Siguiendo a papá – un recorrido en bicicleta por Estados Unidos
Mi padre me contaba grandes historia cuando era un niña. Caminaba hacia la escuela en la nieve cuesta arriba en ambos sentidos. Pregúntale a cualquiera; él y su hermano gemelo eran los chicos dorados del baloncesto de Long Island. La noche en que metió los neumáticos en el Océano Pacífico después del recorrido en bicicleta a través de Estados Unidos celebró nada más y nada menos que con Bob Hurley.
Espera, ¿que qué?
De todas las historias que cuenta mi padre, mis favoritas siempre han sido los recuerdos de su paseo en bicicleta por Estados Unidos con su hermano gemelo y tres mejores amigos después de graduarse en la universidad. Se les pinchó tres ruedas el primer día y no tenían idea de cómo arreglarlas. La historia de que Elvis murió la oyeron mientras estaban sentados acurrucados alrededor de una radio de transistores en un campamento de Pennsylvania. Un perro malvado los persiguió en un pueblo pequeño y Kel, su amigo, sufrió una conmoción cerebral al intentar quitárselo de encima.
Papá todavía cuenta grandes historias de un verano épico, y siempre quise tener una aventura propia como esas.
¿Cómo lo haría posible? Esa siempre fue la gran pregunta. ¿Querrían mis amigos aventurarse a la carretera con todo y mi enfermedad? ¿Dónde diablos iba a almacenar todos mis suministros?
Bike Beyond me está brindando la oportunidad de cumplir mi sueño y sentirme segura al hacerlo. Mis nuevos amigos y compañeros de equipo (todos con diabetes Tipo 1) están listos para ponerse en marcha y están afinando sus habilidades de manejo. Estamos entrenando duro para prepararnos para las 60, 70 y 90 millas que tenemos por delante. Los miembros de la comunidad de Beyond Type 1 en los EE. UU. nos dejan sin aliento cuando se acercan para alojarnos, alimentarnos y apoyarnos.
Papá me ha estado dando muchos consejos mientras entrenaba para las 10 semanas más geniales de mi joven vida:
“No digas ‘no’ para nada”.
“Dedícate a tu entrenamiento”.
“No existen los caminos planos: todo está cuesta arriba o cuesta abajo”.
Él también tiene preocupaciones, la mayoría basadas en la seguridad en la bicicleta:
“En estos pequeños caminos, la tormenta perfecta es un camión de dieciocho ruedas que viene en una dirección y uno que viene en la otra dirección y que te los encuentras en el mismo punto. El camino se vuelve muy, muy pequeño en ese punto y muy peligroso”.
Sorprendentemente, sus palabras de advertencia no han tenido nada que ver con la diabetes Tipo 1. Cuando se trata de mi recorrido en el aspecto médico, este verano él no podría estar más tranquilo:
“Creo que como un grupo de personas con diabetes Tipo 1, pueden apoyarse el uno al otro. No podrías pedir mejores condiciones. Si te metes en problemas, todos saben cómo apoyarse mutuamente”.
Él tiene razón, por supuesto. ¿Quién mejor para detectar un bajo nivel de azúcar en la sangre en el medio de las Montañas Rocosas de Colorado que alguien que conoce la sensación de piel húmeda y manos temblorosas? Como compañeros de equipo, no solo nos apoyaremos mutuamente este verano; seremos las líneas de vida de los demás. Durante más de 4,200 millas, seremos motivadores, educadores y defensores entre nosotros primero y para la comunidad de diabetes Tipo 1 en general.
También saldremos con una gran historia como las de mi papá.
