¿QUÉ HARÍA CHANDA?


 2017-11-11

Desde que tengo diabetes Tipo 1, siempre he luchado con la idea de sentirme segura y confiada en mi propio cuerpo; es como si esto a veces fuera extraño para mí, pero nunca me sentí tan fortalecida como me sentí inmediatamente después de mis tres días en el Phoenix Children’s Hospital (Hospital para niños de Phoenix) hace 13 años. Parece extraño pensar que alguien podría sentirse listo para enfrentarse al mundo después de atravesar un cambio médico que altera su vida, pero yo sí me sentía así. Afortunadamente para mí, el día de mi diagnóstico de diabetes Tipo 1 también fue el día en que conocí a una verdadera “mujer maravilla Tipo 1”.

Estaba enferma, frágil, confundida y me sentía muy sola, pero me animé al saber que mi enfermera, que se presentó como Chanda, también tenía diabetes Tipo 1. La primera bomba de insulina que había visto era la de Chanda. Estaba con la boca abierta no solo debido a la sorprendente tecnología que estaría disponible si así lo quisiera, sino por su confianza. Se sentó en el borde de mi cama del hospital y sacó su dispositivo del tamaño de un beeper tan rápido que ni siquiera podría decir de qué parte de su cuerpo lo sacó, y me explicó que podía administrar su insulina a través de pequeños tubos cada vez que ingresaba el conteo de carbohidratos de su comida.

Me cautivó lo joven que era, especialmente por ya haber adquirido sus títulos de educadora certificada en diabetes y de enfermera certificada. Ella tomó la decisión de dedicar su vida a ayudar a otras personas con diabetes Tipo 1 desde el principio y se ha mantenido firme. Ella nos facilitó a mis padres y a mí el proceso del cálculo de los carbohidratos utilizando mis proporciones y a inyectarme adecuadamente, usando el método antiguo de jeringas y frascos de insulina. Su energía vibrante era contagiosa, y durante esos 3 días en el hospital, no pude evitar sentirme más y más equipada para manejar estas cosas por mi cuenta.

“¡Oye, me comí un muffin de arándanos azules esta mañana!” Recuerdo que Chanda me dijo cuando mi cara se retorció de la preocupación después de que la nutricionista del hospital me explicara cómo los carbohidratos serían un poco más difíciles de procesar para mi cuerpo. Chanda se aseguró de que yo supiera que las personas con diabetes Tipo 1 aún podían comer lo que aman, estar activas y crear aventuras de todo tipo. Hablamos sobre cómo me gustaba viajar. Todavía podría hacer eso, decidí. No iba a dejar que la diabetes Tipo 1 decidiera nada por mí. Yo lo decidiría. Al igual que Chanda se decidió por comer ese muffin de arándanos azules.

Después de aprender más sobre los peligros de los niveles altos y bajos de azúcar en la sangre, reuní el coraje de preguntarle a Chanda si alguna vez se había desmayado debido a un nivel bajo. Sin dudarlo, ella me dijo que solo había experimentado un severo nivel bajo de azúcar en la sangre que la llevó a la pérdida de la conciencia debido a tomar “un poco más de lo debido de champaña” en la víspera de Año Nuevo. Me dijo que su esposo tuvo que descartar varios kits de glucagón de emergencia caducados antes de encontrar el correcto y darle la inyección. Siempre recordé la historia, no porque me asustara no poder tomar nunca una bebida alcohólica, sino porque me enseñó a llevar siempre mi glucagón de emergencia, y para estar segura de que mis seres queridos sabían qué hacer en caso de un nivel bajo grave.

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Mi relación con Chanda no terminó después de ser dada de alta del hospital. La vi de vez en cuando durante los próximos años cuando volvía a Phoenix Children’s para mis citas con el endocrinólogo. No mucho después de mi diagnóstico, Chanda quedó embarazada de su primer hijo, y un par de años después, ella dio a luz a su segundo bebé sano, destruyendo cualquier temor residual que tenía sobre el embarazo con diabetes Tipo 1… (¡muchas gracias, Magnolias de acero!)

Ella y yo nos hemos mantenido en contacto a través de las redes sociales, incluso después de que cada una de nosotras se mudó a diferentes ciudades.

Después de esos tres días con Chanda en el hospital luego de mi diagnóstico, volví al bachillerato, visitando la enfermería todos los días durante el almuerzo para controlar mi nivel de azúcar en la sangre y administrarme la insulina entre un puñado de otros niños con diabetes Tipo 1: nuestro propio sistema de apoyo y comunidad. Continué a la ciudad de Nueva York para estudiar actuación y luego escribir. Pasé un año en Los Ángeles por mi cuenta, y luego otro año en el Área de la Bahía estudiando espiritualidad, y con el tiempo comencé a escribir como agente independiente para el diario The San Francisco Chronicle, además de una organización más que increíble llamada Beyond Type 1. Y más recientemente: volví a Manhattan para asistir a la escuela de posgrado en The New School for Creative Writing (La nueva escuela para escritura creativa).

Continué y sigo y sigo y sigo, y lo hago con mi propia rutina y estilo de gestión que me permiten tomar el control de mi diabetes Tipo 1 de maneras únicas, pero de vez en cuando me pregunto… “¿Qué haría Chanda?”


Lee: Proyectando una impresión duradera: la historia de una enfermera con diabetes Tipo 1 por Chanda Copple.

 

ESCRITO POR ALEXI MELVIN, PUBLICADO 11/11/17, UPDATED 06/01/18

Alexi Melvin es una periodista independiente, escritora de ficción y guionista radicada en Nueva York y el Área de la Bahía. Ella fue diagnosticada con diabetes tipo 1 en 2003, y desde entonces ha estado apasionada por la concientización. Sus otras pasiones incluyen el cine, la literatura, los animales y la curación espiritual. Instagram: @alexi_rm