A veces la diabetes no tiene moraleja y eso está bien

 2023-01-03

El comienzo de un nuevo año inspira a muchos de nosotros a reevaluar nuestras vidas: nuestras metas, cómo pasamos nuestro tiempo y con quién. Además de esta tradición de año nuevo, enero es un momento de reflexión para esta servidora sobre la vida con diabetes. Enero incluye el día oficial de mi diagnóstico de diabetes, más cariñosamente conocido como diaversario. Aunque, no siempre es tan agradable mirar hacia atrás.

19 años de diabetes = un carácter muy desarrollado

 

Este año, mi diabetes está en su fase final de adolescente rebelde. Así es, estoy celebrando 19 años de vivir con diabetes y espero con ansias los 20. Se siente como una graduación, pero mi desarrollo con la diabetes como persona es constante, y vale la pena reconocerlo.

Si mi diabetes fuera una persona, estaría en el segundo semestre de su primer año de universidad, explorando la vida en los dormitorios y un plan de alimentación cuestionable. ¿A alguno de nosotros realmente le gustaba la máquina de helado de yogur en el comedor?

Durante el año pasado, les he dicho a mis nuevos diabeamigos que he vivido con diabetes tipo 1 durante casi 20 años. Si bien es cierto, redondear a un número entero parece restarle importancia a la variedad de momentos en que la diabetes afecta mi vida. ¿Diría lo mismo si fueran 15 o 16 años? No, definitivamente no.

Cada día de vivir con diabetes puede ser un reto único. Pero con un poco de suerte, mucha experiencia y educación en diabetes, también hay momentos felices.

Llorando en mi escritorio

De alguna manera, me siento muy lejos del día oficial de mi diagnóstico, pero sigue siendo uno de mis recuerdos más vívidos de la infancia. Mi maestra de cuarto grado, la señorita Schirmer, me permitió llorar en mi escritorio. Recuerdo que el chico que siempre se metía en problemas, Billy, estaba sentado a mi lado. Uno de nosotros estaba recibiendo un castigo y al otro se le permitía llorar.

Por otra parte, tal vez yo también me sentía castigada. En ese entonces, vivía en una época en la que algunos adultos a mi alrededor todavía pensaban que mis hábitos alimenticios eran los culpables de mi diagnóstico (lo que me obligó a cuestionarme lo mismo), pero afortunadamente, hoy en día, más de nosotros sabemos que está lejos de la verdad.

¡Ay, burnout! Cómo te detesto…

He compartido muchas veces a lo largo de los años con la comunidad de diabetes que si no fuera por mi hermana que le pregunta a mi papá: “¿Por qué Julia actúa como una bebé?” quizás no haya dejado de sentir lástima por vivir con diabetes.

Eso no quiere decir que no haya habido momentos a lo largo de los años en los que he sufrido. He necesitado desesperadamente un descanso, pero nunca he podido conseguirlo. El burnout por la diabetes es horrible. Los días de burnout inspiraron muchas siestas y maratones de Netflix cuando tenía poco más de 20 años: momentos justificados y sentimientos válidos.

Antes de que Netflix y otros servicios de transmisión entraran en nuestras vidas y nuestros feeds de Instagram se inundaran con publicaciones de autoayuda, ¿recuerdas esos días de antaño?, tenía una tendencia a desvincularme de mi resentimiento por la diabetes y me mantenía muy ocupada con clubes y pasatiempos.

Desvincularme nunca me hizo bien, también lo he mencionado antes. Trabajar con mi afección siempre sacó lo mejor de mí. Trabajar conmigo misma y ser amable conmigo misma siempre hace que la vida con diabetes sea más agradable.

Decir adiós a la avalancha de traumas y hola a dejar ir mi trauma por la diabetes

Yo era uno de esos niños a los que los adultos siempre llamaban “maduros para su edad”, y aunque se menciona con buenas intenciones, hoy en día, más de nosotros sabemos que la madurez infantil también tiende a ir de la mano con el trauma infantil.

Eso no quiere decir que la diabetes tenga toda la culpa, pero fue un factor. A pesar de esos sentimientos más íntimos, recuerdo ser una niña feliz la mayor parte del tiempo. Reconocer los traumas que he experimentado a lo largo de los años me ha convertido en una adulta más conforme, consciente de que el trauma no tiene por qué convertirme en una víctima y que soy capaz de vivir una vida satisfactoria con todo lo que soy y todo lo que he experimentado.

Hay muchas lecciones sobre cómo vivir con diabetes, pero una frase en la que no puedo dejar de pensar proviene de “The Office”. Dwight le dice a Ryan, “no todo tiene una moraleja”. Y después de 19 años de vida con diabetes tipo 1, pensar en este dicho me da paz.

La diabetes no siempre tiene una moraleja y eso está bien

A veces, la diabetes simplemente apesta. A veces, no tiene una moraleja, no siempre tiene que haberla. A veces, es necesario encontrar una moraleja en los retos, pero con frecuencia, la diabetes es un zumbido de ruido blanco. Es el arrancamoños en la parte de atrás de tu zapato que no puedes sacar. Es la luz de fallo de motor que nunca se va, a pesar de muchas visitas al mecánico.

Dependiendo de tu tipo de personalidad, digerirlo a veces puede tomar tiempo, especialmente si tu personalidad es ENFJ (Extravertido, Intuitivo, Sentimental, Juzgador, por sus siglas en inglés) como la mía. Soy alguien que necesita sentir y perseguir un propósito. Eso no tiene nada de malo, pero la vida no siempre es así de grandiosa. ¡Eso también está bien! Mi generación creció creyendo que debíamos ser extraordinarios para ser valorados, pero la verdad es que muchos de nosotros estamos en algún punto intermedio. Eso no debe ser decepcionante. 

Hay miles de millones de humanos en el planeta tierra… por supuesto que todos estamos en punto intermedio.

El objetivo es estar conforme viviendo con diabetes

Cuando aprendas a comprender que la vida está sucediendo para ti y no a ti, estarás más conforme. Cuando sepas cómo seleccionar tus problemas y pensar en ellos de esa manera, estarás más conforme, ya que la diabetes es la opción obvia en la que no debes elegir. Aprender estas lecciones durante estos últimos 19 años me ha convertido en una adulta más realizada.

Pensar en la diabetes como algo que es, en lugar de preguntarme por qué me está pasando, me ayuda a vivir una vida más feliz. Y si ese concepto te es completamente ajeno, te imploro que leas “El sutil arte de que te importe un carajo” de Mark Manson.

Al igual que encontrar la mejor integración entre el trabajo y la vida para ti, debes encontrar la mejor integración entre la diabetes y la vida. A veces, eso significa pensar en ello activamente. Otras veces, significa bajar el volumen del ruido blanco tanto como sea posible sin sacrificar tu salud.

Si eres un pensador excesivo crónico como yo, tal vez esto te dé un poco de calma cuando pienses sobre tus días con diabetes.

Cualquiera que sea tu estado de ánimo, si también celebras un diaversario en cualquier momento del año, espero que recuerdes que la diabetes no siempre tiene que tener una moraleja. Está permitido dejar que sea lo que es y caminar por la vida ajustando el volumen del ruido blanco de la manera que contribuya más positivamente a mejorar tu estado mental.

No se trata de ignorarlo. No se trata de dejar que te controle. Se trata de tener una relación sana con “el ruido blanco”.