UN CAMPAMENTO, UNA OPORTUNIDAD DE CRECIMIENTO


 2018-01-13

Mi nombre es Pilar y tengo 26 años. Vivo con diabetes tipo 1 desde que tengo 12 años y hoy por hoy puedo decir, gracias a Dios, que nos llevamos bien.

Durante el 2016, participé del Programa Jóvenes Líderes en Diabetes que ofrece CUI.D.AR Asociación para el Cuidado de la Diabetes en Argentina, en el cual recibí capacitación y entrenamiento tanto en diversos aspectos relacionados con esta condición como en liderazgo. Gran parte del buen vínculo actual con mi diabetes se lo debo a haberme convertido en Joven Líder en Diabetes de CUI.D.AR.

Cuando a mediados del año pasado Liliana Tieri, directora de CUI.D.AR me compartió que nuestra Asociación organizaría un “Campamento” y que yo participaría como parte del Staff en mi función de Joven líder, la felicidad fue inmensa. Poder ser parte de una vivencia tan linda e intensa y tener la posibilidad de compartir una experiencia tan profunda con personas tan increíbles me colmaba de alegría. En ese momento, supe que algo inolvidable, que una experiencia de vida plena me esperaba a mí y todos los que participaríamos, y las ganas y el entusiasmo me desbordaban.

El equipo que estuvo a mi cargo, estaba compuesto por jóvenes mujeres de entre 15 y 17 años, todas con diabetes tipo 1 al igual que yo.

A pocos días de que comenzara el campamento, fui tomando dimensión de la responsabilidad y el gran desafío que me esperaba por delante, y los miedos comenzaron a aflorar. “¿Estaré a la altura de las circunstancias?”, “¿Seré capaz de manejarme de manera correcta y de dar un buen ejemplo para mi equipo?”, “¿Podré liderar positivamente a un grupo de adolescentes?”. Sin dudas, el gran profesionalismo de todos los integrantes de CUI.D.AR me ayudó a llevar adelante mi tarea y a cumplir con lo que se me había encomendado y pudimos cumplir, entre todos, con nuestros objetivos.

Recuerdo que durante el viaje en micro hacia el predio donde se hizo el campamento, iba leyendo exhaustivamente el “protocolo” para tratar las hipoglucemias, tratando de recordar exactamente qué cantidad de azúcar y de hidrato de carbono lento dar según cada rango de glucemia. Los nervios no me permitían recordar más que dos palabras y casi que entraba en pánico de sólo pensar que alguna de las chicas de mi equipo entrara en una hipoglucemia. Sin embargo, a medida que el campamento iba transcurriendo, me di cuenta que de lo que se trataba no era ni más ni menos que de vivir con diabetes como lo hacemos día a día, prestando más atención y teniendo aún más cuidado, pero que la experiencia de los años vividos con diabetes tipo 1 junto con una buena educación y capacitación nos brinda muchas herramientas para afrontar ciertas situaciones que salen de lo que hacemos habitualmente.

Durante los tres días que duró el campamento, las chicas de mi equipo a cargo y yo interactuamos colaborando entre nosotras. Todos los días nos medimos juntas la glucemia antes de las cuatro comidas, antes de irnos a dormir y a las 3 de la mañana, elegimos de manera consciente lo que comeríamos en base a las opciones que en cada comida teníamos, nos aplicamos la cantidad de insulina indicada por la médica para la cantidad de carbohidratos que ingeríamos y según las actividad física que realizaríamos…en fin, cuidamos de nuestra diabetes tipo 1 de manera mucho más consciente.

No tengo dudas de que estos cuidados exhaustivos para con nuestra diabetes durante el Campamento nos permitieron entablar un vínculo mucho más cercano y compartir una cierta complicidad: ver que otras chicas, más jóvenes que yo, se medían la glucemia, contaban carbohidratos y se aplicaban insulina al igual que yo me generaba una sensación de alivio muy particular. Como si esas acciones que durante tantos años realicé yo sola en mi entorno, ahora eran algo compartido entre varias. Las chicas también sentían alivio al no tener que explicar qué estaban haciendo cuando agarraban su medidor o su lapicera y se inyectaban. Ese acercamiento inicial por medio de la diabetes nos dio pie para compartir muchas cosas más, desde charlas sobre lo que nos gusta hacer o sobre nuestros proyectos de vida. Y fue así que el vínculo trascendió la diabetes y comenzamos a relacionarnos como jóvenes que, más allá de la diabetes, tienen una vida normal y les gusta divertirse.

Cada integrante del Staff de CUI.D.AR sabía que debía realizar un control nocturno a las 3 de la mañana y corroborar que los integrantes de su equipo no estuvieran bajos. Al llegar la primera noche, mi mayor miedo ya no era si las chicas tenían una hipoglucemia sino que me quedara dormida, o peor aún, ¡que estuvieran bajas y yo estuviera durmiendo! Por suerte, los dos despertadores que había puesto funcionaron y me pude levantar sin problemas. En este sentido, como parte del staff de CUI.D.AR, uno de los mayores aprendizajes ha sido el de hacer las propias acciones de la mejor forma posible para que luego, sumadas en conjunto, generen un resultado global de alta calidad y profesionalismo en el cuidado de los chicos que particiban. Esa era otro de los objetivos de CUI.D.AR

El Campamento me enseñó a trabajar en equipo y entendí que cumplir con mis acciones de manera correcta no sólo facilita la labor de quien sigue en la cadena de trabajo sino que también facilita el camino para alcanzar los objetivos que se buscan como equipo y como Asociación de Diabetes. Cada pequeña acción que realicé, junto a cada pequeña acción realizada por otro joven líder o por otro integrante del staff del campamento fue lo que permitió que se lograra lo que se logró y en la manera en que se logró. Las responsabilidades asumidas como Jóvenes Líderes e integrantes del Staff sin dudas se llevan adelante muchísimo mejor cuando se trabaja en equipo y cuando cada integrante tiene un real compromiso para con la tarea asignada, dando lo mejor de sí en cada pequeña acción.

Asimismo, me di cuenta también que la paciencia y el acompañamiento emocional son fundamentales, como también  resulta esencial brindar durante los Campamentos una educación en diabetes completa y de calidad con los cuidados necesarios de manera de ayudarlos a que se conviertan en personas autosuficientes en el manejo de su diabetes.

Me resultó interesante observar cómo, sin darse cuenta del todo, las chicas de mi grupo fueron adquiriendo herramientas para manejarse más adecuadamente. De esta forma, puedo decir que estoy satisfecha de cuanto pude aportar con mi labor en el campamento. Creo que logré superar mis miedos y alcancé a generar un impacto positivo en las chicas. Ellas no sólo se relacionaron con empatía respecto de la diabetes, sino que entablaron una relación de amistad y se vincularon desde muchos espacios más allá de su diabetes.

Asimismo, otro impacto positivo de nuestra labor como líderes y parte del staff de CUI.D.AR y de todos los participantes del campamento fue que en las comidas, al momento de inyectarnos la insulina, cada vez que alguien lograba aplicársela en un lugar nuevo, en el que nunca antes se había aplicado ya sea por miedo o por desconocimiento, todos aplaudíamos y festejábamos ese logro como si fuera propio, porque sin duda cada uno de nosotros sabía y sabe lo que cuesta superar ese desafío de animarse a pincharse en nuevas zonas, y más fuerte aún aplaudíamos y festejábamos cuando los más chiquitos aprendieron a aplicarse la insulina solos!

Alguna vez, una persona muy querida me escribió que los miles de niños,  jóvenes y adultos que vivimos con diabetes tipo 1 fuimos elegidos para demostrar nuestra valentía en esta vida… Otro de los aprendizajes del campamento es que, sin dudas, la diabetes es una gran oportunidad para que día a día nos superemos a nosotros mismos…

Nuestro trabajo como  Jóvenes líderes del staff de CUI.D.AR durante el campamento ayudó a los chicos a ir superando ellos mismos sus propios miedos y desafíos, y ellos nos ayudaron a nosotros en el mismo sentido. Saber que pudimos impactar y generar un cambio en la calidad de vida de todos esos chicos y jóvenes que vinieron al campamento, saber que logramos llegar a sus corazones y plantarles una semilla de esperanza, es sin duda una de las satisfacciones más lindas que tuve.

Debemos ser conscientes del poder que tenemos los jóvenes de mejorar la vida de otra persona con cada pequeño gesto, con cada palabra, con cada muestra de acompañamiento. Saber que con algo tan sencillo y esencial como una sonrisa se puede generar un mundo de energía positiva en el otro e inspirar un cambio profundo. O con esa palabra de aliento que, aunque nuestros familiares o nuestros médicos nos la den, sólo adquiere real sentido para uno cuando viene de un par, de alguien que vive y atraviesa todos los días por lo mismo que nosotros. Ciertamente, conocer y acompañar a otra persona que tiene diabetes tipo 1 nos ayuda a acompañarnos a nosotros mismos en este camino que, muchas veces, se siente muy solitario. Nos ayuda a a generar un impacto positivo en la vida y en la calidad de vida de otra persona (y en la nuestra misma…), transformando la diabetes de una enemiga en una maestra y tornando el abatimiento en motivación para el cuidado de lo más importante que tenemos: la vida. Y TODO esto lo aprendí en el Campamento de CUI.D.AR!

Cada día me convenzo más, gran parte de lo que uno recibe es fruto de lo que uno da y viceversa, por lo que, sin lugar a dudas, es increíble lo que se puede dar y recibir todos juntos cuando la energía es constructiva como sucede en cada acción impulsada por CUI.D.AR: compartir con el otro nos permite crecer todos juntos.

Vivir este tipo de experiencias y compartirlas con pares que, como nosotros, viven con diabetes tipo 1 nos brinda un gran aliento y nos anima especialmente en los momentos grises que a veces nos sobrevienen en el convivir con esta condición cuando estamos desmotivados, desganados, o simplemente cansados de todas las exigencias que nos requiere.

Cada vez que recuerdo el campamento de CUI.D.AR  o veo fotos, una sonrisa se dibuja indefectiblemente en mi rostro y, con ella, una razón más por la cual seguir adelante.

Comparto profundamente la creencia de que la diabetes no nos impide realizar nuestros sueños, y por eso no define quiénes somos sino que es algo que tenemos: no “somos diabéticos”, tenemos diabetes. Aun así, sí considero que vivir con diabetes tipo 1 nos forma como personas y tiene impacto en nuestro carácter. Dependerá de nosotros si ese impacto es constructivo o no y, en este sentido, aceptar la diabetes y elegir vivir sanamente la vida con diabetes ciertamente nos aporta un rasgo muy particular. Algo así como que al aceptar el desafío, nos convertirnos en valientes héroes de nuestra propia vida. Por ello, celebrar la vida beyond type 1 es mostrarle al mundo que, como personas, trascendemos nuestra diabetes y que vivimos sin limitarnos por ella. Vivimos con diabetes tipo 1 más allá de la diabetes tipo 1.


Puedes encontrar mayor información sobre este campamento vía CUI.D.AR – Asociación para el Cuidado de la Diabetes en Argentina en Buenos Aires  y en sus redes sociales Facebooktwitter, e instagram

ESCRITO POR PILAR ARROSSAGARAY, PUBLICADO 01/13/18, UPDATED 02/13/18

Pilar tiene 26 años y vive con diabetes tipo 1 desde los 12. Ella vive en Buenos Aires Argentina y es líder Juvenil de CUI.D.AR. Si se buscara definir a Pilar la gente que trabaja junto con ella en el campamento diría que es un “ser lleno de luz con una nobleza y una bondad fuera de lo común”.