Speed Demons (demonios de la velocidad): triunfos con DT1 en la pista Soap Box


 2017-07-20

Lily Randolph y su padre, Ed Randolph, viven en Wallkill, Nueva York, una ciudad a unos 65 kilómetros al noroeste de la ciudad de Nueva York. Esta es su historia de diabetes Tipo 1, contada a través de sus puntos de vista. Es una historia de cómo un diagnóstico impactante y repentino dio lugar a un triunfo personal. También es una historia acerca de ir rápido y prestar atención.

Lily

Mi nombre es Lily Randolph. Trato de superar a mi competencia. Esta es mi historia.

¿Dónde empezar? Bueno, tengo 10 años y vivo en Wallkill, Nueva York. En noviembre de 2016, sin previo aviso, comencé a mostrar todos los síntomas de la diabetes Tipo 1. A principios de diciembre las cosas se habían vuelto mucho peores, y mi mamá me llevó al médico. Nos enviaron inmediatamente a nuestro hospital local. En el hospital de Vassar en Poughkeepsie, nos informaron que sería transportada en ambulancia a la unidad de cuidados intensivos pediátricos en Albany. Me llevaron en la ambulancia y mamá la siguió. Las dos estábamos asustadas.

En Albany conocí a un montón de médicos y enfermeras que nos explicaron qué tipo de diabetes era. Me dijeron que iba a necesitar insulina para el resto de mi vida. Mi padre y mi hermana estaban en camino junto con mis abuelos.

Ed

Recibir una llamada telefónica de que a tu hija la llevan de urgencia a la unidad de cuidados intensivos pediátricos de Albany no es una llamada que un padre desea recibir. Al llegar nos llevaron a la sala de emergencia, donde mi frijolito (que es Lily) dijo: “Hola, papi, tengo diabetes”.

Yo estaba abrumado por la conmoción. Todo lo que pude decir fue: “Todo estará bien. ¿Cómo te sientes?”.

“Tengo curitas en cada dedo por las veces en que ellos me han pinchado,” dijo Lily. “Duele”.

Fue una noche larga y dolorosa para mi frijolito Lily. Su madre estuvo a su lado toda la noche. A la mañana siguiente su hermana (Emma) y yo fuimos a ver cómo estaba. Le di un abrazo a Lily y le pregunté cómo se sentía.

“Papi”, dijo ella. Por favor, haz que se detengan con las agujas”.

Me quebranté con mi bebé en mis brazos. Era lo único que ella había pedido, y sabía que no podía concedérselo de ninguna manera. Ella lloraba. Estaba asustada. Nunca me había visto llorar antes, es decir desde el día en que nació, que no creo que lo recuerde.

Como padres, era hora de que aprendiéramos sobre la diabetes Tipo 1. Tuvimos que ponernos al día sobre cómo hacer que su vida con diabetes fuera de la más alta calidad que fuera posible y rápido. Comencé a notar lo resistente y observadora que era Lily cuando los doctores le hablaban de lo que tendría que hacer en el futuro. Siempre había vivido un estilo de vida activo, ya fuera haciendo patinaje artístico, participando en carreras de go-karts, jugando al fútbol o sumergiéndose en la ciencia y el arte. Aunque ella temía que ya no podría hacer estas cosas, sus médicos le aseguraron que con monitoreo y correcciones podía hacerlo.

Después de un par de días más en el hospital, Lily fue dada de alta. Ella llegó a casa y comenzó a vivir su vida con diabetes Tipo 1.

Lily siempre ha tenido un corazón grande y compasivo. Una vez la sorprendieron tomando un puñado de marcadores en el autobús. Cuando su mamá le preguntó por qué, ella dijo, “Una niñita en el autobús perdió sus marcadores y estaba llorando porque su mamá se iba a enojar con ella. Quiero darle algunos de mis marcadores para que no tenga problemas”. Me gustaría pensar que la compasión es un rasgo familiar. Tenemos una pequeña empresa dedicada a las barbacoas, y tratamos de ayudar a tantas organizaciones benéficas como sea posible. Fue justo alrededor de las vacaciones, y poco después de su diagnóstico, cuando Lily se acercó a mí y me preguntó si podíamos hacer algo para ayudar a aumentar la conciencia de la diabetes Tipo 1. Busqué en internet para encontrar una manera de ayudar y rápidamente descubrí a Beyond Type 1, la plataforma y la organización perfecta que estaba buscando para ayudar a mi hija a difundir sus palabras.

Mientras tanto, era importante que Lily regresara a una rutina normal. Necesitaba averiguar cómo una vida con diabetes Tipo 1 podría ser similar a lo que había estado acostumbrada antes. Desde hacer snowboard hasta el tubing en la nieve y hasta las competiciones de barbacoas para niños, todo se trataba de recuperar la normalidad en nuestras vidas. Fuimos a la pista de go-karts de interiores, y pasamos una tarde haciendo carreras. Mi frijolito es rápida, y volvió a hacer de las suyas cuando sus pies tocaron los pedales. Durante un día se olvidó de su diabetes.

Regresamos a la pista unas semanas más tarde. Después de una breve carrera en los go-karts de los niños, alguien en la pista sugirió que compitiera en los carros más grandes con los adolescentes. ¿En serio?, pensé. Tenía sólo 10 años. Esos niños tenían 15 años o más. Los carros tenían el doble de potencia. Aterrorizado, accedí a regañadientes después de que Lily me asegurara que iba a disminuir la velocidad o hacerse a un lado de la pista si se sentía incómoda.

Lily no sólo se sentía cómoda, sino que estableció el segundo mejor tiempo y terminó en tercer lugar en la carrera de ese día. Pude ver la sonrisa de Lily en su casco mientras sus mejillas estaban aplastadas contra la visera. Te dije que mi frijolito era rápida.

Habría un clasificación para el derby nacional de carreras Soap Box (caja de jabón) pronto, y pensé que sería un buen momento para pedir el apoyo de Beyond Type 1. Después de unos cuantos correos electrónicos llegamos a un acuerdo. Lily manejaría el carro de Beyond Type 1 (número T1) en el Soap Box Derby de Port Jervis. Lily ya estaba usando la aplicación Beyond Type 1 como referencia y para hacer nuevos amigos. También se dedicó a educar a los amigos que ya tenía. Cuando prueba sus niveles de glucosa en la sangre es como si estuviera en una corte. Los otros niños se reúnen alrededor de ella para ver y ella les explica exactamente lo que está haciendo.

Recibimos un gran apoyo de amigos y familiares en nuestros preparativos para la carrera. Especialmente de la familia LeBlanc. Dave construye excelentes carros y tiene una gran riqueza de conocimientos. Kim es el pegamento que mantiene al equipo unido. Y sus hijos, Donovan, Devin, Dayton y Dylan, están todos involucrados en este deporte y fueron campeones en el pasado. La familia tomó a Lily bajo el ala y prepararon un carro para ella que se adaptara a su estilo.

Lily

El derby de Port Jervis es el Soap Box Derby local más grande del mundo y fue muy divertido prepararse para ello. Trabajamos duro, practicando, haciendo que el carro funcionara, practicando más. Después de practicar cada noche, mi padre y yo pasábamos a comer un helado de hielo (sólo 13 g de carbohidratos). Mi vida no se sentía tan diferente. Me gusta ir rápido y divertirme, y eso es exactamente lo que estaba haciendo.

El auto que Dave preparó para mí era un chasis con el que correría y con el que ya había ganado antes. A pesar de que me sentía muy cómoda en él, todavía estaba muy nerviosa el día de la carrera. Pero no se lo dije a nadie. Hice mis estiramientos, entré en el carro, y bajé la colina sentada lo más bajo que podía y tratando de hacerlo lo más fácil que podía.

Hice cuatro carreras clasificatorias por la colina tratando de quedar en uno de los primeros 24 mejores (sólo 24 carros califican para las eliminaciones). Después de mis carreras tuve que esperar mucho tiempo antes de que anunciaran mi división. Tuve mucho tiempo para hacerme pruebas, almorzar, luego esperar un poco y hacerme pruebas de nuevo antes de los anuncios. Cada vez que me hacía una prueba el grupo de niños que me veía se hacía más grande.

Finalmente era el momento para que anunciaran los 24 carros que calificaron para la mejor división. El primer carro que el anunciador mencionó fue el T1. El primer carro que anunciaron fue el mío. Yo estaba tan feliz. Más tarde mi padre me dijo que yo fui la que califiqué como la más rápida.

 

Gané mis dos primeras carreras y me dirigí a los cuartos de final. Afuera estaba como a 35 grados Celcius, y yo estaba tratando de permanecer fresca. Mi papá se aseguró de que me hiciera una prueba, y mantuvimos mis números entre 130 y 185 durante todo el día. Tuve que competir contra un adolescente, y estaba preocupada. Era más grande y había ganado el evento anterior. Mi papá me dijo un montón de cosas que debía hacer. Luego dijo: “Pensándolo bien, no hagas nada de eso, sólo ve rápido”. Bajé la colina dos veces y le gané al chico las dos veces.

Estaba en las semifinales ahora. Eso significaba que al menos conseguiría un trofeo y mi nombre sería anunciado. Pero después de otra victoria en las semifinales, tenía muchas ansias de ganarlo todo. Realmente, lo quería. Hicimos una prueba de sangre y comí algunos bocadillos para recibir mi azúcar. Luego llegó el momento de poner el carro de Beyond Type 1 en la línea de salida.

Perdí la primera carrera por sólo un poco; dijeron que fue casi un empate. Para ganar el campeonato tenía que ganar la segunda carrera. Dieron la señal de salida, y mi T1 voló por la colina. Y así de fácil, gané.

Ahora tengo que ir a Akron para competir para el campeonato mundial en julio. Habrá 500 niños nuevos allí, y no puedo esperar a conocerlos e informarles sobre la diabetes Tipo 1; y, en caso de que te lo estuvieras preguntando, sí, hice que mi papá se detuviera para que comiéramos un helado de hielo después de la carrera. Es tradición después de todo.


Lee: La diabetes Tipo 1 y  el sentimiento de culpa de los padres: la reflexión de una hija por Rachel Fenske.

 

 

 

ESCRITO POR Lily y Ed Randolph, PUBLICADO 07/20/17, UPDATED 07/10/18

Lily y su padre, Ed, viven en Wallkill, Nueva York, una ciudad a unos 65 kilómetros al noroeste de la ciudad de Nueva York, con el resto de su familia. Después de ganar el derby en Port Jervis, Lily correrá en el campeonato nacional All-American Soap Box Derby el próximo mes en Akron, Ohio.