombre legal (esto sucedió antes de que lo cambiara legalmente). Le dije alegremente cuál era, pero no esperaba que revelara esa información al personal del consultorio y a mi médico. Cuando mi médico entró en la habitación, ella me interrogó sobre mi deseo de tomar hormonas solo para decirme que “no hacemos eso aquí”. Después de mi cita, dos miembros del personal de la oficina me detuvieron cuando salía y me preguntaron cómo elegí un nombre tan diferente (y masculino) en comparación con mi nombre de nacimiento. Que te expongan es una experiencia angustiante por muchas razones, y me molesté tanto que lloré en mi automóvil antes de salir del estacionamiento.

Seguir adelante

Finalmente, comencé con las hormonas, pero no con el endocrinólogo que maneja mi diabetes. Como una persona transmasculina, me administro testosterona, también llamada T, en forma de inyección una vez por semana para poder pasar por una “segunda pubertad” y asumir las características sexuales secundarias tradicionalmente masculinas, como una voz más profunda, vello corporal más grueso y barba. Vivir con diabetes Tipo 1 me dio una ventaja cuando me estaba preparando para comenzar a administrarme T. A diferencia de muchas personas transmasculinas, la idea de las inyecciones no me perturbó porque ya me había estado autoinyectando insulina durante los últimos diez años. Ya entendía medidas de aguja, longitudes y medidas como ml y cc. Sacar medicamentos de un vial tampoco era extraño para mí, así que ya sabía cuál era la técnica adecuada. Inyectarme una vez a la semana parecía insignificante en comparación con las inyecciones diarias múltiples. Me sorprendió gratamente saber que administrarme T no afectaba mi nivel de azúcar en la sangre. Sin embargo, me equivoqué al pensar que lo sabía todo porque la testosterona es más diferente a la insulina de lo que esperaba. Principalmente, nunca me había administrado una inyección intramuscular y la aguja gruesa me intimidó inesperadamente, lo que le dio un golpe a mi confianza en mi capacidad para autoinyectarme sin miedo. En mi primer seguimiento, mi médico me dio permiso para cambiarme a inyecciones subcutáneas porque eso me era más familiar. A partir de ese momento, felizmente me acomodé a una rutina de inyección semanal.

Con el tiempo, me di cuenta de que hay mucha más superposición entre ser trans y tener diabetes Tipo 1. Gasté mucho dinero en mi transición, soporté mucho dolor y trauma, y ​​lidié con mucha ignorancia. Del mismo modo, la diabetes es cara, duele, y no todos entienden por lo que estás pasando. Por otro lado, tanto ser trans como tener diabetes me ha presentado a las comunidades en donde se intercambia apoyo, consejos y bromas. Lo más importante, es que me he vuelto más fuerte a través de los obstáculos que he enfrentado. Como no puedo evitar el hecho de que ahora debo inyectarme no una sino dos hormonas por el resto de mi vida, voy a hacer que valga para algo.


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OC es estudiante de último año de Ciencias del Ejercicio que se graduó en agosto de 2020. Planea tener una maestría en terapia ocupacional después de completar su licenciatura. OC eligió estudiar terapia ocupacional debido a sus propias experiencias navegando por el sistema de salud como una persona con discapacidad y de género queer. Tiene mucha determinación para compartir sus experiencias como miembro de las comunidades LGBTQ+ y de discapacidad para ayudar a otros. Espera continuar fomentando un ambiente inclusivo en su vida profesional y más allá.