Celébrense los éxitos


 2016-12-19

Cuando arrastré mi cuerpo cansado y mareado de vuelta al bote después de mi recorrido de 12.5 millas nadando alrededor de Key West (Cayo Hueso), estaba vomitando mucho, luchando con mi azúcar en la sangre, y nunca más feliz de estar fuera del agua.

Eché un vistazo a mi reloj. Dos horas y cuatro minutos para nadar 4.2 millas. Exactamente lo que esperaba. Era el mismo ritmo al que nadaban los grandes nadadores del Canal de la Mancha. Me sentí muy bien.

Mientras estaba sentada en el bote viendo a Renee nadar en la segunda etapa de la carrera, comencé a marcar su ritmo. Y comencé a sentirme muy orgullosa. A este ritmo, le ganaría en tiempo por la misma distancia en más de una hora. Yo era lo máximo.

Entonces Blair saltó al agua y comencé a sentirme como un fracaso total. Nadaba con tanta gracia y velocidad que yo me sentía como una ballena en el agua. Cuando terminó la carrera, apenas habíamos superado el tiempo límite, pero todas estábamos muy orgullosas.

Pasé de sentirme fuerte durante mi etapa, a sentirme arrogante, a sentirme avergonzada. Todo dentro del lapso de tiempo de seis horas.  ¿Cómo podía ser así?

Esa noche, mientras estábamos sentadas en el Café de Margaritaville, comenzamos a contar nuestras historias. La primera mitad de mi etapa fue perfecta. Agua cristalina a ochenta y seis grados con mucha vida marina para hacerme compañía, un gran equipo de apoyo a solo unas yardas de distancia en el bote de apoyo, y niveles estables de azúcar en la sangre por debajo de 200.

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Pero una vez que doblé la esquina en el extremo oeste de Key West, todo cambió. Allí las aguas se hacen profundas y quedan expuestas a las olas del Atlántico a través de una abertura en el arrecife. Las olas rebotaban en un rompeolas de cemento sólido y convertían el agua en una lavadora gigante.

No podía saber en qué dirección iba. Cuando respiraba, no sabía si me daría una bocanada de aire o de agua. Una vez que comenzó el mareo, no podía hacer más que pensar en las siguientes tres brazadas que daría. Algo más y hubiera renunciado.

Debido a que tardé más tiempo en la parte trasera de la isla, Renee saltó al agua justo cuando la marea estaba girando contra ella. Nadó un total de tres horas contra una corriente torrencial que la aminoró a paso de tortuga. En un momento dado parecía que se estaba moviendo hacia atrás contra la tierra.

Todo ese orgullo y arrogancia no se basaba en la realidad. Claro que ambas nadamos 4.2 millas, pero mis cuatro millas no se parecían en nada a las de ella. No había forma de hacer una comparación precisa.

Blair saltó al agua para encontrarse con Renee y le dio un abrazo rápido Ninguna de nosotras luchó tan duro como lo hizo Renee contra esa corriente. Ella estaba aún más feliz de que yo volviera a subir a ese bote.

Una vez que Blair se metió en el agua, giró hacia el extremo más oriental de la isla y la marea comenzó a cambiar nuevamente, pero esta vez fue con ella. El recorrido atraviesa una pequeña abertura entre Key West y Stock Island, por lo que toda el agua que sale del Golfo de México y se adentra en el Atlántico con la marea se precipita a través de esta pequeña abertura.

Blair estaba viajando sobre la marea del Golfo y estaba volando. Sentirme mal por mi habilidad para nadar era solo una emoción desperdiciada. Yo no tuve marea.

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Pero ella tenía su propio conjunto de obstáculos. En el lado Atlántico de la isla, la marea había bajado tanto que para completar su brazada de natación tenía que forzar la mano en el coral con cada golpe.

Al final de nuestra cena, después de escuchar la verdad sobre la experiencia de todas ese día, me di cuenta de que solo estaba orgullosa de mí misma. Ya no estaba arrogante ni avergonzada. Estaba feliz con mi rendimiento.

Luché la batalla que tuve que luchar. Trabajé duro en el entrenamiento, tenía un buen plan de carrera y nadé a una distancia increíble.  No fue razonable compararme con mis compañeras de equipo y solo me hizo ver mal lo que había hecho.

La comunidad en línea de la diabetes es un lugar increíble para sentir que la gente te entiende y para intercambiar historias de guerra y trucos de diabetes. Pero el peligro está en comenzar a compararnos entre nosotros. Hay tantos factores debajo de la superficie de la vida de cada uno que no hay una comparación justa. La comparación solo nos lastima.

Sé que caigo en esta trampa con bastante frecuencia. Si veo a otra persona planeando una gran aventura, empiezo a comparar.  ¿Es más grande que la mía? ¿Es más peligrosa? ¿La gente prestará más atención a su aventura?

El problema es que hacer este tipo de preguntas nos separa.

En cambio, debería preguntarme: ¿Qué puedo aprender de sus experiencias? ¿Qué experiencias podría compartir con ella para ayudarla? ¿Cuántas personas más estarán expuestas al concepto de que las actividades de aventura son una herramienta increíble para cuidar la diabetes? ¿Con cuántas personas podría yo compartir su historia?

Así que la próxima vez que una amiga publique sobre su día perfecto de azúcar en la sangre, en vez de sentirte mal porque el tuyo no fue tan bueno, simplemente celébralo con ella. Cuando otro amigo no pueda ente de cómo hacer un control basal en ayunas, en lugar de alardear de que los has estado haciéndo cada tres meses desde el momento del diagnóstico, ¿qué te parece echarle una mano y compartir tu conocimiento?

Cuanto más podamos apreciar las historias de los demás sin sentir la necesidad de comparar, mejor será para todos.


Lee No es una bomba, es una microinfusora de insulina de Samantha Willner.

Puedes ordenar los libros de Erin, Islands and Insulin: A Memoir (Islas e insulina:un recuerdo de un marinero con diabetes) o Que continúe la aventura: Aventúrate más, preocúpate menos y mira cómo se eleva tu motivación en la diabetes

 

ESCRITO POR Erin Spinetto, PUBLICADO 12/19/16, UPDATED 08/09/18

Erin fue diagnosticada con diabetes en 1996. Ella ha tenido años fáciles y años difíciles. Cuando se quedó sin motivación después de luchar duro durante doce años, recurrió a la aventura para proporcionar la motivación que buscaba, comenzando con un viaje de 100 millas navegando sola por los Cayos de Florida. Continuó dirigiendo al primer equipo con diabetes Tipo 1 en terminar el Swim Around Key West (Natación alrededor del Cayo Hueso) de 12.5 millas y liderando a otro equipo con diabetes Tipo 1 de Surf de remo de 100 millas por el Intracoastal Waterway (Canal Intracostero del Atlántico) en Carolina del Norte. Erin ha aparecido en Diabetes Forecast Magazine (Revista Pronóstico de la diabetes), Insulin Nation (Nación insulina), Diabetes Mine (Diabetes mía), A Sweet Life (Una vida dulce) y Union Tribune (Tribuna Unión). Puedes leer más en su blog: SeaPeptide.com.