Sacándole el máximo a mi enfermedad crónica


 2019-07-30

“Tienes diabetes tipo 1 y no hay cura”.

En ese momento, no entendía bien estas palabras, pero las había escuchado antes. Tres años antes, mi hermanita Olivia había recibido la misma noticia.

Me diagnosticaron diabetes tipo 1 cuando tenía ocho años. Desde ese día en adelante, me di cuenta de que mi vida nunca sería la misma.

Y tenía razón.

Siguiendo el ejemplo

Mi vida era diferente a como era antes, no hay duda de eso. Pero no necesariamente de una mala manera. Inmediatamente, decidí aprovechar al máximo lo que tendría que pasar, probablemente, el resto de mi vida. Después de todo, Olivia siempre había manejado su diagnóstico con autoconfianza y se había tomado todo con calma, así que decidí seguir sus maduros pasos. Durante las comidas, ambas sacábamos nuestras agujas y nos administrábamos nuestras inyecciones de insulina. Pincharse aquí y allá un poco no es tan malo cuando tienes un amigo con quien hacerlo. Incluso ahora, mi hermana es mi mejor amiga y la más cercana que jamás tendré.

Cuando llegó el momento de regresar a la escuela después de regresar a casa del hospital, mi maestra me dijo que siempre estaría disponible para mí si alguna vez necesitaba algo. Hace poco le diagnosticaron diabetes gestacional, así que cuando era la hora del almuerzo, nos medíamos nuestros niveles de azúcar en la sangre juntas. Desde entonces, ella ha seguido apoyándome como mentora y como amiga.

Todo parecía estar bien después de que me diagnosticaron. Mis padres me ayudaron para que nunca me sintiera “rara” o “diferente”. Cuando recibí una bomba de insulina un par de meses más tarde y estaba nerviosa por los diversos sitios médicos de mi cuerpo, compramos divertidas calcomanías con patrones para colocarlas sobre ellos y pronto, todos los niños sin diabetes de la escuela estaban celosos. Me sentía orgullosa de ser una persona que vive con diabetes. Fue como si al instante me convirtiera en miembro de un nuevo club. De hecho, antes de dejar la escuela secundaria, comencé un club para dar la bienvenida a los estudiantes a aprender sobre la diabetes.

Nuevas oportunidades

Cuando llegó el verano del año siguiente, mis padres nos dijeron a mi hermana y mí que empezáramos a pensar qué queríamos preparar para el campamento ese verano.

¡Y ahí fue cuando me di cuenta de que ahora podía asistir al Campamento Midicha y ser una verdadera campista! El Campamento Midicha es un campamento de la YMCA (Asociación Cristiana de Jóvenes, según sus siglas en inglés) que, con la ayuda de la Asociación Americana de Diabetes, fue diseñado para permitir que los niños con diabetes tipo 1 asistieran al campamento de verano. A pesar de que no tenía diabetes, puede asistir para ser la compañera de mi hermana el año anterior y tenía que apoyarla durante el día en una parte del mismo campamento que es para los que no tienen diabetes. Hicimos infinitas actividades divertidas desde tirolesa hasta snorkel y peleas de globos de agua. Esto es muy importante a los ojos de una niña de ocho años. Es decir, vamos, esto sería muy importante a los ojos de una niña de dieciocho años. Y ahora, podría volver cada verano al lugar en el que pasé un momento tan divertido con Olivia.

Avanzando al presente, me gradué recientemente del bachillerato como primera de mi clase. Regresé de nuevo al Campamento Midicha este verano, pero esta vez como consejera. Pude ofrecer mi tiempo como voluntaria y ayudar a los jóvenes campistas a probar cosas nuevas. Durante las últimas dos semanas, he ayudado a niñas de ocho y nueve años con diabetes tipo 1 a lograr todas las metas que se habían fijado. Para muchas de ellos, fue su primera vez fuera de casa y lejos de sus padres. Estaba tan orgullosa al ver cómo algunas de las chicas se administraron sus propias inyecciones por primera vez o completaron un nuevo sitio de infusión por primera vez. Nunca me sentí tan honrada de ser una persona que vive con diabetes, porque de lo contrario mis campistas y yo nunca nos hubiéramos cruzado. Nunca hubiera podido conocer a jóvenes tan notables. Sé que esta próxima generación de niños continuará viviendo de manera positiva y pagarlo por adelantado es realmente una de las mejores cosas que podemos hacer.

Dándole vuelta a la página

Ahora, al comenzar el próximo capítulo de mi vida, asistiré a la Universidad Estatal de Michigan y ya me inscribí para ser miembro del capítulo de la Red de Diabetes de la escuela. Podré conocer a otros estudiantes universitarios que viven con diabetes y crear aún más amistades. Estoy decidida a formar una comunidad que apoye nuestra necesidad de mejorar la atención, abogar y compartir el apoyo, sin importar dónde termine.

No todos los momentos de vivir con diabetes han sido fáciles. Ha habido noches en las que la cuarta caja de jugo en el medio de la noche simplemente no me ha caído bien. O cuando te resfrías y tus niveles de azúcar en la sangre se elevan. Pero al final, no cambiaría nada sobre mi diagnóstico. Me siento honrada de conocer a algunas personas extraordinarias que de otra forma no habría tenido el privilegio de conocer y he tenido la suerte de hacer cosas únicas en la vida. Sin mencionar que tengo algunas pegatinas impresionantes que puedo colocar en mis sitios de infusión. Así que sí, yo diría que todo vale la pena.

 


Reece recibió una beca en 2019 y es miembro de Diabetes Scholars, un programa de Beyond Type 1.

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ESCRITO POR Reece Ohmer, PUBLICADO 07/30/19, UPDATED 06/06/23

Reece Ohmer fue diagnosticada con DT1 a la edad de ocho años. Recibió una beca 2019 de Diabetes Scholars. Ella es una ávida asistente del campamento y consejera en Camp Midicha, un campamento para diabéticos organizado por YMCA y la Asociación Americana de Diabetes. Ella se esfuerza todos los días para vivir positivamente con diabetes Tipo 1 y, con suerte, inspirar a otros a hacer lo mismo.