La historia de Julia: no es de lo que están hechos los sueños


 2023-03-16

Recuerdo ser una niña feliz de nueve años. Disfrutaba de jugar con mis amigos en el recreo, patear la pelota de fútbol con mi liga recreativa local y ver a Lizzie McGuire en Disney Channel, soñando con tener el mismo vestuario y la misma narradora animada describiendo mis pensamientos más íntimos.

Algo cambió dentro de mi

JULIA FLAHERTY, 11 AÑOS, NAVIDAD DE 2005

Meses antes de mi décimo cumpleaños, un cambio en mi personalidad despertó algunas preocupaciones entre mis allegados. En mi escuela primaria formaba parte de un programa de alto rendimiento juvenil que me permitía ser aprendiz de mi consejera escolar durante un período específico cada semana. Lo hacía con otra estudiante, Abby, quien fue una de las primeras en notar mi cambio de personalidad.

En ese momento pensé que Abby me delataba porque yo tenía una mala actitud: me enojaba fácilmente y era demasiado emocional. No cantaba libremente tanto como lo hacía antes. Tenía nueve años, definitivamente no era la pubertad. Entonces, ¿qué estaba pasando?

Mi consejera escolar contactó a mis padres después de que Abby la contactara. Mi mamá y mi papá estaban preocupados. Estaba avergonzada y molesta.

Notar las señales

En casa tomaba una cantidad considerable de agua, me daban antojos de refrigerios en horarios irregulares y perdía peso. Mis padres reconocieron que algo andaba mal. Debería haber estado extasiada: recientemente había celebrado mi décimo cumpleaños, seguido de Navidad y luego recibimos un año nuevo con mi familia. Era 2004. A menos de un mes de haber cumplido 10 años, mi mamá decidió llevarme al médico, donde mi vida cambió para siempre.

Mis padres me dijeron más adelante que le habían preguntado a mi mamá si yo estaba a salvo en casa. Debido a que iba mucho al baño, los médicos primero pensaron que podía ser víctima de abuso. Afortunadamente, no era así.

Después de asegurarse de que mi vida en casa no era dañina, pensaron que podría tener diabetes tipo 1. No sabía qué estaba pensando o haciendo el médico en ese momento, pero recuerdo que el siguiente paso fue hacerme una prueba de glucosa en sangre.

No me gustaba la idea de que me pincharan el dedo. Aun así, lo hice de buena gana porque me sentía muy mal y quería volver a ser yo misma: una niña de 10 años que felizmente fingía dibujar orejas de Mickey Mouse en el aire y recordarles a los espectadores que miraran los mejores programas de Disney Channel.

Después de pincharme el dedo el médico salió del consultorio. Nos sentamos mirando las paredes blancas fluorescentes durante lo que parecieron horas hasta que regresó, acercándose a nosotros con calma. Comenzó a explicar que yo tenía diabetes tipo 1, nos dio indicaciones para llegar al hospital y nos dijo cómo tendría que vivir a partir de ese momento.

Sentí que sus palabras eran un poco confusas. Después de escuchar la palabra hospital, me desconecté. Tenía miedo de morir.

El comienzo de mi recorrido con diabetes tipo 1

Hay pocos momentos que recuerdo de mi infancia tan vívidamente como la historia de mi diagnóstico de diabetes tipo 1.

Recuerdo que mi papá condujo hasta el consultorio del médico con mi hermana menor, Sarah, para recogernos a mi mamá y a mí. Todos fuimos al hospital juntos. Sarah estaba llorando en el asiento trasero. Ella también preguntó: “¿Julia va a morir?” Me sentí paralizada esperando la respuesta. Mi mamá se volvió hacia ella y nos aseguró que no sería así.

Mi lectura de glucosa en sangre estaba ligeramente por encima de 500 mg/dL. (Como referencia, una lectura saludable de glucosa en sangre en ayunas de una persona sin diabetes es entre 70 y 99 mg/dL.) Afortunadamente no estaba en un estado de cetoacidosis diabética (CAD), que podría haber sido potencialmente mortal. En el hospital me conectaron a una vía intravenosa y comencé a aprender todo sobre mi afección en el transcurso de una estadía de cinco días. Aprendí cómo administrar insulina usando una naranja, contar carbohidratos, medir mi nivel de glucosa en sangre, etc.

El diagnóstico temprano me salvó la vida

JULIA FLAHERTY (DERECHA), 11 AÑOS, CON SU MAESTRA DE 5TO GRADO (IZQUIERDA)

Ser diagnosticada con diabetes tipo 1 a los 10 años fue muy abrumador, pero estoy muy agradecida de haber sido diagnosticada de manera oportuna. Me diagnosticaron lo suficientemente temprano como para no sufrir complicaciones graves como la cetoacidosis diabética. Las personas a mi alrededor, que reconocieron que algo andaba mal, me salvaron la vida.

Abby, mi consejera escolar y mis padres fueron fundamentales para llevarme al médico. Una vez que me diagnosticaron, fue más fácil recordar e identificar las señales. Mi familia y yo no sabíamos que eran señales que llevaron a mi diagnóstico, solo que algo andaba mal. Comparto mi historia ahora para que todos puedan ver las señales temprano y conseguir la ayuda que necesitan.

Ninguna vida debe llegar a su fin debido a la diabetes tipo 1. La diabetes tipo 1 no tiene que dictar los resultados de tu vida y si hay buenas personas que te apoyen, te aseguro que también volverás a cantar. Yo lo hice en voz alta en mi concurso de talentos de quinto grado con nada menos que “What Dreams Are Made Of” (De lo que están hechos los sueños) de Lizzie McGuire.

La diabetes tipo 1 sin duda no es un sueño, pero saber cuáles son las señales y actuar como corresponde significa que tampoco tiene que ser una pesadilla.

ESCRITO POR Julia Flaherty, PUBLICADO 03/16/23, UPDATED 03/27/23

Julia Flaherty es autora, escritora, editora, comercializadora digital galardonada, creadora de contenido y activista de la diabetes. Busca el primer libro de Julia, “Rosie Becomes a Warrior” (“Rosie se convierte en guerrera”). A Julia le parece terapéutica la construcción de conexiones dentro de la comunidad de diabetes. Poder contribuir a su progreso le da alegría. Le encanta conectarse con las comunidades de diabetes, ser creativa y contar historias. A Julia le gusta hacer senderismo, viajar, trabajar en su próximo libro o sumergirse en un nuevo proyecto de arte en su tiempo libre. Conéctate con Julia en LinkedIn, Instagram o Twitter.