VICTOR GARBER “SABER QUE NO ESTÁS SOLO”
Veo el número de Victor Garber escrito a mano en mi cuaderno. Una línea casual de dígitos. Su nombre simplemente escrito a un lado del mismo: Victor. Creo que ese es el nombre del hombre que ayudó a construir el Titanic. Él también se unió recientemente a Beyond Type 1. ¿Debería haber agregado “Garber”? No porque lo pueda confundir con otro Victor, sino porque parece muy informal. En respuesta a “este barco no se puede hundir”, él declaró, “está hecho de hierro, señor. Le aseguro que puede hacerlo [pausa dramática] y lo hará” (Titanic). Simplemente llámalo, me digo a mi misma. Y ellos pensaron que tenían un barco al que nunca le entraría el agua.
Él también fue el alcalde Mascone en San Francisco alrededor de 1978 y le dio la mano a Harvey Milk después de ser electo para ocupar el cargo público (Milk). No fue gran cosa. En realidad esa película no hizo que los asuntos relacionados con la comunidad LGBT se volviera la corriente principal en 2008. Como el embajador canadiense (continuo) ante Irán, él colaboró con la evacuación segura de seis estadounidenses del territorio hostil (Argo). (1978 fue un año ocupado). Tampoco es la primera vez que ha sido un operativo en asuntos extranjeros; cuando estuvo en la CIA, fungió como agente doble, y su hija sin saberlo siguió su ejemplo (Alias). Él ha protagonizado todo tipo de figuras importantes, un profesor (Ugly Betty), un juez (The Good Wife), un médico (The Flash/Legends of Tomorrow) y un vicepresidente (Big Game); incluso ha sido el hijo de Dios, un salvador de la humanidad (Godspell). No bromeo; este hombre ha hecho de todo. Victor ha interpretado papeles en algunas de las películas, programas de televisión y obras de broadway más memorables de nuestra época.
También ha llevado a cabo una extensa labor de narración. Según descubrí, él le dio voz a… ¿razón? ¿A un sabio? Sin importar lo que sea, tiene la cualidad de transmitir tranquilidad. En su rol recurrente de Dr. Martin Stein, en el nuevo programa de televisión Legends of Tomorrow, él es un hombre inteligente que sabe de todo y que les advierte a sus colegas: “Si creamos una singularidad aquí y luego no podemos controlarlo, podríamos experimentar una catástrofe global”. Él siempre es el tipo de la habitación que lo sabe todo; él comprende que es lo que realmente bajará. Terminas escuchando y creyendo todo lo que él dice. Sabes qué tiene conocimiento y encuentras consuelo en ello.
Al hablar con Victor entiendes por qué audiciona para roles como estos. Una mañana de invierno que conversé con él vía Facetime, me doy cuenta que además de su impresionante carrera, él ha tenido una vida larga e interesante; ha hecho muchas cosas y ha visto mucho. Y quizás de allí se origina su agradable sencillez y su sentido de humor que transmite un conocimiento silencioso. El hecho de que él también padece diabetes tipo 1 es una de las muchas cosas que constituyen a este hombre quien es, ante todo, entretenido, sincero y amable.
Cuando le digo que posiblemente solo usaremos audio, él dice: “Puedo cepillarme el cabello, gracias”, y se ríe. Él sostiene una taza blanca y usa una playera sencilla con cuello estilo V. Conversamos sobre el hecho que dejó su hogar a la edad de 16 años, ya que se mudó a Toronto y cantaba en el grupo de Sugar Shoppe. Él dice: “Mucho antes de Sugar Shoppe, salí de London (Ontario) y fui cantante de folk durante muchos años”. Añade: “He estado presente durante muchos años y he hecho muchas cosas, pero eso fue lo primero que hice”.
“¿Fue la respuesta canadiense a The Mamas and the Papas?”, le pregunté.
“En algunos círculos así fue”, sonríe y mira hacia arriba. “Al menos fueron la inspiración del grupo”.
Le pregunto sobre Godspell y sobre su transición del teatro al cine. “Cuando me mudé a Toronto, era miembro de la compañía llamada Toronto Workshop Productions, la cual de cierto modo era innovadora”, dice. “Era un poco joven. En ese entonces también era cantante de folk, así que siempre he estado interesado en ambos, pero la actuación de cierto modo me capturó cuando me mudé a Nueva York”.
Cuando hablamos sobre la diferencia entre el teatro y la actuación cinematográfica, le pregunté si la primera tenía más intimidad para él o si era era más demandante en términos físicos. “Actuar es actuar”, dice, “aún tienes que hacer el trabajo internamente como lo tienes que hacer con el cine y la televisión, pero técnicamente son requerimientos diferentes. Es decir, puedes hablar suave en el escenario —puedes hacerlo en la esfera acústica— pero principalmente requiere técnica. Eso fue lo que desarrollé como actor de teatro, lo cual también se ha vuelto práctico. Mientras más sabes, más herramientas tienes para el trabajo”.
Al parecer esa idea aplica al manejo de la diabetes tipo 1. Victor recibió el diagnóstico en 1962 cuando tenía 12 años, solamente cuatro años antes de que abandonara su hogar y empezara su carrera como actor. Cuando le pregunto cómo manejó la enfermedad a tan temprana edad, él dice: “Diría que no muy bien, pero sabes, he aprendido a hacerlo. Creo que he sido afortunado de no haber caído en problemas serios, pero sin duda no era tan diligente como lo soy ahora”. Añade, “Y con ser “diligente” me refiero a respetar lo que esto [DM1] es y tomar más precauciones y cuidado en cuanto a la forma en que vivo”.
Él habla sobre ser conscientes de llegar a casa para una fiesta antes de que las demás personas lo hagan y sobre cómo nunca ha dejado de inyectarse insulina. Cuando se le preguntó si se consideraba disciplinado, él reitera: “Soy consciente. Desarrollé más disciplina conforme me volví mayor”. Él continúa diciendo que también era consciente de la adicción a las drogas y el alcoholismo, y que se siente agradecido por haber evitado eso, y lo que habría significado para sus ambiciones profesionales, su diabetes tipo 1 y su vida.
Discutimos sobre su trauma a causa del diagnóstico y que tuvo un primo lejano que también padecía diabetes tipo 1, así que él sabía lo que significaba inyectarse insulina para poder seguir vivo. Pero además de su primo, no contaba con una comunidad mientras crecía. Participaba en campamentos de dos semanas donde los niños con diabetes tipo 1 llevaban a cabo actividades al aire libre, allí examinaban sus niveles de azúcar en sangre a través de la orina y les administraban insulina. Aunque solo eran un par de semanas, él explica que era increíblemente útil estar con otros niños que padecían esa enfermedad crónica: “Es lo más importante para cualquier niño, saber que hay otras personas como ellos, y que están bien”.
Victor explica que él nunca ha ocultado su diabetes tipo 1 y le ha sorprendido que algunos compañeros de trabajo con timidez admitieron que también padecen la enfermedad. “Las [personas] sienten cierta vergüenza por padecer diabetes tipo 1, lo cual, ante todo, es inútil. Eso no ayuda porque mientras más puedes compartir tu experiencia con las demás personas, puedes extender aún más tu educación y te sientes menos solo”.
“¿Crees que eso ha cambiado desde que te diagnosticaron?”, le pregunto.
“Oh, sí”.
“¿Crees que las redes sociales tienen algo que ver con eso?”
“Creo que esa es una de las cosas buenas de las redes sociales”, dice con naturalidad. Continúa explicando que se unió a Instagram solo para ser parte de la campaña “Living Beyond” de Beyond Type 1. “Quería salir y decir ‘Soy justo como ustedes, y estoy bien, y soy uno de los rostros —un rostro antiguo— de la diabetes tipo 1’”.
“Creo que lo que me intrigó sobre Beyond Type 1 es el hecho de que es una organización contemporánea, que está lidiando con las redes sociales de forma muy efectiva y más productiva que algunas de las otras organizaciones (cada una de las cuales es importante y maravillosa). Pero esto me resonó debido a la cantidad de chicos jóvenes que están lidiando con ello, y estos chicos están en las redes sociales”. Añade que si vives en las áreas rurales, también tienes menos probabilidad de encontrar un grupo de apoyo, ya sea que tú sufras diabetes tipo 1 o que estés a cargo de cuidar a alguien que padece la enfermedad. Al referirse a una comunidad en línea, dice: “Podría ser una herramienta muy poderosa lidiar con alguna enfermedad”.
Cuando discutimos sobre la tecnología, Victor se describe como una “persona de desarrollo tardío”, y optó por la bomba de insulina de forma tardía después de su diagnóstico. Ahora con un Omnipod, dice: “Sin duda hizo que mi vida, en especial mi vida errática, fuera más fácil de controlar”.
“He escuchado que eres aficionado de la meditación”, le digo, “para poder relajarte entre los agitados horarios de grabación”.
“Es algo que me ayuda a mantenerme enfocado y a recordar lo que es importante”, dice, “así no me quedó atrapado con los pormenores; bueno, las estupideces, en realidad”.
Yo asiento con la cabeza, ahora consciente de que duplicamos el tiempo asignado. Él no parece darse cuenta o, quizás, interesarse.
“Con eso surge la noción de estar en el presente, en el momento y ser consciente sobre dónde estás cuando estás en ello”.
Quiero esperar y detenerme en esto maravilloso que acaba de decir: tan simple. A mi parecer, es el significado de la vida, tipo 1 o no tipo 1.