PHOTOS BY Sara Jensen

PERDIDO EN EL MAR


 2016-08-10

Cuatro días después del nacimiento de mi hijo, viví la experiencia de ver a un par de paramédicos de la ciudad de Nueva York deslizar a mi esposa por la estrecha escalera de planta tercera en una camilla a las dos de la mañana, con esta vida nueva e indefensa criatura en mis manos y sin ninguna idea qué hacer con él.

Él sobrevivió, todos sobrevivimos; mi esposa había contraído una infección por estafilococos después de su cesárea y tuvo que ser llevada de vuelta para administrarle un intenso tratamiento con antibióticos; y yo llevaba a nuestro hijo de pocos días de edad escondido en el metro de Nueva York para que ella lo amamantara durante el día, y con el tiempo ella regresó a casa y todo volvió a la normalidad.

Pero yo nunca me pude deshacer por completo de ese sentimiento de impotencia, de pánico y de miedo que tuve mientras veía como se la llevaban. Me sentía como si me hubieran echado a la mar en un barco con las velas hinchadas por un viento que me despojaba de todo el control.

Esa sensación regresó con toda su fuerza un poco más de cinco años más tarde mientras estaba de pie en una habitación de hospital y veía a una enfermera hundir una jeringa de insulina en el brazo de mi hijo que gritaba, para que pudiera almorzar. Su diagnóstico de diabetes tipo 1 me puso a la deriva de nuevo. No tenía ni idea de cómo manejar las tablas de navegación que me mostraban, las complejas matemáticas que ahora se requerían para mantenerlo saludable. Las agujas siempre me habían aterrado; la sangre me hace desmayar. Estas aguas son oscuras, y al nadar hay criaturas de pesadillas.

Nunca me había imaginado ser padre, ni me había imaginado ser capaz de ser responsable de otra persona. Cuando mi esposa y yo decidimos tener un hijo, no fue la culminación de un deseo de hacía ya mucho tiempo; sólo sentimos que era lo correcto, así que lo hicimos.

Cualquier navegante experimentado puede decir que esto es una locura. Adentrarse a la mar sin mapas ni cartas de navegación es una locura. Pero eso es de lo que se trata ser padres. Vagamente podemos recordar lo que nuestros padres hicieron con nosotros, pero cada día con un niño es un nuevo juego de luchas, no importa cuales sean tus circunstancias. Ninguna cantidad de planificación hace que sea más fácil. No había nada que pudiera haberme preparado para el diagnóstico de mi hijo.

Es difícil a veces, como padre, asumir el peso de criar a un hijo. Nuestra cultura pone a las madres como las cuidadoras y protectoras de la casa, mientras nosotros izamos lanzas y lidiamos con el mundo exterior. El trabajo de un padre es garantizar la seguridad y la estabilidad de su familia, para calmar las olas y mantener el barco en una pieza.

Pero cuando tu hijo tiene una condición médica, esas distinciones de difuminan. Todas las manos están en la cubierta, y todo el mundo tiene que ser capaz de hacer todo el trabajo. Así que me pinché el dedo con una lanceta frente a él, me aprete el dedo para sacar una gota de mi propia sangre. Tomé el timón, y empecé a enseñarle a navegar en estas aguas por sí solo.

No creo que llegue alguna vez a sentirme completamente cómodo con el manejo de su diabetes; al tener su vida en mis manos de forma tan obvia y directa, no creo que sea posible. Pero sé que puedo hacerlo. Atravesé la tormenta y todos sobrevivimos.

Es posible que no estemos ni cerca de llegar a la costa. Pero nuestras velas están bien puestas, el casco de nuestro barco es fuerte, y nuestros cielos están despejados.

ESCRITO POR K. THOR JENSEN, PUBLICADO 08/10/16, UPDATED 08/21/17

K. Thor Jensen vive en Friday Harbor, Washington y divide su tiempo entre la escritura con palabras, la escritura con imágenes y la escritura en código. Él tiene dos hijos maravillosos. Puedes ver más de su trabajo en shortandhappy.com