Paciente no adherente
Nota del editor: Este texto fue publicado en el blog Yo Diabetes, blog personal de Ana, autora original de esta publicación.
Paciente no adherente. Tres palabras que pueden cambiarle la vida a cualquiera. Tres palabras que aparecen en cientos de historias clínicas y comentarios entre profesionales. Tres palabras que se pueden decir sin realmente comprender el impacto que pueden llegar a tener.
Un paciente “no adherente” supone un reto para algunos médicos y un dolor de cabeza para otros. A veces implica tirar la toalla antes de empezar. Crónica de una muerte anunciada: si estoy convencida que voy a fracasar, seguro que fracaso.
Cuando vamos al médico por un dolor de estómago o una torcedura de tobillo, todo el proceso de diagnóstico, tratamiento y olvido tiene una duración medianamente corta y solución a la vista. Pasamos el mal rato, damos vuelta la página y seguimos con nuestra vida como si nada.
Esto no ocurre con una enfermedad crónica como la diabetes.
Sabemos que la enfermedad (o condición, si así lo prefieren) nos va a acompañar siempre, sin interrupción, todos los días, mañana, tarde y noche. No hay nada que podamos hacer para que “pase” o que “mejore”, y todo lo que hacemos en nuestro quehacer cotidiano es gestionarla lo mejor posible para que no nos pase factura a largo plazo. Algo que nuestra mente no siempre puede comprender o “aprehender”.
Es realmente agotador y abrumador para muchos. Empiezan a dejarse estar, las excepciones se convierten en la regla, los “permitidos” pasan a ser lo habitual, la actividad física se reduce a su mínima expresión.
Las glucemias empiezan a trepar casi imperceptiblemente, un par de puntos aquí y otros cuantos por allá, y la media pasa de un valor “aceptable” o “bueno” a algo totalmente fuera de rango que resulta en una eventual glicosilada de dos dígitos, acompañada de otros parámetros de laboratorio que distan mucho de ser “saludables” o “aconsejables” con diabetes.
Y nos ponen el mote o letrero: “paciente no adherente”.
Y es más difícil deshacerse de este mote que bajar una glicosilada de 2 dígitos a un 7.
Siempre van a existir los pacientes no adherentes. Así como siempre van a existir personas que disfrutan haciendo el mal a otros y personas que dan la vida por los demás. Es parte de la naturaleza humana.
Pero se puede trabajar en reducir su número. Se puede educar y empoderar a los pacientes para que dejen de ser pacientes pasivos y asuman un rol activo en la gestión de su enfermedad. Pacientes que se hagan cargo y acepten sus errores, pero también su capacidad para llevar el timón y guiar su nave a buen puerto, con un equipo sanitario que acompañe y estimule, y al que se pueda recurrir con dudas y consultas.
Nadie puede hacerlo solo: ni el médico ni el paciente. Cada uno tiene un rol que cumplir y una responsabilidad que asumir.
Educar y empoderar a un paciente no es tarea fácil. Pero es lo que se debería hacer en lugar de clasificar y catalogar.