Quiero ser como mi mamá


 2017-10-24

Uno jamás está preparado para de pronto vivir con una condición que requiere de cuidado extremo y cansancio en igual medida. Uno tampoco está preparado para ser mamá. No hay un instructivo claro para ser madre, tampoco lo hay para vivir con diabetes tipo 1. Mucho menos hay un instructivo para las dos cosas combinadas. Dependerá seguramente de quien cuente la historia.

Yo cuento mi historia generalmente con finales felices. A pesar de lo que me ha tocado vivir, siempre encuentro respuestas, siempre encuentro una red de apoyo. Mi familia es definitivamente hermosa.

Sin embargo, siempre existe algo que me preocupa más de lo que me gustaría, es un pensamiento lleno de angustia profunda, siempre ahí, oculta a veces pero siempre presente. ¿Qué pasaría si a mi hijo lo diagnosticaran también? Mi respuesta menos elaborada es siempre “bueno, aquí ya sabemos qué hacer con eso” pero si me detengo a pensar en lo que dije no puedo sino hacer gestos y tirarme en la cama a tapar mi cabeza. La posibilidad siempre está presente. Que uno decida no comentar nada al respecto y hacer como que jamás sucederá es otra historia. Se las estadísticas y las probabilidades. Sí, también se que la Educación en Diabetes y la salud emocional son clave. Pero, no estoy segura de cómo lidiaría con ello.

¿Por qué nadie se ha detenido a evaluar el efecto que a veces y sin querer tienen estas cosas en nuestros hijos? Estoy segura de que el mío es el único en su salón de clases que ha contado con orgullo como hace muchos años su papá rescató a mamá de una hipoglucemia derribando una puerta. Quizá no lo cuente. Eso no lo sé. Sólo sé que llega una edad en ellos en los que se preguntan si mamá y papá estarán ahí por siempre y sin duda y a pesar de que han  aprendido junto con nosotros analizan la posibilidad y las piedras en el camino que tenemos para estar siempre ahí.

“¿Eso que suena es alto o bajo?” preguntó la semana pasada cuando escuchó la alarma de mi CGM “¿necesitas algo? ¿ya no puedes jugar verdad?”. Nosotros fuimos niños maduros, que aprendieron a ser valientes a la fuerza, que aprendieron a analizar detalladamente cada paso, cada acción y con frecuencia muchos movimientos. Ellos, los niños de quienes vivimos con diabetes tipo 1 puedo asegurar que son así también, que tristemente, quizá los hemos obligado a también ser así.

“Wow, me encantaría tener un CGM como el tuyo, el mío sería azul” dijo después, a lo que respondí “yo haría todo lo que estuviera en mis manos por que tuvieras uno… pero esperemos que jamás lo necesites”.

ESCRITO POR MARIANA GÓMEZ HOYOS, PUBLICADO 10/24/17, UPDATED 04/17/23

Mariana fue diagnosticada con diabetes tipo 1 hace varias décadas. Ella es psicóloga y educadora en diabetes. En 2008, Mariana comenzó un blog donde comparte su experiencia de vida con otros www.dulcesitosparami.com Ella es vocero por la diabetes tipo 1 en América Latina. Mariana trabajó con la Federación Mexicana de Diabetes hasta 2012 y hoy en día es Gerente de Comunidad en www.estudiabetes.org Ella es mamá de un jugador de fútbol americano de 10 años. Vive en la Ciudad de México y ama los unicornios.