Noches en la Habana y MCG (medidores continuos de glucosa)


 2018-03-16

Así que tienes diabetes tipo 1. Ahora, imagina que intentas convencer a tus padres de que te permitan ir a un país extranjero en donde se acaba de levantar un bloqueo después de 50 años y en donde no tendrás conexión a la Internet o de teléfono. La primavera pasada, esa fue mi tarea cuando tuve la oportunidad de ir a Cuba con mi escuela durante el descanso del Día de Acción de Gracias. Sorpresivamente, no fue muy difícil convencerlos porque mis padres apoyan mi amor por viajar. Sin embargo, había una condición: tenía que comprar un MCG (medidor continuo de glucosa).

Ellos habían insistido por meses  en que yo utilizara la tecnología, pero siempre me he negado. Hace algunos años, dejé de utilizar la bomba de insulina. No me gustaba tener un dispositivo de tubos pegado a mí y las bombas de insulina sin tubos se resaltaban demasiado. A pesar de eso, una bomba de insulina era lo que se necesitaba para hacer de Cuba una realidad, así que, tristemente, accedí.

Durante meses, planifiqué con mis acompañantes y con mis guías turísticos y me adapté a mi nuevo MCG. Después, llegó noviembre y, también, mi viaje.

Fue una llamada de despertador clara y temprano a las 3 a. m. para los 18 estudiantes y 3 miembros de la facultad para realizar nuestro primer viaje a Miami. Ni siquiera llevábamos una hora en el aire cuando me desperté con el sonido de mi MCG pitando un mensaje de nivel bajo de azúcar en la sangre, con una lectura de 37. Este no era el inicio que esperaba tan pronto en mi nueva aventura. Sin embargo, pude corregirlo en el avión y mi número se ajustó rápidamente.

Mientras me encontraba en Cuba, cada comida era la misma todos los días. Para el desayuno, nos sirvieron huevos, fruta y pan (aunque también he dejado de consumir el gluten), junto con el infame café de Cuba. Para el almuerzo y la cena, teníamos la opción de carne, usualmente pescado, pollo o res, junto con arroz y frijoles. Esto ayudó a que mis números se adaptaran a sus nuevas opciones de dieta.

Sin embargo, cuando se trataba de bebidas, era una preocupación diferente. El agua potable de Cuba no está esterilizada y, siendo una persona con diabetes, enfermarse no es una situación ideal. No nos permitían beber nada de agua salvo que fuera filtrada en nuestras botellas especiales para agua y no podíamos utilizar el grifo para nada más que para lavar nuestras manos. Con suerte, nadie se enfermó por beber el agua (hubo algunos que lo olvidaron porque es un hábito) y mi grupo pudo continuar teniendo el mejor viaje.

Con relación a mis niveles de azúcar en la sangre, al principio, fueron una montaña rusa. Un minuto, estaban en un rango normal y el siguiente estaban o muy altos o muy bajos. Mis momentos más peligrosos fueron mis bajas durante las noches, las cuales se daban tarde debido a mis actividades del día. Ni siquiera a mitad de mi 10 día de viaje, ya estaba terminando mis meriendas de corrección, sin estar segura qué iba a hacer cuando ya no tuviera. Las tiendas en Cuba realmente no venden meriendas de fruta ni cajas de jugos. Tuve que conformarme con cacahuates cubiertos con chocolate, los cuales únicamente tenían aproximadamente 5 por bolsa y no eran muy efectivos. Sin embargo, a pesar de toda la actividad, pude mantener bajo control mis niveles bajos de azúcar en la sangre y no me terminé mis meriendas, aunque fue una situación muy cercana. Cuando aterrizamos en Miami, compré muchas meriendas para prepararme para mi viaje a casa, esperando no tener una baja en mi nivel de azúcar en la sangre como cuando llegué ahí. ¡Afortunadamente, no tuve más problemas y llegué a casa sin problemas!

Al reflexionar sobre mi viaje, tener la oportunidad de viajar alrededor de Cuba fue una experiencia tan maravillosa que nunca olvidaré, especialmente porque había sido un lugar sin descubrir durante tanto tiempo que la arquitectura, la comida y la cultura son tan diferentes de donde vivo. Fue aún más único porque estuvimos ahí cuando Fidel Castro falleció, lo cual es algo que quedará grabado en la historia. No hay muchos estadounidenses, especialmente estudiantes de secundaria, que puedan decir que estuvieron ahí durante un momento tan histórico y ver cómo el país reacciona a una muerte tan grande y controversial. Sin embargo, con respecto a mi diabetes, me alegro haber tenido mi MCG conmigo porque, de otro modo, tal vez no hubiera conocido todas las bajas y altas cruciales que, al final, fueron un tema de vida o muerte. Todavía no soy una gran fanática de eso, pero no puedo decir que no proporciona información importante cuando se necesita. Resumiendo, no permitas que la diabetes te detenga de ir a algún lugar o hacer algo que amas. ¡No tengas miedo de tomar riesgos, pero tal vez te sugeriría comprar un MCG antes de hacerlo!


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ESCRITO POR AUDREY BROWN, PUBLICADO 03/16/18, UPDATED 05/23/23

Audrey fue diagnosticada con diabetes tipo 1 el 13 de diciembre de 2007. Actualmente, es estudiante de último año de la secundaria en el área de Filadelfia y no está segura a qué escuela asistirá durante el otoño. Durante el verano, trabajará como asesora en el campamento sobre la diabetes al que asistió cuando era más joven. Le gusta pasar tiempo con sus amigos, ejercitarse y viajar alrededor del mundo, documentando sus aventuras con diabetes.