Lo Intangible y la Vida. Aprendizajes.
Hace unos días platicaba con mi amiga Karla, mexicana que vive en Hong Kong junto con su esposo Liam desde el 2017 sobre qué expectativas veía en nuestro manejo de la contingencia ya que ellos habían pasado la parte más complicada con algo de aislamiento. La idea era preguntar cómo había logrado vivir esos días pasando la mayor parte el tiempo en casa pero nos asombramos cuando escuchamos que estaban por entrar nuevamente en cuarentena ya que aquellos que se fueron de Hong Kong cuando todo iniciaba en enero de este año regresaban, pero algunos de ellos volvían contagiados.
Las autoridades de Hong Kong han tomado acciones mandando a todo aquel que regrese o pase por el aeropuerto, tengan o no síntomas a cuarentena en su casa y ejercían vigilancia por medio de aplicaciones o llamadas para garantizar que no salieran ayudando así a contener un poco más los contagios. Además tienen un sistema de monitoreo en el que si alguien se encuentra infectado reporta los lugares en los que estuvo y así ponen en alerta y en resguardo a todo aquel que pudo estar en riesgo de contagio.
Toda esta conversación en la que sí, nos proporcionó algunas recomendaciones para estar en casa como muchas que ya se escuchan y se leen en la redes sociales que van desde el establecer horarios y apegarse a ellos; arreglarse como si fueras a salir, pero ahora lo haces para alguien mas importante, para ti; realizar algo de actividad física todos los días para movilizar el cuerpo; no ver tanta televisión y buscar algún reto también mental ya sea leer un libro, aprender alguna nueva actividad, etc.
Sin embargo, honestamente lo que esperábamos escuchar era que, después de unos meses de aislamiento y si todos nos aplicamos en las medidas de higiene y nos cuidamos como estamos haciéndolo todo iba a estar mejor; el virus estaría más controlado y podríamos regresar a nuestras actividades lo más pronto posible aunque con algunas medidas de seguridad e higiene. Esperábamos que nos dijera que todo regresaría a la normalidad después de la crisis pero no fue así. Descubrimos que el problema continua aún a pesar de que el virus hubiera disminuido en la zona, continua el riesgo y que la normalidad en la que vivíamos ya no sería la misma que viviremos.
Y quizá sea una realidad, el virus COVID-19 vino para quedarse pero sobretodo para enseñarnos algunas lecciones que hoy quiero platicarte para que juntos reflexionemos.
Adaptarnos y aprender
Seguramente nos adaptaremos y aprenderemos a vivir con un virus como el COVID-19 y podremos retomar las actividades más adelante pero para lograrlo necesitamos comprender que no podremos hacerlo solos y nos hace patente el efecto que tiene uno en miles y miles en uno. Basta que una persona no lleve las medidas de higiene adecuadas o el cuidado de aislarse si cree estar en riesgo de tener el virus para que muchos más se puedan contagiar e incluso afectar no directamente a la persona portadora sino a otras personas que sin saberlo y siendo de alto riesgo pueden incluso morir.
Autoconciencia
Nos ha mostrado la importancia de la autoconciencia, el saber cómo estamos, cómo nos sentimos y cuidarnos no por nosotros sino por los demás. Porque en este mundo no somos solo nosotros, somos un todo y todos estamos conectados de alguna manera.
Lo intangible y la vida
Nos está enseñando que lo más importante radica en muy pocas cosas materiales y en muchas cosas intangibles, nos está mostrando la importancia de la familia, de un abrazo o un beso. Nos muestra la desigualdad económica, social y de salud. Pero sobretodo la fragilidad de la vida.
Quienes vivimos con diabetes vamos un poco más avanzados en esos aprendizajes, especialmente en los relacionados con la salud y la fragilidad de la vida y en estos momentos no solamente somos más vulnerables al contagio o a las consecuencias de este. También somos más vulnerables a cierta discriminación como si el hecho de tener diabetes implicara que no nos cuidamos o tenemos desinterés en nuestra salud.
Podemos escuchar en las noticias que parte de las comorbilidades del COVID-19 es el vivir con diabetes y volvemos a estar en la mira, desprotegidos y vulnerables. Nos preguntamos si todos aquellos que no viven con diabetes sentirán la misma ansiedad y miedo que sentimos nosotros. Me angustia pensar en los pequeños que viven con diabetes que escuchan a sus papás preocupados y también pensamos en esos papás que ya llevan un peso arriba observando a sus hijos sobrellevar una enfermedad como la diabetes con muchos mitos, tabúes y sobretodo estigmas y ahora con un accesorio más, el riesgo de complicarse con el nuevo virus.
Creo que, después de todo, esto debe tener algo bueno. Algo no estábamos haciendo bien como sociedad y como personas y jamás podríamos tener el tiempo que se nos está obsequiando para conocernos y adentrarnos en lo que somos y hacia dónde queremos ir. Reconocer en el otro lo vulnerable de la vida y reconocernos fuertes porque estamos haciéndole frente de la mejor manera posible. Creo que, ahora, comprendemos que nuestra vida ya no es solo nuestra sino de todos y cada uno que camina por este planeta.
Darnos tiempo
Nosotros en América Latina hemos tenido tiempo para prepararnos y protegernos, tenemos meses de ventaja para que los científicos logren descubrir una vacuna y/o la medicina que ayude a no complicar nuestro estado de salud. Ahora nosotros sabemos que quedarnos en casa es la forma más simple de cuidarnos, no exponernos y darnos tiempo a que la curva de contagios sea menor, que los médicos vayan aprendiendo y mejorando las técnicas y cuidados y ojalá se encontrara la cura, si, una aún más urgente que la cura de la diabetes.
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